Benedicto XVI: Seguid apoyando a los cristianos de Oriente

Audiencia a los participantes en la Asamblea de la ROACO

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy al recibir a los participantes en la Asamblea de la Reunión para la Ayuda de las Iglesias Orientales (ROACO) en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

* * * * *

Señor cardenal,

Venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

Queridos Miembros y Amigos de la ROACO,

Os acojo con alegría para la sesión veraniega de la Riunione delle Opere in Aiuto alle Chiese Orientali y agradezco de corazón al cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, por el saludo que me ha dirigido. Lo devuelvo acompañado por el recuerdo al Señor y lo extiendo al arzobispo secretario, al subsecretario y a los colaboradores del dicasterio, con un pensamiento cordial para el representante pontificio en Jerusalén, en Israel y Palestina, para el arzobispo maronita de Chipre y el padre Custodio de Tierra Santa, reunidos aquí con los representantes de las agencias católicas internacionales y de la Bethlehem University. A todos expreso mi gratitud y la de toda la Iglesia, en particular de los pastores y de los fieles orientales y latinos de los territorios confiados a la Congregación Oriental y de cuantos han emigrado de la madre patria.

[En francés]

Todos deseamos a la Tierra Santa, Iraq y Oriente Medio, el don de una paz estable y una convivencia sólida. Estos nacen del respeto de los derechos humanos, de las familias, comunidades y pueblos, y de la superación de la discriminación religiosa, cultural o social. Os encomiendo a Dios, pero también a vosotros, la llamada que lancé en Chipre para el Oriente cristiano. ¡Como instrumentos de la caridad eclesial, seguid colaborando por la construcción de la justicia, en la libertad y la paz!

Animo a los hermanos y hermanas que, en Oriente, comparten el don inestimable del bautismo, a perseverar en la fe, y, a pesar de los muchos sacrificios, a permanecer donde nacieron. Al mismo tiempo, insto a los orientales migrantes que no se olviden de sus orígenes, sobre todo religiosas. Su lealtad y coherencia dependen de humana y cristiana. Deseo rendir un homenaje especial a los cristianos que sufren violencia por causa del Evangelio, y les encomiendo a Dios. Sigo contando con los líderes de las naciones para que garanticen de manera real, y en todas partes, sin distinción, la profesión pública y comunitaria de las creencias religiosas de cada uno.

El año pasado, con ocasión y en razón del año sacerdotal, pedí que se prestara especial atención a los ministros de Cristo y de la Iglesia. Han surgido frutos abundantes de santidad no sólo para los sacerdotes, sino también para todo el pueblo de Dios. Ruego al Espíritu Santo que confirme estos signos del favor divino a través del don de las vocaciones, que la comunidad eclesial, tanto en Oriente como Occidente, tanto necesita.

[En alemán]

Estoy contento de constatar que las Iglesias orientales católicas han colaborado con celo en la concreción de los objetivos del Año sacerdotal, y que las obras de ayuda de la ROACO han querido sostenerlas también en este ámbito. No habéis considerado sólo la formación de los candidatos a las órdenes sagradas, que es una prioridad constante, sino también las exigencias del clero activo en la pastoral, como, por ejemplo, una puesta al día espiritual y cultural y ayudas a los sacerdotes, sobre todo en la fase difícil, pero al mismo tiempo fecunda, de la enfermedad y de la vejez. De esta forma, contribuis a irradiar en la Iglesia y en la sociedad actual el don precioso e indispensable del servicio sacerdotal. En el mundo antiguo, oriente era sede de grandes escuelas de espiritualidad sacerdotal. La Iglesia de Antioquía, para llevar un ejemplo, produjo santos excepcionales: sacerdotes extremamente cultos, que no se pusieron por delante a sí mismos, sino a Cristo y a los apóstoles. Se dedicaron enteramente al anuncio de la Palabra y a la celebración de los misterios divinos. Estaban en condiciones de tocar a las personas profundamente en su conciencia y llegar allí donde con medios meramente humanos no se habría podido llegar.

Queridos amigos, con vuestro compromiso contribuis sobre todo al hecho de que los sacerdotes de las Iglesias orientales, en nuestro tiempo, puedan ser eco de aquella herencia espiritual. En la red de instituciones escolares y sociales, que es justamente una instancia vuestra, esta dará un fuerte impulso para florecer en una firme perspectiva pastoral. Cuando los sacerdotes, en su servicio, son guiados por motivos verdaderamente espirituales, entonces también los laicos son reforzados en su compromiso de ocuparse de las cosas temporales según su propia vocación cristiana.

[En inglés]

Ahora tenemos la tarea común de la preparación para la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. Doy gracias a Dios por esta iniciativa, que ya está produciendo los frutos beneficiosos de la «comunión y testimonio» para los que inicialmente se convocó el sínodo. El año pasado en Castel Gandolfo, tuve el placer de anunciar esta Asamblea sinodal durante una reunión de oración y reflexión fraterna con los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias Orientales.

Durante mi reciente visita a Chipre, que recuerdo con mucha gratitud a Dios ya los que me acogieron, entregué el Instrumentum laboris de esta Asamblea Extraordinaria a los representantes del Episcopado de Oriente Medio. Estoy satisfecho con la amplia cooperación proporcionada hasta ahora por las Iglesias de Oriente y por la labor que, desde el principio, la ROACO ha hecho y continúa haciendo para este acontecimiento histórico. Este esfuerzo conjunto tendrá resultados fructíferos, debido a la presencia de algunos de sus representantes en esta reunión episcopal, y su relación permanente con la Congregación para las Iglesias Orientales.

[En italiano]

Queridos amigos, os pido que contribuyáis con vuestras obras a mantener viva la “esperanza que no defrauda» entre los cristianos de Oriente (Rm 5,5; cfr Instrumentum laboris, Conclusiones). En el “pequeño rebaño” (Lc 12,32) que éstos componen ya está operante el futuro de Dios, y la “vía estrecha” que están recorriendo está descrita por el Evangelio como “camino a la vida” (Mt 7,13-14). ¡Quisiéramos estar siempre a su lado! Confiado en la intercesión de la Santísima Madre de Dios y de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, confío al Señor a los benefactores, amigos y colaboradores vivos y difuntos, unidos de diversas formas a la ROACO, con un particular recuerdo a monseñor Padovese, recientemente desaparecido, mientras imparto sobre cada uno de vosotros, sobre los que componen y los que apoyan las Agencias internacionales, como sobre todas las amadas Iglesias Orientales Católicas, la confortadora Bendición Apostólica.

[Traducción del original plurilingüe por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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ZENIT Staff

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