ROMA, 7 octubre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II acogió esta mañana a Su Beatitud Teoctist, patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana, ante 200.000 peregrinos de todo el mundo — presentes en Roma con ocasión de la canonización de Josemaría Escrivá –, al término de la audiencia general celebrada este lunes en la Plaza de San Pedro.
Este ha sido el primer acto oficial de una visita con la que el patriarca corresponde al viaje que realizó el Santo Padre a su país, en mayo de 1999, la primera visita de un obispo de Roma a tierras ortodoxas.
En el marco de la misma, ambos firmarán una importante declaración común que supondrá un nuevo paso en el camino hacia la unidad plena de estas dos Iglesias, separadas desde 1504.
«Beatitud y querido hermano: usted realiza esta visita animado por mis mismos sentimientos y por mis mismas expectativas – dijo el Santo Padre al darle la bienvenida –. Encontrarnos junto a la tumba de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo es signo de nuestra común voluntad de superar los obstáculos que aún impiden el restablecimiento de la plena comunión entre nosotros»
«También la actual visita es un acto purificador de nuestras memorias de división, de confrontación a menudo encendidas, de acciones y palabras que han conducido a dolorosas separaciones», observó el Papa.
«El futuro, con todo, no es un túnel oscuro y desconocido — añadió –. Este ya está iluminado por la gracia de Dios; sobre él, la luz vivificante del Espíritu ya arroja un reflejo consolador. Esta certeza no sólo prevalece sobre cada desaliento humano, sobre el cansancio que a veces frena nuestros pasos; ésta nos convence sobre todo de que nada es imposible para Dios, y de que por lo tanto, si somos dignos, Él nos concederá también el don de la plena unidad».
La visita del patriarca de la Iglesia ortodoxa rumana concluirá el 13 de octubre, día en que el Papa presidirá la Liturgia Eucarística en presencia de Su Beatitud Teoctist en la basílica vaticana. Juan Pablo II y el patriarca compartirán la Liturgia de la Palabra, rezarán juntos, harán la profesión de fe en lengua rumana y se separarán en el momento de la plegaria eucarística.
«Que estos días puedan alimentar nuestro diálogo, nutrir nuestras experiencias, hacernos más conscientes de lo que nos une de nuestras raíces comunes de fe, de nuestro patrimonio litúrgico de los Santos y de los Testigos que tenemos en común. Quiera el Señor hacernos experimentar una vez más lo bello y dulce que es invocarlo juntos», concluyó el Papa en su discurso de bienvenida.
