Pekín en fiesta

Misas de agradecimiento por la concesión de las Olimpiadas 2008

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PEKÍN, 16 julio 2001 (ZENIT.orgFIDES)- El «Nessun dorma», cantado por los tenores Pavarotti, Domingo y Carreras el 23 de junio pasado en la Ciudad Prohibida, se ha vuelto realidad. En la noche del 13 de julio, después que el presidente de la Comisión Olímpica Internacional declarara la victoria de la candidatura china para los Juegos Olímpicos de 2008, Pekín era una fiesta.
¡Esta vez nadie duerme! Una explosión de gozo y emoción, más de 2 millones de chinos han invadido las calles y las plazas para manifestar que éste es un momento histórico. En la plaza de Tiananmen se han reunido más de medio millón de personas; a 3 kilómetros de distancia, en el altar de la nación china, otras 800.000 personas.
Aquí hay obreros, amas de casa, campesinos, estudiantes, empleados, científicos de todos los campos y de toda edad. Un anciano comenta: «Es la reunión de masas más grande después de la provocada por el arresto de la Banda de los Cuatro».
Una estudiante universitaria dice: «Finalmente podemos limpiarnos de la humillación de hace siete años”. Entonces China perdió los Juegos Olímpicos en beneficio de Sidney. Un doctor agrega: «El mundo nos ha dado su confianza; nosotros los chinos les devolveremos este honor con nuestra generosidad, hospitalidad y servicio. Las Olimpiadas 2008 serán inolvidables, un hecho único en la historia de los Juegos».
El profesor Li, experto de religión en la Academia Social de Pekín, explica a la agencia Fides: «La victoria de Pekín es una apuesta a las capacidades de China en todos los campos. Esta victoria es una gran oportunidad para el país para promover el desarrollo económico y social, incluidos la democracia y los derechos humanos y religiosos».
Las Olimpiadas en Pekín suscitan esperanza incluso en los pobres. Un parado dice a Fides: «Me tengo que preocupar por el costo de la vida, pagar la casa, encontrar trabajo, pero hoy estoy feliz igualmente. Y quién sabe si las Olimpiadas me traerán trabajo”.
La victoria de Pekín es celebrada también en Taiwan, Hong Kong, Macao y por todos los chinos que viven fuera del país. Incluso los católicos y cristianos de Pekín comparten la emoción de sus compatriotas.
En la Misa del sábado 14 de julio, en la iglesia del Salvador en Beitang, el joven celebrante felicitó a China: «Los católicos estamos unidos a todo el pueblo y a la nación; trabajamos para garantizar progreso y prosperidad en nuestra patria».
En los últimos días, muchas parroquias habían invitado a los fieles a rezar por la victoria de Pekín. Aún hoy, todas las comunidades de la Iglesia patriótica exhortan a los fieles a agradecer a Dios la victoria y rezar por el éxito de los Juegos de 2008.
También en la iglesia subterránea hay optimismo. Fides entrevistó por teléfono a un sacerdote que declaró: «Estos Juegos son una gran ocasión para que el mundo conozca a China y para que China conozca mejor al mundo. Hasta hoy hemos estado demasiado aislados».
Hay ya alguno que piensa ofrecerse como director espiritual de los atletas chinos y extranjeros en la futura villa olímpica. «Sería una grande ocasión de evangelización y de propagación de la fe», dice a Fides. «A través del contacto y diálogo con los atletas, podemos anunciar el Evangelio de Cristo». Y agrega: «Es también una oportunidad para manifestar cuánto ha crecido y madurado la iglesia en China en estos años difíciles».

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ZENIT Staff

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