El beato Leopoldo de Alpandeire, un “canto a la humildad”; según el Papa

Se une espiritualmente a su beatificación, en Granada

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CASTEL GANDOLFO, domingo, 12 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La vida del capuchino Leopoldo de Alpandeire, beatificado este domingo en la archidiócesis de Granada, fue un «canto a la humildad y a la confianza en Dios», asegura Benedicto XVI.

Tras rezar el Ángelus a mediodía de este domingo, el Papa se unió con un mensaje a los más de 60 mil peregrinos, congregados en la Base Aérea de Armilla, con motivo de esa celebración, presidida en su nombre por el arzobispo Angelo Amato, prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos.

Dirigiéndose, en español, ante los fieles presentes en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolofo, el pontífice recodó que «la vida de este sencillo y austero religioso capuchino es un canto a la humildad y a la confianza en Dios y un modelo luminoso de devoción a la Santísima Virgen María».

Por eso, invitó «a todos, siguiendo el ejemplo del nuevo beato, a servir al Señor con sincero corazón, para que podamos experimentar el inmenso amor que Él nos tiene y que hace posible amar a todos los hombres sin excepción».

En la beatificación, a la que asistieron españoles de varias diócesis vecinas a Granada, estaba presente  Ileana Martínez, 50 años, de origen puertorriqueño, la mujer que quedó curada de manera científicamente inexplicable de Lupus, patología degenerativa que no tiene curación. Este milagro, atribuido a la intercesión del nuevo beato, ha sido decisivo para su elevación a los altares en el proceso canónico.

Granada, «afortunada»

Durante la homilía, el arzobispo Amato afirmó que «si Granada es conocida en todo el mundo por la Alhambra, también lo es por muchos devotos de fray Leopoldo. Granada es una ciudad afortunada porque ha contemplado el espectáculo glorioso de la santidad del beato fray Leopoldo, y por eso fue nombrado su hijo adoptivo».

El capuchino, añadió, «enseñó el camino de la justicia» a través de su «caridad, humildad y devoción mariana», con el testimonio y palabras de su vida, dedicada en buena parte a pedir limosna, incluso en los momentos de «persecución religiosa».

«Con frecuencia recibía insultos y apedreamientos y una vez a punto estuvo de que lo lincharan», explicó el arzobispo.    «Fray Leopoldo sabía los riesgos que corría pero consiguió que incluso los más anticlericales le dijeran que ojalá todos fueran como él».

La ceremonia comenzó co el Avemaría de Schubert interpretado por la cantante granadina Rosa López, acompañada por el piano. El prefecto leyó la carta apostólica por la que el Papa Benedicto XVI inscribe en el elenco de los beatos al fraile, conocido popularmente como «el limosnero de las tres Avemarías». Tras la proclamación de su beatificación fue descubierto un tapiz de grandes dimensiones con la imagen del capuchino.

En la beatificación, participaron el cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, así como monseñor Francisco Javier Martínez, arzobispo de Granada; el cardena Carlos Amigo Vallejo, l arzobispo emérito de Sevilla, el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río, y monseñor Bernabé de Jesús Sagastume Lemus, O.F.M. Cap., obispo de Santa Rosa de Lima en Guatemala.

Hortelano y limosnero

Nacido en el pueblo de la Serranía de Ronda de Alpandeire (Málaga) el 24 de junio de 1864, Francisco Tomás se dedicó en su niñez a cuidar un pequeño rebaño de ovejas y cabras y a arar la tierra, y años más tarde, el 16 de noviembre de 1899, abrazó la vida religiosa en el convento de los capuchinos en Sevilla, donde continúo trabajando en el huerto de los frailes.

En el otoño de 1903 se trasladó a Granada y desde un principio desempeñó el oficio de hortelano, con estancias alternativas en los conventos de esta ciudad, Sevilla y Antequera. En 1914 regresó para quedarse definitivamente a Granada. De limosnero, recorrió los pueblos de Andalucía Oriental. Cuando alguien le pedía un favor, siempre pedía a la persona que rezara tres Ave Marías.

Falleció en la mañana del 9 de febrero de 1956 con fama de santidad. Desde entonces, cada año miles de devotos visitan la cripta en la que descansan sus restos.

Más información en ZENIT 9 de septiembre de 2010.

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ZENIT Staff

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