WASHINGTON, viernes, 9 junio 2006 (ZENIT.org–El Observador).- Mientras se espera la Conferencia entre senadores y diputados, para esclarecer los alcances y los límites de una reforma migratoria en Estados Unidos, el presidente de este país, George W. Bush descartó cualquier posibilidad de una deportación masiva de indocumentados que laboran de manera ilegal en su territorio.
El presidente intervino este jueves en un desayuno de oración con un discurso de unos quince minutos ante unos 750 líderes hispanos cristianos y representantes de la sociedad
En el acto, Bush descalificó la idea de la deportación que manejan sectores conservadores del Partido Republicano (partido del propio presidente): «no va a funcionar, es impráctica», señaló el presidente, quien se encuentra a favor de una reforma radical del sistema de migración estadounidense.
Según un despacho de la agencia EFE, George W. Bush se refirió nuevamente al acalorado debate sobre la reforma migratoria en Estados Unidos e insistió en la necesidad de lograr un «punto medio razonable» para solucionar el problema.
El mandatario desarrolla una campaña a fin de lograr apoyo para una reforma migratoria que incluya un programa de trabajadores invitados y lo que define como «oportunidad de ciudadanía ganada» que sus críticos califican como «amnistía», según el reporte noticioso.
Durante el desayuno de oración, Bush hizo un llamado al Congreso para acordar una reforma migratoria que tenga consecuencias favorables para todos los implicados en un país en el que estados como California, ocupan 96 por ciento del total de su fuerza de trabajo agrícola, con indocumentados mexicanos.
El mandatario estadounidense apeló al «sentido común» para que la ley migratoria refuerce la frontera, respete las leyes, trate a la gente con respeto y recuerde «que la grandeza de Estados Unidos es el hecho de que hemos logrado venir de diferentes orígenes, unidos por ideales comunes y que vivimos en una nación bajo Dios», concluyó Bush.