Abandonar el culto eucarístico compromete la identidad de la Iglesia

Según monseñor Brandolini, presidente del Centro de Acción Litúrgica

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PONTECORVO, 23 junio 2003 (ZENIT.orgAvvenire).- El abandono o el desconocimiento de la adoración eucarística representa una grave pérdida, que compromete la propia identidad eclesial, advirtió el obispo de Sora-Aquino-Pontecorvo, Luca Brandolini, quien preside el Centro de Acción Litúrgica italiano (CAL).

Comentando la reciente encíclica de Juan Pablo II «Ecclesia de Eucharistia», el prelado subrayó la expresión que utiliza el Papa: «culto eucarístico». «Engloba naturalmente los términos de “adoración” y “contemplación”», explicó.

Dicho «culto, en el sentido específico cristiano –esto es, en «Espíritu y verdad»–, se define sobre todo como actitud interior fruto de la presencia-acción del Espíritu, y está destinado a manifestarse, según la «ley de la encarnación», en palabras y en gestos «auténticos» que dan vida a las «formas» de la oración personal y comunitaria», continuó monseñor Brandolini.

De ahí que el culto eucarístico se convierta en «en experiencia de escucha, de contemplación, de adoración, de ofrecimiento, de diálogo y de comunión», constató.

En la encíclica de Juan Pablo II se lee: «El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia» (n. 25) y es «fuente inagotable de santidad» (n. 10), recordó el presidente del Centro de Acción Litúrgica.

La consecuencia que se deriva de ello es que «el abandono o el desconocimiento de este culto, como ha ocurrido en algunos lugares, especialmente fuera de Italia, es una grave pérdida, que por encima de todo compromete la misma identidad eclesial», advirtió.

Por ello, el prelado insistió en la necesidad de «relanzar» el culto eucarístico en los modos que ya se previeron hace tres décadas en la instrucción post-conciliar de 1967 «Eucharisticum mysterium» y en el «Rito del culto eucarístico» publicado en 1973.

En su encíclica, el Santo Padre subraya –apuntó el prelado– que «de la Eucaristía no sólo celebrada, sino también «contemplada» y adorada, la Iglesia vive y lleva a cabo en el mundo su misión de anuncio-testimonio del misterio pascual».

Es el motivo por el que el Papa «exhorta a los pastores no sólo a dar testimonio personal, sino también a alentar y promover las diferentes formas de culto eucarístico. Incluso para mantener viva e incrementar una “tradición” que ha producido frutos de santidad en la Iglesia».

En cuanto a las modalidades del culto, el obispo Luca Brandolini observó que la encíclica sitúa como «principio inspirador» que «aquellas expresen y favorezcan «el arte de la oración», que en la tradición y experiencia eclesial es esencialmente «diálogo»».

«Un diálogo del que forman parte la escucha de la Palabra de Dios y la contemplación, que se favorece a través del silencio prolongado, la respuesta del canto y de la oración –de alabanza, de acción de gracias y de invocación–», concluyó.

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ZENIT Staff

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