CIUDAD DEL VATICANO, martes, 1 marzo 2005 (ZENIT.org).- «La Iglesia, que es experta en humanidad, lo es también en comunicación». Es la constatación del profesor de comunicación español José Francisco Serrano Oceja, ponente en el Simposio sobre Iglesia y Medios celebrado en el Vaticano el pasado viernes.
Para José Francisco Serrano, que también es redactor jefe del semanario «Alfa y Omega», «la evangelización es la comunicación no sólo de una palabra, sino de un modo y forma de vida; es una propuesta de sentido».
Entre evangelización y comunicación hay otro elemento, según el profesor Serrano que «los vehicula: el de cultura».
El doctor en comunicación citó la reciente carta apostólica del Santo Padre, «El rápido desarrollo» según la cual «la comunicación penetra las dimensiones esenciales de la Iglesia».
«¿Por qué no pasa el mensaje?», se preguntó en voz alta este intelectual español. «¿Es sólo un problema de contexto; lo es de texto a la hora de evangelizar comunicativamente?». Para él, «el problema de la comunicación de la Iglesia, y en la Iglesia, puede ser de reduccionismo a la hora de poner en la práctica la comunicación que la caracteriza».
José Francisco Serrano, que es autor de «Confesiones de un cristiano perplejo» (2000) dijo que «en el trabajo profesional, con frecuencia, he notado que en la Iglesia existe una clara conciencia del valor de la comunicación: interpersonal, grupal, de masas, con muy variados lenguajes, acciones, contextos, tiempos, en formas siempre complementarias».
«Pero no siempre se tiene en cuenta que mientras no toda comunicación es informativa, sí toda información es comunicativa», diferenció.
El profesor Serrano está convencido de que «los problemas de la Iglesia, en la relación con los medios de comunicación, no se encuadran, principalmente, en el ámbito la comunicación, sino en el de la información».
«Da la impresión de que existe una hipertrofia comunicativa frente a una atrofia informativa. No quisiera pensar que se da una especie de miedo a la información, por lo que es y por lo que hoy, por desgracia, representa», dijo.
El redactor jefe del semanario «Alfa y Omega» lamentó que «aún no se ha despegado de la mentalidad eclesial una concepción utilitarista de los medios de comunicación y de la información».
Por otra parte, «la sola presencia de la Iglesia, y de su mensaje, en los medios, además de romper con la espiral del silencio, consigue un clima social favorable a la defensa del hombre», hizo notar el periodista y escritor.
¿Cómo superar las tentaciones del miedo a la información que se pueden dar en personas o instituciones de la Iglesia? «Simplemente con una purificación del concepto de información, y de los procesos y de los lenguajes de la información, incrustando este fenómeno en el que le da sentido y plenitud: la comunicación», sugirió este laico y padre de dos hijos.
«La Iglesia se encuentra sentada en el juicio público de la credibilidad social en la medida en que su legitimidad, su pertinencia, se ve sometida al plebiscito diario de la información», recordó.
En opinión de Serrano Oceja, «las relaciones entre el universo de los medios y la Iglesia hay que analizarlas desde el permanente juicio de credibilidad que los medios tienen sistemáticamente sometida a la Iglesia».
«Cuando hablo del juicio de credibilidad al que los medios tienen sometida a la Iglesia, me estoy refiriendo también a la pregunta por el futuro de la Iglesia. La credibilidad hoy de la Iglesia pasa indiscutiblemente por los medios de comunicación», afirmó el conferenciante.
«¡Cuántas veces hemos argumentado, ante una noticia sobre una persona de Iglesia o institución de Iglesia no suficientemente contrastada, que yo no reconozco a ésa Iglesia, no es la que yo vivo y me relaciono», puso de relieve.
«El esfuerzo por pasar la prueba del juicio de credibilidad que los medios tiene sometidos a la Iglesia es el esfuerzo por la formación de la identidad de muchos de los católicos», sugirió.
«Una Iglesia que no comunica, no es Iglesia; y una Iglesia que no informa, ¿es Iglesia?», concluyó interpelando al público.