“La pobreza explica por qué los niños son envueltos en el turismo sexual”

La señora Haaland representó a la Santa Sede en un congreso sobre el tema

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YOKOHAMA, 23 dic 2001 (ZENIT.org).- Ha tenido lugar en Yokohama (Japón), del 17 al 21 de diciembre, el II Congreso Mundial contra la explotación sexual comercial de los niños. La Santa Sede ha participado con una Delegación guiada por la señora Janne Haaland Matlary.

En su intervención, la señora Haaland Matlary ha subrayado que “los niños tienen derecho a una infancia inocente”. “Los niños son por naturaleza encantadores, inocentes, y confiados en los adultos, pero a algunos de ellos cada vez más se les arrebata su verdadera infancia. Son presa de los medios de comunicación, de las fuerzas del mercado, y de gente que los explota sexualmente. Pero los niños son la verdadera esperanza y el futuro de la sociedad y deben ser protegidos y ayudados con todo respeto”.

“La explotación sexual de los niños –ha añadido la representante de la Santa Sede- es un crimen tan odioso que no se sabe cómo expresar sus reacciones y sentimientos. Tanto el tráfico de mujeres y niños, el turismo sexual, y la pornografía infantil en internet han aumentado enormemente desde la primera conferencia sobre explotación comercial de los niños celebrada en Estocolmo en 1996. La combinación de un mercado libre amoral, la decadencia sexual y la pobreza y débiles estructuras familiares explican esta impresionante verdad”.

Desde el punto de vista de la Santa Sede, ha afirmado la señora Haaland Matlary, “no puede haber tolerancia en la explotación comercial de los niños, y tampoco en el nombre de la libertad de expresión o de elección. Los niños nunca consienten a una relación sexual; son víctimas”. Ha recordado La Convención de los Derechos de los Niños que establece la primacía del interés del niño.

“Como madre de cuatro hijos entre los diez y los dieciséis años –ha indicado la señora Haaland Matlary- me siento diariamente preocupada por las amenazas de los medios de comunicación, internet y la decadencia sexual general de nuestra sociedad. La ‘sexualizazión’ de la infancia, llevada a cabo por fuerzas del mercado, contribuye a robar a los niños su natural inocencia. La presentación del sexo como algo normal incluso a una edad temprana, también conduce a una ‘sexualización’ de la infancia que a cambio invita a los abusadores y puede incluso permitirles buscar ‘normalización’ y legitimidad en sus delitos”.

La representante vaticana ha subrayado que “la combinación de pobreza y débiles relaciones familiares a menudo explica por qué los niños son implicados en el ‘turismo sexual’ o se convierten en víctimas del tráfico”. En este sentido, ha insistido en que “la pobreza debe y puede ser combatida a través de más ayuda al desarrollo. En esto tanto las organizaciones internacionales cono las comunidades locales tienen algo que decir. El mismo turismo sexual en muchos países en vías de desarrollo debe ser combatido tanto desde el lado de ofertda como de la demanda. Las familias pobres del mundo en vías de desarrollo pueden y deben ser ayudadas, y los clientes-explotadores pueden y deben ser detectados y castigados efectivamente a través de la cooperación legal internacional. En este sentido, son importantes los progresos de la legalidad extraterritorial. Tanto el turismo sexual como la pornografía infantil por internet son fenómenos globales y debe ser combatidos con auténticas armas policiales globales”.

La representante vaticana subrayó la importancia que tiene la familia en la protección de los niños contra una “sociedad predatoria” que no vela por el interés del niño. Llamó la atención también sobre el hecho de que la explotación sexual de la infancia no se da sólo en los países pobres sino también en la sociedad occidental, como fruto de una “gran crisis moral” y de un “declive de los valores”.

“Debemos analizar las causas de este delito al mismo tiempo que luchamos contra su presencia en los diversos modos sugeridos en el borrador de plan de acción”, ha insistido la señora Haaland Matlary indicando que “la Santa Sede hará la parte que le corresponde, según su naturaleza específica y su competencia para combatir el mal del abuso sexual comercial de niños, un delito con el que no puede haber componendas ni puede ser excusado”.

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ZENIT Staff

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