ROMA, jueves 16 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Una prueba que permite entender las dificultades que aparecen en la transmisión de la fe en las nuevas generaciones y un mandato a testificar la fe en todos los ámbitos de la vida.
Son algunos de los aspectos que han surgido hasta ahora en la Conferencia eclesial de la diócesis de Roma, dedicada a la iniciación cristiana, cuyo tema se ha tomado de una cita de los Hechos de los Apóstoles: “Todos se conmovieron profundamente. La alegría de engendrar en la fe en la Iglesia de Roma”.
Esta cita eclesial comenzó el 13 de junio y termina hoy, cuenta con casi 8.000 inscritos y reúne a todos los trabajadores y fieles de la diócesis con sus pastores y con el obispo de Roma, Benedicto XVI, que desde que fue elegido a la cátedra de Pedro, ha tomado parte en siete conferencias diocesanas.
El portavoz de la oficina de comunicaciones sociales del Vicariato de Roma, Walter Insero, dijo a ZENIT que un evento de este tipo “permite ejercitar una corresponsabilidad. Los laicos no son sólo colaboradores, sino protagonistas de pleno derecho. No sólo los ministros, también el laicado tiene un papel decisivo en esta gran misión”.
Estas Conferencias Diocesanas, añadió, constituyen un momento de intercambio en el que “es posible hablar al corazón y a la inteligencia para que pueda madurar una fe adulta”. En resumen, “una experiencia de comunión, de encuentro y de compartir la aventura que transmitir a todas las parroquias”.
En la inauguración del evento, el pasado lunes en la Basílica de San Juan de Letrán, estuvo Benedicto XVI, que entregó figuradamente el Catecismo de la Iglesia Católica a los presentes “para que la Iglesia de Roma pueda comprometerse con renovada alegría en la educación a la fe”.
Después del encuentro con el Papa, monseñor Andrea Lonardo, director de la Oficina catequética diocesana, leyó un informe con las respuestas a un cuestionario enviadas por 214 parroquias y capellanías, que sirvió para hacer una fotografía de la iniciación cristiana en la diócesis, sabiendo, por otro lado, que los números en un tema de espiritualidad son sólo orientativos.
Las respuestas de los párrocos con respecto a la iniciación cristiana de los jóvenes y de los adultos, con datos sobre los bautizados adultos, sobre las parejas de laicos catequistas, sobre las personas que piden el bautismo generalmente mayores o provenientes de otras religiones, o por ejemplo sobre las conversiones que en la ciudad de Roma pueden ser peligrosas.
En resumen, las confirmaciones, los bautizos, las bodas y los itinerarios espirituales, los jóvenes, los adolescentes y las familias y el deseo en las parroquias de una nueva evangelización: luces y sombras, incluso en los números, que no son fácilmente interpretables, pero que demuestran un gran deseo de hablar de iniciación cristiana.
En la segunda jornada, el martes 14, siempre en la Basílica de San Juan, abarrotada pero sin las medidas de seguridad del primer día, dos parejas de esposos y un vice-párroco contaron sus experiencias de formadores junto a niños, jóvenes, adultos y familias.
Los primeros que hablaron fueron Paolo y Francesca, de la parroquia de Santa Francesca Romana, catequistas de 8 adultos desde los 28 a los 50 años -5 ateos, un musulmán, un judío y una evangelista no bautizada- que en el transcurso de un breve periodo decidieron ser bautizados.
Más allá de la desorientación inicial, los dos comentaron haber centrado todo “sobre el encuentro con la Palabra de Dios, con la historia de amor y de salvación que Dios ha entretejido con el pueblo de Israel y que se convierte en historia para cada uno de nosotros”.
“Muy significativa -contaron- fue una jornada de retiro con ellos, dedicada enteramente al significado de esa cruz de Cristo con la que serían marcados en los sentidos durante el rito y que desde ese momento se convertiría en su signo, ‘puerta’ de toda oración elevada a Dios”.
“También ha sido muy importante enseñarles lo necesario que es iniciar la jornada con el evangelio del día, dedicando también sólo 5 minutos a la oración hecha con el corazón, como una sintonización bajo la mirada paternal de Dios, comprometiéndonos a ser fieles en ese momento”.
Después fue el turno de Sandro y Elvira Cescon, casados desde hace 31 años, que desde hace 15 forman parte del grupo de catequistas de Bautismo nacido en 1996 en la parroquia de la Transfiguración.
Basándose en su experiencia, Sandro destacó la importancia de la celebración del Bautismo en la misa dominical: “el Bautismo, de hecho, se da en la fe de la Iglesia que todos juntos profesamos y no simplemente en la fe de los padre o de los catequistas. Su insertación en la Eucaristía dominical hace resplandecer el hecho de que no es un sacramento íntimo que tiene que ver con el círculo de amigos y de parientes, sino que es un evento litúrgico y comunitario”.
“Desde el principio -contó- aparece la necesidad de educar en la oración a los padres de los niños. Así, después del consejo de un sacerdote, que se llamaba Lucas, hemos iniciado a proponer a los padres el que les hagan el signo de la cruz en la frente del niño en el momento de dar las buenas noches, y que se detengan a decir unas breves palabras de agradecimiento sobre el día que se acaba”.
“Otros momentos de oración que proponemos -continuó- están relacionados con el momento en el que se pone en la habitación del niño la imagen de la Virgen, con el momento en el que se empieza a enseñarle la oración del ángel de la guardia, en el momento en el que se visita por primera vez la iglesia…”
Después tomó la palabra el padre Mauricio Botta del Oratorio de San Felipe Neri, vice-párroco de la Iglesia Nueva, que recordó que los niños tienen la capacidad de entender las cosas relacionadas con la fe incluso cuando se tratan con seriedad. “Aunque es verdad que las catequesis no son una lección, también es verdad que Jesús no es una fábula, es una cosa seria. Los niños no maduran si se banaliza a Jesús. No necesitan palabras como ‘gozo, alegría, arco iris’ y demás”.
“Me acuerdo con horror -contó- de un texto para chicos de confirmación que tenía una página con un cuento titulado “Ninetto el avioncito”. ¡Una cosa así un joven te la tira en la cara! Los niños y los jóvenes necesitan, sin embargo, entender la extraordinaria novedad del cristianismo”.
“Yo uso siempre, desde el principio, un dibujo gráfico muy simple hecho en la pizarra, sin ‘efectos especiales’, que de manera sintética muestra desde el primer encuentro, como partiendo del hombre como persona ‘capaz de Dios’ se pueda llegar a decir el verdadero corazón de nuestra Fe: Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre que nos revela el Misterio de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
“Es importante anunciar a los niños, desde el principio, que el hombre es el único ser que busca a Dios, que el hombre es el único ser libre al que no le basta toda la tierra -manifestó el padre Botta-. Les hablo en términos positivos del arte, de la ciencia, de la filosofía, pero también les enseño como todo esto no le basta al hombre”.
“Quiero que, juntos, entiendan, que desde el principio, sin la Libertad de Dios que quiere encontrarse con el hombre, el hombre nunca podría conocer a Dios -concluyó-. Y les explico que la fe de la Iglesia anuncia que este Dios ha venido a apagar nuestra sed insaciable”.