ROMA, 30 septiembre 2002 (ZENIT.org).- La prohibición de los vuelos humanitarios en el sur de Sudán impuesta por el gobierno de Jartum está condenando al hambre a esas poblaciones, que además tienen que soportar bombardeos del Gobierno, denuncia de sus obispos.
Monseñor Cesare Mazzolari, obispo de Rumbek, ha lanzado su llamamiento a través de los micrófonos de «Radio Vaticano» a favor de las poblaciones cristianas y animistas que desde hace veinte años sufren una guerra que ha causado ya unos dos millones de muertos.
Las negociaciones de paz entre el gobierno de Jartum y el Ejército de Liberación de los Pueblos de Sudán fueron interrumpidas a inicios de septiembre, después de que los rebeldes conquistaran la localidad de Torit.
«Con los bombardeos, en la zona que está más al sur de Sudán todo está paralizado; no podemos entrar para evacuar a las personas y ellas no pueden salir», afirma.
«La Iglesia sigue siendo perseguida en el norte de Sudán y muchas veces los objetivos de estos bombardeos son las iglesias y las obras que realiza la Iglesia, como los hospitales, las escuelas, los dispensarios», denuncia.
«La causa principal de esta guerra para todos los contendientes es el petróleo –reconoce–, pero se da también el intento de islamizar y arabizar a la fuerza a la población del sur de Sudán».
El prelado lanza un llamamiento a la comunidad internacional para que se reanuden los vuelos humanitarios y se detengan los bombardeos, a los que califica de actos de «terrorismo».