Los pobres, un recurso y no una carga

Obispos europeos exponen soluciones técnicas contra la crisis

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ZAGREB, Croacia, miércoles 10 de junio de 2009 (ZENIT.org).- La actual crisis económica «es una oportunidad para repensar la economía teniendo en cuenta las exigencias de los pobres y finalmente reconocerlos como un recurso y no como una carga». 

Lo afirmó el secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, monseñor Giampaolo Crepaldi, durante el encuentro de los obispos responsables de cuestiones sociales de las conferencias episcopales europeas, celebrado en la localidad croata de Zagreb del 8 al 10 de junio. 

La crisis tiene un peligro concreto: que cese el financiamiento del desarrollo, que ya era precario», advirtió el prelado. 

La oportunidad para evitar que eso ocurra, afirmó, «está ahí; que no aprovechemos acogerla es posible, pero sería culpa nuestra; la necesidad de cambiar las reglas para ampliar el acceso de los pobres al mercado es también un interés del mismo mercado». 

El 2008 ha sido un annus horribilis para las finanzas y para la economía» y «un año todavía peor para los pobres», afirmó monseñor Crepaldi.

Las propuestas de la Iglesia

Esta segunda consideración anima a la Iglesia a abordar cuestiones de carácter técnico como la financiación del desarrollo, explicó. 

En este sentido, la Iglesia defiende «la recuperación, en cierto sentido, de la política, ofuscada durante algunos decenios por la economía». 

También señala la necesidad de «recuperar la verdadera naturaleza de las finanzas», y de «fomentar el uso del dinero favoreciendo la economía real, el bienestar y el desarrollo de todas las personas». 

La situación actual es consecuencia de una «crisis de confianza» y, desde el punto de vista moral, muestra dos caras, según monseñor Crepaldi: la emergencia de la crisis global y la inaptitud de las finanzas para el desarrollo. 

Sobre la función de la sociedad civil, la Iglesia destaca la financiación para el desarrollo y la educación de comportamientos responsables en materia de consumo y de inversión. 

Para recuperar la confianza, añade el prelado, la función del Estado «es esencial». «Sin acuerdos y reglas de transparencia fijadas y respetadas, los mercados financieros no funcionan», dijo. 

También destacó la necesidad de mantener los compromisos con los desfavorecidos 

Por otra parte, señaló que la economía debe estar sostenida por un sistema de valores que la trascienda y afirmó que la Doctrina social de la Iglesia tiene mucho que decir.

Por su parte, el vicepresidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y arzobispo de Zagreb, el cardenal Josip Bozanic, dirigió a los participantes el saludo inicial. 

«La Iglesia se siente siempre vivamente interpelada cuando están en juego la vida humana, la dignidad de la persona, el bien común, el derecho al trabajo y a una vida digna y la defensa de las clases más débiles», dijo. 

El cardenal destacó también que la actual crisis económico-financiera «se está revelando como una crisis cultural y de valores». 

«El sistema ha perdido credibilidad y eficacia, hay que cambiar de mentalidad, revisar profundamente el modelo de desarrollo dominante, considerar los aspectos éticos y sobre todo invertir en el crecimiento integral de los más pobres», señaló. 

El particular escenario mundial ha llevado a las conferencias episcopales europeas «a la reflexión, a un estudio profundo de la situación, a un intercambio de experiencias, a la búsqueda de estrategias comunes y de una colaboración eficiente que tenga en cuenta todos los organismos eclesiales dedicados a cuestiones sociales», añadió. 

Durante el encuentro, el presidente de la Compañía de las Obras, Bernard Scholz, destacó que «esta crisis no se afronta ni con pesimismo ni con optimismo ni con indiferencia ni con resentimiento». 

En su opinión, debe afrontarse «con un realismo que busca entender qué ha pasado verdaderamente, qué podemos aprender y qué podemos cambiar para encontrar nuevas condiciones económicas y sociales para apoyar la «buena vida». 

Scholz identificó tres pistas para el compromiso de la Iglesia: la necesidad de descubrir de nuevo el significado del trabajo, la promoción de la función social de la empresa y la necesidad de reactivar el principio de subsidiariedad.   

Los participantes del encuentro también analizaron otros temas, como el aumento de la desocupación en Europa, la agitación social, la crisis del sistema de pensiones y las migraciones. 

Uno de los participantes, el obispo de Barbastro-Monzón, en España, monseñor Juan José Omella, afirmó que «la crisis actual ha puesto en evidencia la manifestación de la fractura antropológica que se produce cuando el beneficio económico es para el hombre la referencia fundamental del trabajo y de la empresa», 

El representante rumano, monseñor Jenö Schönberger, llamó la atención sobre los niños «socialmente abandonados» a causa de la emigración de sus padres a otros países europeos.

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ZENIT Staff

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