ROMA, viernes, 6 junio 2008 (ZENIT.org).- «La voz de la fe cristiana. Introducción al cristianismo de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, cuarenta años después», ha sido el tema de un Congreso interdisciplinar celebrado recientemente en Roma.
Zenit ha querido hacer un balance de las conclusiones con uno de los organizadores del acontecimiento, que tuvo lugar del 12 al 13 de mayo, en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum», el padre Juan Pablo Ledesma, L.C., decano de la Facultad de Teología de este centro universitario.
–Según usted, ¿cómo nace la teología del Papa Benedicto?
–Juan Pablo Ledesma: Basta recordar su itinerario formativo. Tras su ordenación sacerdotal, comenzó a trabajar como vicario en una parroquia, y allí se manifestaron sus dotes intelectuales. En 1954 se doctoró en Teología con una tesis sobre el concepto de Iglesia como casa y pueblo de Dios en el pensamiento de san Agustín.
Más tarde obtuvo la capacitación con otra tesis sobre san Buenaventura. Esto muestra su gran cultura y su profundización teológica de las fuentes patrísticas y medievales. Ha enseñado en varias universidades Munich, Tubinga,… En 1961 consiguió la cátedra de Teología Fundamental y en 1964 participó como perito teólogo en el Concilio Vaticano II.
–¿Cuáles son las cualidades que más admira del Papa Benedicto XVI?
–Juan Pablo Ledesma: Son tantas— Quizás las que más me impresionad son su sencillez y su profundidad. Aún me fascinan sus primeras palabras como Papa: «Siervo de la Viña del Señor… instrumento ineficaz». Estas palabras evocan la regla de san Benito, el sexto grado de la humildad, que es aquel en el que el monje se contenta con las cosas más pobres y ordinarias, y se considera un obrero incapaz e indigno respecto a todo lo que le impone la obediencia.
Me impresionan también las expresiones profundas, sencillas y espontáneas de su amor tan personal a Jesucristo. Es un amor que se manifiesta en sus palabras y en sus gestos, y sobre todo en su manera de celebrar la Eucaristía. Todo, en su persona y en su ministerio, está centrado en Jesucristo.
Me atrae también la manera como el Papa saluda a cada persona. Se entretiene, sin prisas, sabe escuchar, acoger, alentar, sonreír. Es fácil notar la bondad de Cristo en su mirada y en su forma de acoger al prójimo. Me impresiona ver al Papa tocando el piano, saludando a los grandes de la tierra o explicando a los niños cómo Jesús está presente en la Eucaristía con el ejemplo de la corriente eléctrica o el micrófono, para mostrar cómo las cosas invisibles son las más profundas e importantes.
-En pocas palabras, ¿cuáles son las ideas más importantes que rigen el pensamiento de Joseph Ratzinger?
–Juan Pablo Ledesma: Es una respuesta difícil y arriesgada… Me parece que podría ser el concepto de fe. Para él la fe necesita de un «Tu» que la sostenga; necesita de un Tu que nos conoce y nos ama, en modo que podamos fiarnos y confiarnos a él como un «niño amamantado en brazos de su madre». En consecuencia, fe, confianza y amor conforman un todo único, una idéntica realidad indestructible. Esta fe es, para el Papa Benedicto, una fe vivida.
Me gusta mucho su interpretación de la palabra «Amén», que no es solo la respuesta de fe al Credo de la Iglesia. Pronunciar «Amén» significa fe, confianza, abandono, fidelidad y amor. «Amén» no es una partícula que concluye todas las oraciones, sino la adhesión total de la persona que reza, que cree, que ama al Amor revelado (logos-veritas) en cuanto que amor encarnado. Amén, en fin, es la respuesta total y radical al símbolo-credo entero: todo o nada. No hay alternativas, pretextos o medias tintas. Así como la persona es totalidad, la respuesta de la fe y del amor debe ser total: amén es sinónimo de «todo».
Creo que la verdad es también el punto crucial en la mente y en la enseñanza de Joseph Ratzinger. Para él el mayor problema que existe y que afronta el hombre de hoy es la falta de verdad: el relativismo; la negación de la verdad.
-¿Usted detecta alguna relación entre «Introducción al Cristianismo y las dos últimas encíclicas?
-Juan Pablo Ledesma: Tanto en Deus caritas est como en Spe salvi encontramos al mismo pastor, pensador y teólogo que hace los conceptos accesibles. Hace cuarenta años el mismo profesor Ratzinger afirmaba: «El amor genera inmortalidad, y la inmortalidad procede unicamente del amor… Si Él ha resucitado, también nosotros resucitaremos, porque el amor es más fuerte que la muerte… O el amor es más fuerte que la muerte o no lo es». El amor por tanto, si es verdadero amor, debe exigir infinitud, indestructibilidad,… Esta reflexión me parece importante qorque es la base de todo y la clave para entender la escatología que el Papa Benedicto XVI nos ofrece en su Spe salvi.
-Entonces, Amor y escatología, ¿no parece una contradicción?
Juan Pablo Ledesma: Todo lo contrario. El amor -si es verdadero amor- exige el juicio porque también es justo. Un amor que juzga es necesario, porque la injusticia del mundo no puede tener la última palabra. Sería injusto. Un amor que destruyera la justicia sería injusto, no sería amor. Más que el día de rendir cuentas, temido y amenazante, el cristiano sabe que su juez será la Verdad, la Trinidad, el Amor, una Persona que siendo hombre, es también nuestro hermano: Jesucristo. Ante el juicio, estas palabras escritas hace cuarenta años nos consuelan y nos hacen esperar: «El hombre no puede desaparecer totalmente, porque es conocido y amado por Dios. Si todo amor anhela la eternidad, el amor de Dios no solo la ansía, sino que la realiza y la personifica».
-¿Qué aspecto más personal, menos académico, de la personalidad del Papa Benedicto, subrayaría?
Juan Pablo Ledesma: A mí me gusta sobre todo la leyenda del oso de Corbiniano, motivo del lema del Papa Benedicto. Es una antigua leyenda… El santo fundador de la diócesis de Frisinga, el monje Corbiniano se dirigía a Roma. Llevaba consigo una bestia de carga. Un oso le atacó y mató al animal. El santo le riñó y le ordenó llevar su equipaje en lugar del animal. Así llegaron juntos a Roma. El cardenal Ratzinger se aplicaba a sí mismo esto, sirviéndose de las palabras de san Agustín comentando el salmo 72,22: «Me he convertido en un animale de carga, y precisamente por eso estoy contigo». Dios se sirve de él, le utiliza, le carga, pero precisamente por eso Dios está cerca de él.
-¿Cuál es el mensaje del Papa Benedicto para este mundo, para hoy?
Juan Pablo Ledesma: Cada miércoles escuchamos su palabra de Pastor universal de la Iglesia, tantas homilías, discurss, mensajes… Es el mensaje de siempre, con acentos particulares. A mi me gusta mucho aquella expresión en su visita a la abadía de Heiligenkreuz: «Dios no nos ha abandonado en un desierto de la nada… Los ojos de Cristo son la mirada del Dios que nos ama». En otras palabras, su mensaje es el mismo mensaje es el mismo de Cristo en el Evangelio: Jesucristo es el Hijo de Dios. Está siempre presente para los hombres, ayer, hoy y mañana. El Jesús de los Evangelios es el Jesús real, el «Jesús histórico», el Cristo. Dios es amo. En esperanza hemos sido salvados.
Por Gisèle Plantec