Cardenal López Trujillo: Los estados totalitarios no aceptan la objeción de conciencia

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 3 mayo 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, ha explicado que un estado que no acepta la objeción de conciencia se convierte en un estado totalitario.

En declaraciones a la agencia de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, Fides, el purpurado colombiano ha comentado las críticas de exponentes del gobierno español a la invitación que en días precedentes él mismo había lanzado a funcionarios públicos para no oficiar bodas entre homosexuales, recurriendo a la objeción de conciencia.

El Congreso ha aprobado por 183 votos a favor, 136 en contra, y 3 abstenciones, el proyecto de Ley que modifica el Código Civil para extender el derecho a contraer matrimonio y a adoptar niños a las pajeras del mismo sexo. El texto será remitido al Senado y regresará al Congreso, previsiblemente el mes de junio, donde debería ser ratificado de manera definitiva.

Según aclara el cardenal López Trujillo, sólo un Estado totalitario no respeta que un ciudadano haga uso de la objeción de conciencia, ya que cualquier persona puede elegir «no tomar parte de un delito que representa la destrucción del mundo».

En concreto, el cardenal se remite a los artículos 69, 73 y 74 de la encíclica «Evangelium Vitae», que establecen que «quien recurre a la objeción de conciencia», por motivos justificados, «debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional».

El cardenal recuerda que este derecho «aparece siempre en el Derecho y en las constituciones de todo el mundo y el Estado tiene que respetarse sin amenazas».

«Si uno practica la objeción y es despedido del trabajo, entonces nos encontramos ante el más crudo de los totalitarismos. La democracia respeta siempre la libertad, no respetar este principio es grave y peligroso», señaló el cardenal.

«La ley de la que hablamos es una herida profunda en sentido moral de la fe», aclaró justificando su propuesta.

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ZENIT Staff

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