BOGOTÁ, viernes 18 de junio de 2010 (ZENIT.org).- En su primera edición, los Premios Colombia-España han otorgado una mención especial a la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) de Colombia, por su gestión en torno a la construcción de la propuesta de un Acuerdo Nacional que permita avanzar y sentar las bases de la paz en este país.
Según informa la Conferencia Episcopal colombiana, los Premios Colombia-España serán entregados el próximo 22 de junio en Bogotá, con la presencia del presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez, que ha sido distinguido como el Personaje Público del Año. También reconocerán la labor del guionista y productor de cine Sergio Cabrera y del periodista Juan Gossaín, entre otros.
Este galardón es convocado por la Embajada española en Bogotá, en el marco de una iniciativa que cuenta con el apoyo del Banco BBVA y el Grupo Planeta.
La mención especial a la CCN, presidida por monseñor Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal, reconoce los esfuerzos de esta Comisión por construir durante los dos últimos años su propuesta de “Acuerdo Nacional de mínimos por la Paz y la Reconciliación en Colombia”.
La Comisión de Conciliación Nacional fue convocada el 4 de agosto de 1995 por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Pedro Rubiano, hoy cardenal, para buscar soluciones políticas al conflicto armado colombiano, ser una instancia para acompañar los esfuerzos de paz del país y crear y facilitar vínculos de encuentro entre el gobierno nacional, los movimientos insurgentes y los grupos de autodefensa.
La Comisión es una entidad autónoma e independiente, conformada por representantes de diversos sectores de la vida nacional.
La solución política negociada del conflicto colombiano, la toma de conciencia por el respeto de los Derechos Humanos, la importancia de aplicar el Derecho Internacional Humanitario, así como la necesidad de diseñar una Política Nacional y Permanente de Paz de Estado, han sido algunos de los principales ejes de trabajo de la Comisión, desde su creación.
La convocatoria inicial de la CCN tuvo lugar en un momento muy especial de la historia colombiana. En la Iglesia, monseñor Rubiano, entonces arzobispo de Bogotá, se encontraba en la fase final de su segundo período al frente de la CEC, luego de ser reelegido tras su mandato entre 1990 y 1993. Al mismo tiempo, Colombia vivía una situación política grave: a la renuncia del entonces ministro de Defensa Fernando Botero, se sumaban los cuestionamientos al presidente Ernesto Samper por el ingreso supuesto de recursos del narcotráfico a su campaña presidencial. Además, el jefe de Estado resolvió no volver a nombrar un alto comisionado para la Paz, cargo que había desempeñado durante un año Carlos Holmes Trujillo.
Augusto Ramírez Ocampo, ex canciller de la República y miembro de la CCN, recuerda que entonces el presidente Samper anunció que cesaba toda comunicación con las fuerzas insurgentes mientras no tuviera la convicción de que podría iniciarse un dialogo útil. “No definía muy claramente qué era un dialogo útil, pero de todos modos en ese momento colapsó la posibilidad que se había reiterado durante el mandato de varios presidentes de la República de buscar una solución política negociada al conflicto armado colombiano”.
En este marco, los doce integrantes originales designaron al presidente de la Conferencia Episcopal como presidente de la CCN y comenzaron un proceso de trabajo que les permitiera llegar a consensos y avanzar en el logro de sus propósitos. Tal como en sus inicios, actualmente los miembros de la CCN son personalidades políticas y sociales pertenecientes a un espectro amplio de la vida nacional, con pluralidad de pensamiento e independencia, valores que garantizan a su vez la heterogeneidad y autonomía de la Comisión en el desarrollo de sus objetivos.
Al estar siempre encabezada por el presidente del Episcopado, la CCN ha podido contar entre 1995 y 2009 con la dirección del cardenal Pedro Rubiano arzobispo de Bogotá; del arzobispo de Medellín monseñor Alberto Giraldo, del arzobispo de Tunja, monseñor Luis Augusto Castro, y de monseñor Rubén Salazar.
La CCN irrumpe en el escenario nacional realizando contribuciones importantes a los procesos de construcción de paz. Orienta su trabajo hacia la solución política negociada del conflicto como principio rector de su participación, porque cree que la vía de las armas representa una amenaza enorme para la vida y que la instauración de una paz estable necesita de la discusión de los grandes problemas de orden estructural. Su carácter plural y la relevancia de sus miembros ha contribuido a fortalecer su condición de facilitadora entre las instituciones del Estado, la sociedad civil, la comunidad internacional y los grupos armados al margen de la ley, permitiéndole aportar y proponer caminos de aproximación entre las partes así como fórmulas para superar las permanentes dificultades propias de un proceso de construcción de paz.
La CCN ha impulsado una conciencia por el respeto de los Derechos Humanos y ha sido en Colombia una de las primeras instancias en enfatizar la importancia de garantizar la aplicación del Derecho Internacional Humanitario (DIH), como expresión concreta del respeto por la dignidad de la persona humana en un escenario de confrontación armada. Por ello, ha orientado sus esfuerzos a la superación de la crisis humanitaria mediante el impulso y construcción, a favor de las víctimas, de acuerdos humanitarios que garanticen la protección de la población civil y de los no combatientes, mediante la sujeción de la conducta y acciones de las partes en conflicto a las normas del DIH.
De otro lado, a lo largo de estos años la CCN ha insistido en la necesidad de promover el diseño de una Política Nacional y Permanente de Paz de Estado, cuyas bases y orientaciones congreguen la voluntad de todos los sectores y regiones del país, al tiempo que trascienda las respuestas coyunturales y fracturadas de los diferentes gobiernos, que en ocasiones impiden la instauración de un proceso de paz gradual, estable y de largo plazo.
Así mismo, ha establecido alianzas de trabajo con representantes del cuerpo diplomático en Colombia, organizaciones internacionales, conferencias episcopales en el mundo y agencias del sistema de Naciones Unidas, impulsando una participación activa por parte de la comunidad internacional, ya que la solidaridad y la cooperación foránea resultan fundamentales para la superación negociada del conflicto armado y la edificación de una paz firme y duradera, en los ámbitos político, humanitario y del desarrollo.
Para saber más: http://www.ccncol.org/
Por Nieves San Martín