Una brújula ética para la biomedicina

Conversación en torno a la instrucción vaticana «Dignitas personae»

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ROMA/QUERÉTARO, martes 16 de diciembre de 2008 (ZENIT.org-El Observador).- El 12 de diciembre, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un documento sobre los problemas éticos que enfrenta la manipulación genética en las etapas iniciales de la vida humana.

La instrucción «Dignitas personae. Sobre algunas cuestiones de bioética» ha sido publicada para hacer frente a los problemas de discernimiento ético sobre fecundación artificial, los embriones congelados, la congelación de óvulos, la píldora del día siguiente y un gran elenco de intervenciones humanas en el proceso natural de la fecundación y la vida.

Para hablar de estos temas que hoy golpean a la conciencia católica, ZENIT-El Observador ha realizado la siguiente entrevista al padre Fernando Pascual, L. C., quien es profesor de filosofía y bioética en el Ateneo pontificio Regina Apostolorum en su sede de Roma.

–¿En qué consiste la nueva instrucción «Dignitas personae»?

–P. Fernando Pascual: Se trata de un documento que continúa y profundiza enseñanzas ofrecidas en otros textos de la Iglesia que afrontan problemas éticos de las fases iniciales de la vida humana. En concreto, es un complemento y actualización de la instrucción «Donum vitae» (1987) y de la encíclica de Juan Pablo II «Evangelium vitae" (1995).

–¿Por qué motivos la Iglesia sintió la necesidad de publicar este nuevo documento?

–P. Fernando Pascual: La Iglesia tiene la misión de iluminar las conciencias de los católicos y de las personas de buena voluntad ante problemas y situaciones que necesitan un discernimiento ético. En este caso, las técnicas de fecundación artificial se han desarrollado notablemente en los últimos años, por lo que era necesario recordar criterios ofrecidos la instrucción «Donum vitae», y aplicarlos a las nuevas situaciones.

–En concreto, ¿cuáles son las principales novedades de este documento?

–P. Fernando Pascual: Además de que se ofrece un resumen de los criterios éticos que han de tenerse en cuenta, «Dignitas personae» toca los siguientes temas: la ICSI (una variante de la fecundación in vitro), el problema de los embriones congelados, la congelación de óvulos, la reducción embrionaria, el diagnóstico preimplantatorio, la intercepción (a través del uso de la espiral y de la píldora del día después), la contragestación (con el recurso a la RU 486), la clonación, la terapia génica, las investigaciones con células troncales (stem cells) adultas y embrionarias, la creación de embriones híbridos…

–Son muchos argumentos…

–P. Fernando Pascual: Sí, y sobre los mismos el documento establece los criterios para un discernimiento ético que se hacía imprescindible. Estamos hablando de técnicas que se aplican a la vida humana en sus fases iniciales. Si el ser humano tiene una dignidad intrínseca y ha de ser considerado siempre como persona, esto vale no sólo cuando es adulto y puede hacer valer sus derechos, sino también cuando es un embrión que se desarrolla en los momentos iniciales de su existencia.

–Algunos verán el documento como un conjunto de prohibiciones, y dirán que la Iglesia es enemiga de la ciencia.

–P. Fernando Pascual: Es cierto que el documento ofrece numerosos «noes» ante las técnicas que implican un daño a la vida o a salud de los embriones, y ante todo acto que no respete la correcta transmisión de la vida desde el amor de los esposos y según una antropología bien fundada. Se trata, usando una fórmula de Juan Pablo II, de denunciar el peligro de una «ciencia sin conciencia». A la vez, detrás de cada «no» hay un gran «sí»: un sí a la vida, al respeto, a la defensa de los más débiles, al matrimonio, a la familia, y a una ciencia con ética y con conciencia.

–Hay un punto que durante años ha dividido a los teólogos, y es el tema de los embriones congelados abandonados. ¿Qué dice el documento sobre este punto?

–P. Fernando Pascual: Se trata de un asunto muy complejo y ante el cual se ha discutido durante años. «Dignitas personae» pone en claro que estamos en un contexto sumamente injusto; lo había señalado hace años la instrucción «Donum vitae», y también Juan Pablo II lo recordó en un discurso pronunciado en 1996. En ese discurso, que el nuevo documento reproduce en parte (en el n. 19), Juan Pablo II hacía «una llamada a la conciencia de los responsables del mundo científico, y de modo particular a los médicos para que se detenga la producción de embriones humanos, teniendo en cuenta que no se vislumbra una salida moralmente lícita para el destino humano de los miles y miles de embriones ‘congelados’, que son y siguen siendo siempre titulares de los derechos esenciales y que, por tanto, hay que tutelar jurídicamente como personas humanas».

–En otras palabras, no es posible hacer nada en favor de los embriones congelados.

–P. Fernando Pascual: Creo que ante una situación tan compleja el documento ofrece una indicación muy clara: hay que tener valor para cambiar leyes y comportamientos que han llevado a «producir» y congelar injustamente a miles de embriones. Es decir, la sociedad y los gobiernos deberían dar el paso para prohibir todas las técnicas de reproducción extracorpórea (ICSI y FIVET), así como la congelación de embriones. Mientras no se llegue a dar este paso, los distintos esfuerzos propuestos para tutelar a los embriones congelados serán insuficientes y el problema seguirá aumentando con el pasar de los años.

–¿Qué acogida tendrá un documento como éste?

–P. Fernando Pascual: Todo depende del grado de sensibilidad ética de las personas y del esfuerzo por parte de los obispos, los sacerdotes y los que defienden una bioética bien fundada para saber explicar la riqueza de la instrucción «Dignitas personae». Como se dice al final de la misma y como ya hemos recordado, no se trata simplemente de un conjunto de prohibiciones, sino de una invitación valiente a cultivar y promover una ciencia y una bioética realmente respetuosas de la dignidad del hombre en todas sus etapas, desde que es concebido en el seno materno hasta que llega al momento de su muerte natural.

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ZENIT Staff

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