Reiki, ¿compatible con la fe cristiana?

Entrevista con el sacerdote y experto Miguel Pastorino

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MONTEVIDEO, domingo, 19 abril 2009 (ZENIT.org).- Recientemente los obispos norteamericanos publicaron un documento sobre la incompatibilidad de la fe cristiana con la práctica del Reiki. Para profundizar en este tema, ZENIT ha entrevistado al sacerdote Miguel Pastorino, quien participó de la Consulta Internacional sobre New Age realizada en la Santa Sede en 2004, dedicada especialmente a las nuevas terapias promovidas por este movimiento.

El padre Miguel Pastorino es miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y actualmente es Director del Departamento de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Montevideo (Uruguay).

–¿Qué es propiamente el Reiki?

–Miguel Pastorino: No es simplemente una terapia, sino una cosmovisión religiosa, con ritos iniciáticos y una espiritualidad panteísta que se amalgama con elementos cristianos, y con no pocos principios esotéricos y gnósticos, según las diversas escuelas o sistemas.

El Reiki es definido como «camino espiritual» o» sistema de crecimiento espiritual» por varios de sus maestros. Como un «método natural de curación por medio de la energía universal, cósmica. «Rei Ki» es un término de origen japonés que se refiere a la «energía vital (ki) universal (rei)» que fluye a través de una persona que ha sido sintonizada en Reiki.

«Rei» describe el ser universal, impersonal, omnisciente, que otorga vida, como los rayos del sol a los seres vivos. «Ki» es lo que emana del «rei», es la energía o fuerza vital que pasa a través de todo lo que vive. Usualmente traducen «ReiKi» como: «Energía Universal guiada espiritualmente.

El Reiki afirma que las enfermedades son siempre ocasionadas por un «desequilibrio» en la «energía vital». Por ello hay que encontrar «la armonía», «el equilibrio» de la energía existente en los diferentes centros energéticos del cuerpo (chakras), mediante la imposición de manos. Muchos de sus practicantes prometen un gran alivio al que lo recibe, en el plano físico y espiritual, una gran relajación y una plena sensación de paz interior… una nueva vida.

Los centros de Reiki otorgan cursos de hasta tres y cuatro niveles: En el primer nivel se abren los cuatro chakras inferiores, que funcionan como canales receptivos de energía (otros autores hablan de «aprender a sintonizar la energía» y no hablan de apertura de chakras), mediante unas ceremonias establecidas y se aprende a usar las manos para la curación; en el segundo grado se dan otros pasos iniciáticos y se dan a conocer los símbolos que caracterizan la terapia Reiki, se pueden hacer curaciones a distancia (3º símbolo). En el tercer nivel se alcanza la maduración y se llega a la maestría, aunque actualmente hay para ello un cuarto nivel.

–¿Qué son los Chakras?

–Miguel Pastorino: Si bien no todos los sistemas de Reiki utilizan el recurso a los chakras, la new age ha dispersado en distintas terapias alternativas el uso de los mismos y con pretensiones de veracidad científica, que obviamente no tienen.

Chakra es una palabra sánscrita de género masculino que significa «rueda, círculo», es decir, los chakras son vórtices o centros muy activos, como un torbellino, de energía cósmica que existen en el cuerpo humano (7 principales en el hinduismo, 4 según el budismo). Es una creencia de origen hinduista, relacionada con los 7 cuerpos (etéreo, físico, mental, astral, etéreo, sutil, anímico). Son reflejo del cuerpo sutil, se encuentran en el cuerpo físico, y subsisten después de la muerte y contribuyen a la animación del feto en el instante de la reencarnación del alma en otro cuerpo. O sea, son una creencia religiosa.

–¿Cuál es el origen de este sistema?

–Miguel Pastorino: La curación por el uso de «energía» tiene una antigüedad milenaria en Asia, pero el Reiki surgió a principios del siglo XIX con Mikao Usui (1865-1927), decano de una pequeña universidad en Kyoto (Japón), persona noble, virtuosa y admirada. Un maestro con carisma de gurú, quien tuvo visiones místicas y creó este nuevo sistema curativo, que no es sólo una técnica, sino un camino espiritual.

Cuentan que subió al monte Kurama de Kyoto y que, en el curso de una meditación, recibió la capacidad de canalizar la energía universal. Usui denominó Reiki al sistema de sanación natural que comenzó a divulgar desde entonces. Funda así en Tokio la «Usui Reiki Rioho Gakkai», donde estableció ceremonias de iniciación para sus discípulos.

En sus inicios el Reiki surge como una secta (Energía Vital Universal), luego es traída a occidente (no del todo secularizada) como una práctica curativa. Luego en 1980 se instituyó la American International Reiki Association (AIRA), que contribuye a su difusión en los países occidentales. El mismo nombre (Reiki) lo llevan la secta de Usui, y la práctica presentada como «terapia alternativa o complementaria», de ahí la no poca confusión de muchos.

Al igual que tantos otros maestros del oriente, Usui reedita algunos principios éticos del confucianismo y de otras tradiciones asiáticas. En la actualidad existen diversas y variadas escuelas y sistemas de entrenamiento de Reiki, por las naturales escisiones que tuvo la versión original al llegar a Occidente, razón por la cual es difícil hablar de un único sistema de Reiki.

Si bien existen maestros de Reiki que lo enseñan en fidelidad a Mikao Usui, y no tienen intenciones de engañar a nadie, no pueden ignorar los cristianos, la incompatibilidad doctrinal de sus doctrinas con la fe cristiana, aunque se presente como una inocua terapia.

Es sabido lo difícil que es delinear la frontera entre lo terapéutico y lo espiritual en las disciplinas orientales. Al sostener trabajos sobre la espiritualidad de la persona, se está incluyendo siempre un contenido religioso implícito, aunque no se llame religión.

–En rasgos generales, ¿cuáles son los principales elementos de la cosmovisión del Reiki incompatibles con la fe cristiana?

–Miguel Pastorino: En primer lugar un dualismo cósmico. De origen taoísta, la teoría de los opuestos (Yin – Yang), viviendo en una constante «guerra espiritual» contra las energías negativas, de las cuales se protegen con símbolos protectores («escudos»), que son simples amuletos, que promueven una mentalidad mágica y supersticiosa. Y por otra parte, subyace en sus escritos un panteísmo que reduce a Dios a una energía que se puede canalizar si uno se concentra y aprende las técnicas para ello.

El sincretismo es tal, que en sus oraciones al «Padre», lo llaman «Ser universal superior» y al «Espíritu Santo» lo igualan al «Ki» o «Chi», es decir, a la energía que pasa a través de nosotros y que recibiríamos del universo, con lo cual Dios ya no es persona, sino una energía que podemos «sintonizar». En algunos casos recurren a un lenguaje pseudocientífico para explicar que a Dios no lo vemos simplemente porque es una energía a otro nivel de frecuencia. Con esto basta para entender que están muy lejos de la fe cristiana y empapados de la New Age.

Semejante a algunas antropologías gnósticas sus manuales nos hablan de una «chispa divina» atrapada en nuestra carne, y el 90% de sus adherentes creen en la reencarnación.

Por otra parte, el mismo Jesús es nombrado como un gran maestro sanador que imponía manos, y hasta graciosamente lo proponen como un maestro Reiki muy antiguo. Incluyen una doctrina sobre Jesús que desfigura su identidad como Dios hecho hombre y como único salvador, quedando como un sanador entre tantos. El sentido cristiano de la imposición de manos no tiene nada que ver con el uso que se hace de ese gesto en el Reiki.

Con esto bastaría para decir que nadie puede llamarse cristiano y tener una visión
así de Dios, del mundo, del ser humano y de la vida después de la muerte.

No tengo nada en contra de las terapias de origen japonés, pero advierto siempre a los católicos de la incompatibilidad de esta doctrina que se presenta como simple «terapia», con la fe cristiana.

–Siendo tan complejo el mundo de las nuevas terapias alternativas, ¿Cómo discernir cuando nos alejan de la fe cristiana?

–Miguel Pastorino: Es necesario un serio discernimiento frente a la multitud de disciplinas orientales importadas en occidente, ya que en el caso de que pudieran no ser perjudiciales en sí mismas, es preciso no caer ni en un rechazo a lo diferente por ser desconocido, ni en un concordismo ingenuo por falta de sentido crítico y coherencia en la fe.

La mayoría de las disciplinas orientales traídas a occidente en la segunda mitad del siglo XX (Yoga, Artes Marciales, Meditación Zen, Tai Chi Chuan, Chi Kung, etc.) gozan del testimonio benéfico que han dejado a sus practicantes. Y es que, practicadas dentro de una buena purificación en contenidos y un serio discernimiento, no le es problema a un cristiano practicar cualquiera de ellas, salvo cuando se incluye en el aprendizaje elementos doctrinales y espirituales. Una dificultad en la actualidad es que muchas de ellas están siendo reencantadas con espiritualidades esotéricas promovidas por la Nueva Era. Hay que discernir caso por caso, y una importante «vacuna» para un buen discernimiento es una profunda experiencia de fe en Jesucristo y una sólida formación cristiana.

–Los obispos norteamericanos declaran la invalidez científica del Reiki. ¿Qué opina al respecto?

–Miguel Pastorino: Es claro que no tiene validación científica, al igual que muchas otras terapias importadas de Oriente, y mucho menos lo tienen las pseudoterapias promovidas por la Nueva Era.

Creo que se da una situación peligrosa cuando una persona abandona un tratamiento médico por sumergirse en un sinfín de terapias extrañas y sin validación científica. Uno de los problemas ocasionados por algunos maestros del Reiki, es que prometen curarlo todo, y es obvio que no es cierto.

El Reiki contradice todos los adelantos científicos en materia médica. Cree encontrar las causas de todo lo malo en desequilibrios energéticos, espirituales y psicosomáticos. En este sentido hay mucho de dogmatismo, falta de seriedad, de discernimiento y honestidad en este tipo de afirmaciones.

Las llamadas «terapias complementarias», entre las que hoy se incluye el Reiki gozan de buena propaganda, pero no todas son igualmente serias y además no siempre son tan «efectivas» como prometen. Es verdad que la medicina tradicional no se ha abierto demasiado a nuevos paradigmas en su campo, pero también es verdad que hoy cualquiera se proclama «terapeuta» y no se sabe ni de qué disciplina, ni dónde se graduó, ni si es veraz lo que dice.

Con todos los avances científicos y la presencia de nuevas formas de religiosidad desinstitucionalizada se vuelve difícil la delimitación conceptual, y así, la frontera entre la ciencia, lo mágico, lo paranormal y lo religioso parece diluirse en un magma gnóstico. Muchos se confunden por la gran desinformación que hay al respecto de todo este tema.

–Usted es uruguayo. ¿Cómo es la situación en su país?

–Miguel Pastorino: La moda sociocultural de Nueva Era es el principal distribuidor de Reiki en nuestro país, y la mayoría de sus centros de curación son verdaderos centros de espiritualidad oriental, sincréticos, donde sus practicantes terminan creyendo en la reencarnación, y que forman parte del gran ser universal, impersonal y energético. En lugar de dar fe a la gracia de Dios, dan fe a la energía que todo lo invade y cuya ausencia deteriora los seres. Jesucristo aparece relativizado como un sanador más dentro de la historia de la humanidad al ser igualado a «otros» Budas (iluminados), y se ve alterada su identidad al no ser reconocido como Dios mismo entre nosotros.

Al igual que muchas de las disciplinas promovidas por la New Age, el Reiki va acompañado de una serie de manuales, y materiales teóricos que van minando el cristianismo con un sincretismo que relativiza las bases de la fe cristiana detrás de una fascinación búdica y hasta esotérica. Por su propia modalidad se presenta como «no religioso», cuando todos los temas que toca y sobre los que pretende traer una novedad son medularmente religiosos.

Muchos cristianos sedientos de paz, de armonía, de seguridad, de sanación interior y física han salido a buscar en oriente (cuando no en la caricatura consumista que ha hecho la New Age de las milenarias tradiciones orientales), lo que no han encontrado en un occidente más frío, racionalista, resecado por el secularismo, y vacío de espiritualidad. Las iglesias históricas han quedado a veces presas del paradigma moderno y de una teología secularizada, volviéndose incapaces en la práctica de dar respuesta a la sed espiritual de nuestro tiempo. Por otra parte, el mercado religioso está en «la última» novelería para el ansioso consumidor de nuevas experiencias espirituales disfrazadas de «terapias», llevando así la delantera en la pugna por ofrecer respuestas a las necesidades «espirituales» más urgentes.

No puedo tampoco generalizar, porque hay muchos católicos, que ignorando las incompatibilidades doctrinales, se aventuran en caminos espirituales que creen complementarios, y han encontrado allí algo de paz y bienestar espiritual. Esto es cierto, pero no hay que dejar de decir que tarde o temprano por esos caminos se alejan del Evangelio.

Esta situación nos interpela en cuanto a nuestra misión evangelizadora. ¿Por qué tienen que ir a buscar a otros pozos de agua lo que en Jesucristo colmaría toda su sed de plenitud?

–Algunos lo incluyen el Reiki dentro de las sectas. ¿Qué opinión le merece?

–Miguel Pastorino: No es una secta, pero el tema es complejo. Las personas que lo practican tienen muy buenas intenciones: mejorar su vida y la de los demás, ser canales del «amor» (cósmico y divino), ser instrumentos de «sanación». Y muchos otorgan sus sesiones gratuitamente porque la bondad no se cobra, lo cual es un signo de la renovación ética y espiritual que se produce en muchos de estos ambientes, lo cual es algo muy positivo.

Pero por otra parte, como todo lo vinculado a la New Age, se está convirtiendo en nuevo negocio religioso para muchos. Nos estamos plagando de maestros Reiki que cobran hasta dos mil dólares un nivel superior, cursos carísimos que gozan de buena reputación en centros de Fitness. Si uno mira las propagandas de varios centros en Montevideo tienen testimonios de lo que el Reiki ha hecho en su vida, su búsqueda espiritual y el Reiki aparece como la respuesta, hasta venden amuletos con signos que atraen energía… También dicen «es compatible con cualquier religión», porque todo sincretismo religioso así se presenta: «todo es complementario», aunque estén frente a lo opuesto. Muchos nuevos movimientos religiosos sincréticos se presentan como «complementarios», cuando en realidad se pretenden sucedáneos de las religiones tradicionales.

Muchos son los que detrás de la fachada de una simple terapia han encontrado un maestro espiritual que los escucha, una comunidad que los acoge, un ambiente de paz y armonía, una nueva religión que por no ser institucional dicen que no es religión. En todo caso habría que decir que no es una Iglesia, o una secta, pero alcanza con leer los manuales para ver que una cosmovisión como ésta es una propuesta religiosa con doctrina, culto y espiritualidad. Es así como podemos ver en un practicante de Reiki los rasgos psicológicos de un «recién convertido»: el fanatismo, el deslumbramiento y la paranoia persecutoria hacia quienes quieren cuestionar «algunos aspectos» de su nuevo descubrimiento. Cuando uno los escucha hablar no hablan de cuestiones terapéuticas sino espirituales.

No hemos de condenar las buenas intenciones de tanta gente que quiere mejorar su calidad de vida, pero los cristianos podemos caer en la tentación de pedir prestada la espiritualidad o importarla de Asia, por haber secado nuestro propio pozo. No en vano la Santa Sede ha llamado al documento sobre el New Age: «Jesucristo portador del agua viva«, llamándonos frente a la Nueva Era a redescubrir nuestra propia espiritualidad genuinamente cristiana, que no siempre hemos cultivado en profundidad.

Además con los grandes problemas en los que estamos sumergidos, en el angustiante y alienante anonimato en que vivimos, muchos pagan a cualquier precio sentirse importantes, sentirse especiales, siendo un maestro energético o un sanador… Ahora todos quieren ser un gurú.

–¿Qué desafíos presenta a la Iglesia este tipo de terapias promovidas dentro de los mismos creyentes?

–Miguel Pastorino: La respuesta a muchos de estos problemas dentro de nuestra Iglesia se solucionan con una renovación espiritual, con una conversión verdadera, y hoy es un tiempo propicio para el primer anuncio y para un catecumenado de adultos que inicie realmente a los católicos en la vida de Cristo y en los misterios de nuestra fe. Porque como afirmaron los Obispos Latinoamericanos en Aparecida, una fe católica reducida a bagaje cultural, a elenco de normas morales y practicas devocionales, a una practica ocasional en algunos sacramentos… no resistirá los embates del tiempo. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la Iglesia en la cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando.

La respuesta a muchos de los problemas actuales es tener un verdadero encuentro profundo y existencial con Jesucristo vivo, que cambia las vidas de las personas y centrar la vida pastoral en la fuente inagotable de la vida cristiana que es Jesucristo mismo. Es necesaria una verdadera conversión pastoral, que nos haga caer en la cuenta que no podemos descuidar lo esencial.

Tal vez como cristianos hemos hablado poco y casi nada a nuestros hermanos sobre el amor que Dios nos tiene, sobre nuestra realidad de seres únicos e irrepetibles, sobre la gracia, sobre la vida de Dios que se derrama en nosotros, sobre la necesidad de ser sanados de nuestras heridas espirituales, psíquicas y físicas; y tal vez este tipo de cosas nos digan que hemos dejado unos cuantos espacios vacíos que otros vinieron a llenar.

Hoy son muchos los que manifiestan su hambre y sed de crecimiento espiritual, especialmente en países de secularización avanzada. Estoy muy feliz de ver como en muchos lugares del mundo se esta despertando una renovación espiritual dentro de la Iglesia, que sin lugar a dudas es la mejor vacuna para muchos de los desafíos actuales.

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ZENIT Staff

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