El Papa podría viajar a Armenia en el XVII centenario de su conversión

Emocionante celebración ecuménica con el patriarca de todos los armenios

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CIUDAD DEL VATICANO, 10 nov (ZENIT.org).- La histórica visita del patriarca de la Iglesia apostólica armenia, Karekin II, a Juan Pablo II en el Vaticano llegó hoy a su punto culminante con una celebración ecuménica presidida por los dos líderes cristianos en la Basílica Vaticana.

Ha sido el primer encuentro del nuevo patriarca de todos los armenios con el obispo de Roma, que comenzó ya ayer por la tarde con una primera audiencia privada en la Sala Clementina del Vaticano.

Durante el solemne rito de esta mañana Juan Pablo II entregó al líder religioso armenio una reliquia de san Gregorio el Iluminador, patrono de la Iglesia armenia, que hasta ahora se custodiaba en un convento de Nápoles y que será colocada en la catedral en construcción de Erevan, capital de Armenia.

Mientras en la basílica más grande de la cristiandad resonaban las notas de un himno de la antiquísima tradición litúrgica armenia, el precioso relicario, de valor afectivo inapreciable para los cristianos armenios, fue llevado en procesión por el cardenal de Nápoles, Michele Giordano. En una plataforma móvil, le precedían el Papa y el Catholicós de todos los armenios.

A continuación, se dio paso a la liturgia de la palabra, acompañada por himnos seculares de esa tierra, el primer país cristiano de la historia que abrazó el evangelio en el 301.

Poco después, los dos líderes religiosos pronunciaron sendas homilías. Juan Pablo II recordó la historia de persecución vivida por el mismo san Gregorio, en el siglo III, cuando fue encarcelado por no aceptar el culto de los ídolos. Un presagio de la historia de persecución de Armenia que tuvo su momento más dramático en los años de la primera guerra mundial, con el genocidio de 1915.

A continuación, el Papa rememoró los numerosos contactos que han tenido lugar entre la Iglesia católica y la Iglesia apostólica armenia, que sufrieron la separación hace ya 1.500 años por diferencias teológicas sobre la naturaleza de Cristo. Estas diferencias teológicas fundamentales quedaron superadas en 1996, por una declaración conjunta firmada por el Papa Wojtyla y el predecesor del patriarca actual, Karekin I.

«Ahora tenemos que rezar y operar fervorosamente para que cuanto antes pueda llegar el día en el que nuestras sedes y obispos estén en plena comunión de nuevo –explicó el sucesor de Pedro–, para que podamos celebrar juntos, en el mismo altar, la eucaristía, el supremo signo y manantial de unidad en Cristo. Hasta que llegue el alba de ese día, cada una de nuestras celebraciones eucarísticas sufrirá por la ausencia del hermano que todavía no está ahí».

Por su parte, el Catholicós, en su homilía, expresó su viva gratitud por el don de la reliquia y, a continuación, también hizo su propio recorrido por la dolorosa historia armenia.

«El genocidio que el imperio turco perpetró contra los armenios –dijo Karekin II– es bien conocido por el clero de las Iglesias cristianas, que siguieron el ejemplo de Cristo y ofrecieron ayuda a nuestra gente perseguida. Por este motivo, nosotros sentimos un profundo sentido de gratitud con todos aquellos que nos apoyaron en aquellos días».

Por último, el patriarca renovó otra vez al Papa la invitación a viajar a Etchmiadzin, sede del patriarcado de Armenia, con motivo de los 1700 años de la conversión del país al cristianismo, aniversario que se celebrará precisamente en el año 2001.

El Papa y el Catholicós veneraron después la reliquia de san Gregorio, envuelta en una nube de incienso, como es tradición en las Iglesias de Oriente. Cuando el Papa hizo entrega de las reliquias al patriarca, la solemnidad del momento no ocultó la emoción de este líder de un pueblo de siete millones de creyentes esparcidos por todo el mundo que hoy vivía uno de los momentos más importantes de su historia religiosa reciente.

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ZENIT Staff

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