CIUDAD DEL VATICANO, 17 julio 2001 (ZENIT.org).- En una «respuesta» a una duda sobre la validez del bautismo del grupo religioso conocido como mormones, cuyo nombre oficial es «Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días», la Congregación para la Doctrina de la Fe ha respondido negativamente, el pasado 5 de junio, en razón del alejamiento de los mormones de la concepción cristiana de la Santísima Trinidad, con las consecuencias que esto tiene en la identidad del mismo Cristo.
La dificultad reside en que la noción de Trinidad de los mormones no se corresponde con la concepción cristiana de la Trinidad, según la tradición bíblica, evangélica y de los concilios cristológicos y trinitarios de los primeros siglos.
Esta decisión no pone en tela de juicio la apertura de la Iglesia, que nunca exige un nuevo bautismo cuando acoge a otros cristianos en su seno. La respuesta de la Congregación no afecta a los cristianos católicos que se han hecho, por decirlo de alguna manera, «rebautizar» en la secta de los mormones. El primer bautismo sigue siendo válido.
El teólogo de la Universidad Pontificia Gregoriana, Luis Ladaria, explica hoy en «L’Osservatore Romano», las razones de esta respuesta, que es excepcional en la práctica de la Iglesia ante el bautismo protestante: el problema viene de la concepción errónea de la Trinidad que mantienen los mormones. «El bautismo de la Iglesia Católica y el de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días -dice el teólogo- difieren esencialmente en lo que concierne a la fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en el nombre de los cuales se confiere el bautismo, y al mismo tiempo en lo que concierne a la referencia a Cristo que los ha instituido».
Pero esta respuesta no es en ningún caso un «juicio» sobre las personas que se adhieren a su Iglesia, subraya el teólogo, aclarando que esta clarificación doctrinal no pone en tela de juicio el diálogo y la colaboración.
«Además -añade-, católicos y mormones se encuentran a menudo trabajando juntos en una serie de problemas que interesan al bien común de la entera humanidad. Se puede pues esperar que a través de ulteriores estudios, diálogo y buena voluntad, sea posible progresar en la comprensión recíproca y el respeto mutuo».
Recuerda, positivamente, la práctica constante de la Iglesia respecto a los no católicos «bautizados en nombre de Cristo». El reconocimiento es antiguo, ya que el Papa Esteban I, en el siglo III, se opuso a la decisión de un sínodo africano celebrado en el año 256, liderado por el obispo de Cartago, Cipriano. El papa dijo entonces que «el hereje que vuelve a la Iglesia Católica no debe ser bautizado de nuevo sino que se le imponga las manos en signo de penitencia».
Y san Agustín afirma que «la validez del bautismo no depende ni de la santidad personal del ministro ni de su pertenencia a la Iglesia». A este propósito el padre Ladaria recuerda que incluso los no católicos pueden administrar el bautismo válidamente ya que de hecho el ministro del sacramento es el mismo Cristo, siempre que lo haga en nombre de la Santísima Trinidad y «con la intención de hacer lo que hace la Iglesia», lo que cuenta es la «recta intención».
Los mormones fueron fundados por Joseph Smith, en 1830, en Estados Unidos, en la colina de Cumora, cerca de Palmyra, Nueva York. El fundador habría recibido la inspiración de buscar en un lugar donde encontraría unas tablillas de oro donde se recogerían las revelaciones del profeta Mormon, escritas por él mismo y su hijo Moroni. Se trata de una «historia sagrada» reescrita en clave estadounidense por la cual, Dios se habría revelado de nuevo en América a los «santos de los últimos días».
Los mormones son actualmente ocho millones, según unas fuentes y cuatro, según otras, y es uno de los grupos religiosos que están creciendo más rápidamente en el mundo.
Para el caso concreto de la entrada de los mormones en la Iglesia Católica, la norma aplicada hasta ahora era, desde la respuesta del Santo Oficio fechada el 9 de septiembre de 1868, la norma aplicada a los cristianos de Japón, que quedaron sin sacerdotes durante siglos: si el bautismo es válido, se les considera cristianos.
Ahora, la respuesta de la Congregación se funda en una investigación encargada por los obispos de Estados Unidos. El padre Ladaria recuerda que los requisitos de la Iglesia Católica para reconocer el bautismo son de cuatro tipos: materia del sacramento, su forma, intención del ministro y recta disposición del sujeto.
Con la materia no hay problema: agua. En cuanto a la forma, la fórmula usada por los mormones dice textualmente: «habiendo recibido el mandato de Cristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», pero, explica el teólogo, no hay verdadera invocación de la Santísima Trinidad porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son las tres personas en las que subsiste la única divinidad sino tres dioses que forman una divinidad. El término mismo de divinidad no tiene contenido «sustancial» porque la divinidad ha venido a la existencia, según esta concepción, ya que los tres dioses han decidido unirse y formar la divinidad para realizar la salvación del hombre. Esta divinidad y el hombre comparten la misma naturaleza y son «sustancialmente iguales»: «Dios Padre tiene una mujer, la Madre celeste, con la que ha procreado hijos en el mundo espiritual. Jesucristo y el Espíritu santo son hijos de padres celestes, procreados tras el inicio de la creación del mundo.
Tal divergencia de doctrina implica en consecuencia que el ministro mormón, que debe ser necesariamente un «sacerdote», en cuanto que ha sido formado en esta doctrina, no tiene intención, cuando bautiza, de hacer lo que hace la Iglesia cuando confiere el bautismo, en otras palabras, lo que Jesucristo quiso hacer cuando instituyó el sacramento del bautismo.