CASTEL GANDOLFO, lunes 20 de abril de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a los miembros de la familia franciscana a seguir reparando la Iglesia, expresión que el mismo Cristo dirigió a su fundador, el Pobrecillo de Asís.
Así lo expresó este sábado durante la audiencia concedida a los cerca de 3.000 frailes y monjas franciscanos de todo el mundo en Castel Gandolfo, con motivo de los 800 años de la aprobación pontificia de su regla de vida.
«Seguid ‘reparando la casa’ del Señor Jesucristo, su Iglesia. Si sois siempre capaces de renovaros en el espíritu del Evangelio, seguiréis ayudando a los Pastores de la Iglesia a hacer cada vez más hermoso su rostro de esposa de Cristo. Esto es lo que el Papa, hoy como en los orígenes, espera de vosotros», dijo el obispo de Roma.
Los representantes de esta familia religiosa fundada por san Francisco de Asís, procedentes de 65 países de todo el mundo y en representación de sus alrededor de 35.000 miembros, se habían reunido en Asís del 15 al 18 de abril pasados para conmemorar la aprobación de la Regla de San Francisco, por parte de Inocencio III, en el año 1209.
Este centenario ha sido celebrado con un Capítulo General, convocado por los superiores generales, de características similares al primero convocado en 1221 por el propio san Francisco, conocido como «Capítulo de las Esteras».
Ese primer capítulo recibió el nombre por el hecho de que en aquella ocasión, por falta de lugar para alojarse, los frailes participantes tuvieron que dormir en esteras.
«Han pasado ochocientos años, y aquella docena de frailes se ha convertido en una multitud, diseminada en todas partes del mundo», recordó el Papa.
Entonces como ahora, la misión de la Orden es la de «reparar la casa de Dios», pues «hay otra ruina que es mucho más grave: ¡la de las personas y las comunidades!», advirtió el Pontífice.
«Como Francisco, empezad siempre por vosotros mismos. Seamos nosotros en primer lugar la casa que Dios quiere restaurar», teniendo en cuenta que «carisma e institución son siempre complementarios para la edificación de la Iglesia», añadió.
«Francisco habría podido no ir a donde el Papa. Muchos grupos y movimientos religiosos se estaban formando en aquella época, y algunos de ellos se contraponían a la Iglesia como institución, o por lo menos no buscaban su aprobación», afirmó el Papa.
En cambio, «él pensó en seguida en poner su camino y el de sus compañeros en las manos del Obispo de Roma, el Sucesor de Pedro. Este hecho revela su auténtico espíritu eclesial. Y el Papa reconoció esto y lo apreció».
Benedicto XVI subrayó que desde entonces, «del pequeño arroyo manado a los pies del monte Subasio, se ha formado un gran río, que ha dado una contribución notable a la difusión universal del Evangelio».
«Todo tuvo inicio desde la conversión de Francisco, el cual, a ejemplo de Jesús, se despojó a sí mismo y, desposando a la Señora Pobreza, se convirtió en testigo y heraldo del Padre que está en los cielos».
El Papa invitó a los franciscanos a «volver siempre al origen» de su espiritualidad, a la radicalidad del Evangelio.
«La Regla y vida de los Frailes menores es ésta, es decir, observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo: así escribió Francisco», afirmó el Papa. «Él se comprendió totalmente a sí mismo a la luz del Evangelio. Esto es lo que fascina de él. Ésta es su perenne actualidad».
«Así el Pobrecillo se convirtió en un Evangelio viviente, capaz de atraer a Cristo a los hombres y mujeres de todo tiempo, especialmente a los jóvenes, que prefieren la radicalidad a las medias tintas».
En su saludo precedente al Papa, el Ministro General de los franciscanos, fray José Rodríguez Carballo, explicó que en estos días, «como hermanos y pequeños, hemos vuelto a escuchar la llamada a llevar la paz y la reconciliación a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo y a compartir con ellos nuestra única Riqueza: el Bien, todo Bien, el sumo Bien, el Señor vivo y verdadero».
«Le pedimos que confirme una vez más este santo propósito de vida, para que, como dice nuestra regla, «siempre súbditos y a los pies de la misma santa iglesia, estables en la fe católica, observemos la pobreza y la humildad y el santo Evangelio del Señor nuestro Jesucristo que hemos prometido firmemente», añadió.