PADUA, 20 marzo 2002 (ZENIT.org).- Un Giotto totalmente nuevo, a todo color. Así se presentará al público, a partir del 25 de marzo, la Capilla de los Scrovegni, en Padua (Italia).
Ocho meses de obras de restauración tras veinte años de investigaciones han servido para recuperar el cielo de color azul brillante, las aureolas doradas, y los trazos oscuros de lágrimas maternas, que destacan en este conjunto pictórico, una de las máximas expresiones de la pintura
medieval.
Se trata de 103 escenas bíblicas que se extienden a lo largo de 900 metros cuadrados de frescos, pintados en tres años (entre 1303 y 1305) por Ambrogio Bondone (1267-1337), que pasó a la historia como Giotto, conocido también por sus frescos de la basílica de san Francisco de Asís.
La restauración fue presentada oficialmente el 18 de marzo en un acto público que contó la asistencia del jefe del Estado, Carlo Azeglio Ciampi.
La gran dimensión de la obra pictórica de la capilla, encargada en 1300 por el banquero paduano Enrico Scrovegni, no permite una visión de conjunto. Esto obliga al visitante a seguir la historia de Cristo, contada por Giotto, como si se tratara de una secuencia cinematográfica.
En la pared de entrada se encuentra el Juicio Universal. En las paredes laterales y en torno al arco del ábside, en 38 recuadros, se recorre la Historia de la Redención, en la que destaca la escena de la Crucifixión con las virtudes (a la derecha), y los vicios (a la izquierda).
Es una obra de madurez, realizada por Giotto, con ayuda de sus alumnos. La gran revolución de Giotto fue ofrecer una visión del mundo de inicios del Renacimiento capaz de implantar lo nuevo en las raíces de lo antiguo.
Era el modo de afirmar la nueva era, llevando a la pintura la idea cristiana del «ya pero no todavía».
Con los detalles de las expresiones del rostro y el uso experimental del color y el diseño, Giotto alcanzó una sorprendente profundidad que constituye el triunfo de la perspectiva con respecto a la pintura a dos dimensiones que le había precedido.
Cuando la Capilla abra sus puertas, los visitantes podrán entrar en grupos de máximo 25 personas durante quince minutos con el objetivo de reducir al máximo la condensación provocada por la respiración.