Ante los escándalos, los obispos de EE. UU. dirán en Dallas: «Se acabó»

Declaraciones del cardenal McCarrick a la prensa

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WASHINGTON, 22 mayo 2002 (ZENIT.org).- El cardenal de Washington ha confirmado la enérgica firmeza con la que la Iglesia en Estados Unidos pretende crear una política de reacción ante los abusos sexuales de menores provocados por sacerdotes.

El cardenal Theodore McCarrick, de 71 años, expuso su posición en un encuentro mantenido este lunes con la redacción del diario «USA Today» centrado en la asamblea plenaria de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que afrontará el argumento del 13 al 15 de junio en Dallas.

Según el cardenal, los trescientos obispos estadounidenses que participarán en el encuentro deben dejar al concluir la cita un mensaje muy claro: «Se acabó».

Para prepararse para Dallas, el cardenal confiesa que está siguiendo tres pasos: «Ante todo, rezas un montón. En segundo lugar, escuchas al mayor número posible de personas. En tercer lugar, te preparas para tener algo que pueda ser aceptado por los obispos».

«Si después de Dallas, surgen casos nuevos, sabremos cómo comportarnos», añade.

Algunos consideran que la reunión de junio llega demasiado tarde. El cardenal responde: «Probablemente deberíamos haber tenido una reunión especial. Pero quizá ha estado bien esperar, pues de este modo el Santo Padre, el Vaticano, han podido intervenir, y eso ha sido de ayuda».

Ahora, explica, «tiene que haber medidas nacionales que toda diócesis tiene que aceptar. Estamos persiguiendo este objetivo por el bien de las víctimas, de la iglesia, de la gente».

Por lo que se refiere al tipo de política que debe adoptar la Iglesia, el arzobispo es muy claro: «Cuando el Santo Padre nos habló dijo que no hay espacio en el sacerdocio para quien daña a los niños o a los jóvenes. Creo estas palabras se han convertido en nuestro mantra».

Los obispos, aclara, están sumándose a la política de «un error y fuera» («one strike, you´re out») del ejercicio del ministerio sacerdotal tanto para los casos futuros como para los pasados, aunque reconoce que esa política podría suscitar dudas, sobre todo ante casos que tuvieron lugar hace mucho tiempo, por ejemplo hace 30 años.

Ante la posibilidad de que personas de tendencia homosexual puedan entrar en el seminario para prepararse a ser ordenados sacerdotes, el cardenal explica: «Para mí el elemento clave es que vivan en castidad».

En el caso de un joven con tendencia homosexual que quiere entrar al seminario, el arzobispo de la capital estadounidense explica que analizaría caso por caso para ver si está dispuesto y es capaz de vivir la castidad.

Ahora bien, explica, podría ser que «la aplastante mayoría de la opinión [del episcopado] considere que éstos hombres no deberían ser admitidos en el seminario. Yo no he llegado a esta conclusión. Pero si me dicen que lo haga, lo haré. Con toda seguridad no admitiría a alguien que me dice haber tenido una vida homosexual activa».

Por último, el cardenal hace una observación sobre la manera en que los medios de comunicación han tratado este asunto: «Hace un par de semanas pude ver en la prensa que, si el responsable de abusos es un líder Boy Scout termina en la página 20; si es ministro de otra religión, aparece en la página 6; si es un sacerdote católico se convierte en título de primer página».

Esta posición de la prensa, reconoce, se debe a dos motivos: «uno bueno y uno malo». Y se explica: «El bueno es que la gente se espera mucho de los sacerdotes».

«El malo –añade– es que mucha gente, en nuestra sociedad, algunos de ellos muy poderosos, ven a la Iglesia católica un enemigo en cuestiones ligadas a la vida –aborto, eutanasia, suicidio asistido–. Ven a la Iglesia un enemigo en términos de valores familiares –divorcio y temas parecidos–. Sienten que atacando a la Iglesia, reducirán su credibilidad y, de este modo, las palabras de los obispos serán ignoradas».

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ZENIT Staff

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