El pontífice recordó elementos fundamentales de la vocación misionera al encontrarse con 150 participantes en la asamblea general del Consejo superior de los directores generales de las Pontificias Obras Misioneras, entre ellos al cardenal Crescenzio Sepe, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, organismo vaticano al que están confiadas las Obras Misioneras.
Esta institución, constató, tiene entre sus objetivos principales «suscitar vocaciones «ad gentes» y de por vida, tanto en las Iglesias antiguas como en las más jóvenes».
Juan Pablo II recordó que este año se celebra el 160 aniversario de la Pontificia Obra de la Santa Infancia y por ello subrayó «el gran compromiso de actividad y de sensibilización que esta Obra lleva a cabo ‘desde la infancia’ para promover la causa misionera».
Al expresar todo su «aprecio por estos ‘chicos misioneros’», el Papa confesó ya la alegría que le causará recibir a una delegación, «numerosa y vivaz», de estos «chicos y chicas [misioneros] de todo el mundo que vendrán a Roma para celebrar el significativo aniversario de su Obra benemérita».
El encuentro del Papa con la Obra de la Santa Infancia tendrá lugar el 14 de junio.
A esos muchachos les recomendó rezar el «el Rosario misionero», donde cada decena tiene un color que representa un continente diferente.
–El blanco, explicó, «para la vieja Europa, para que sea capaz de recuperar la fuerza evangelizadora que ha engendrado en tantas Iglesias»;
–El amarillo «para Asia, plena de vida y juventud»;
–El verde «para Africa, sometida a la prueba del sufrimiento»;
–El rojo «para América, semillero de nuevas fuerzas misioneras»;
–El azul para «Oceanía, que espera una difusión más capilar del Evangelio».
La Pontificia Obra de la Santa Infancia, fundada en 1843, «defiende los
derechos de los niños a crecer en su dignidad de hombres y mujeres».
