El Papa : el futuro necesita sacerdotes “preparados e intrépidos”

En la audiencia a la comunidad del Colegio Pontificio Filipino

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ROMA, lunes 21 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia necesita sacerdotes bien preparados, no sólo desde el punto de vista académico, para responder a los desafíos del futuro. Lo dijo Benedicto XVI, en la audiencia del pasado sábado en el Vaticano, a la comunidad del Colegio Pontificio Filipino, con ocasión del quincuagésimo aniversario de su fundación por obra de Juan XXIII el 7 de octubre de 1961.

En su discurso el Papa se ha detenido en los aspectos más importantes que deben caracterizar los años de formación de los sacerdotes jóvenes y los ha animado a “crecer “en la fe”, a luchar “por la excelencia en vuestros estudios”, y a aprovechar “cada oportunidad que se os ofrece para alcanzar la madurez espiritual y teológica, de manera que estéis equipados, entrenados y valientes para afrontar lo que os espera en el futuro”.

“Como sabéis-continuó diciendo- una formación completa para el sacerdocio incluye no sólo la parte académica: más allá del componente intelectual que se os ofrece aquí, los estudiantes del Colegio Filipino se forman también espiritualmente a través de la historia viva de la Iglesia de Roma y el brillante ejemplo de sus mártires cuyo sacrificio los configura perfectamente en la persona de Jesucristo mismo”.

En este vuestro periodo de permanencia en Roma, dijo el Santo Padre, no olvidéis las necesidades de los miembros de la comunidad filipina, haciendo que exista siempre “un equilibrio saludable entre las necesidades de la pastoral local y los requerimientos académicos de vuestra estancia aquí, en beneficio de todos”.

En su discurso de saludo al Papa, el Rector, padre Gregory Ramon Gaston, constató el esfuerzo de su Colegio de “extraer el máximo de nuestra permanencia en Roma”, e hizo referencia a lo escrito por Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica post-sinodal Verun Domini: “que cada jornada nuestra esté plasmada por el encuentro renovado con Cristo, Verbo del Padre, hecho carne”.

“Que el Espíritu Santo -concluyó- continúe guiándonos y reforzándonos para que seamos ministros de la Palabra de Dios cada vez más eficaces”.

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ZENIT Staff

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