El «retorno» del padre (II)

Entrevista a Antonello Vanni, educador y experto en Bioética

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ROMA, , lunes, 15 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El redescubrimiento de la relación padre-hijo constituye uno de los desafíos actuales, constata Antonello Vanni, educador y profesor en Bioética en la Universidad Católica de Milán.

En esta segunda parte de su entrevista concedida a Zenit, el experto subraya la responsabilidad de los medios de comunicación, a menudo vehículos de mensajes contra «el carácter sagrado de la vida», que tienden a transformar a los hombres y mujeres «en objetos de consumo privados de valor y autenticidad».

–Nos encontramos en una sociedad en la que el alejamiento del padre de su función natural se debe a menudo al vaciamiento y confusión de los papeles que desempeñan el hombre y la mujer, animados por los medios de comunicación, los hábitos de vida, cuando no por los gobiernos, y por la expresión de una cultura que no tiene en cuenta la «el carácter sagrado de la vida». ¿Comparte este análisis?

–Vanni: Ciertamente la cuestión de la paternidad es también la «cuestión masculina». Mi propuesta nace tras una profunda investigación que ha llevado a cabo desde hace años Claudio Risé, periodista y psicoterapista italiano que ha publicado varios libros sobre el tema.

Este experto aclara que cuestión masculina y paternidad son dos realidades fundadas en una única experiencia: la donación. No es posible separarlas. Por otra parte, los medios de comunicación, la televisión y la publicidad están entre los principales causantes de un verdadero desastre antropológico que ha transformado a hombres y mujeres en instrumentos para producir dinero y en objetos de consumo, privados de valor y autenticidad.

Este mecanismo destructivo y altamente persuasivo es la prisión en la que se deja a nuestros hijos, cuando la familia, el padre o la madre están ausentes. En esta prisión, los niños reciben los mensajes de la «cultura de la muerte» que ha destruido el carácter sagrado de la vida y tiene como principales sugerencias: la indiferencia, la tolerancia ante los abusos contra la vida, el rechazo, el desprecio, la absolutización de la libertad individual.

Se comprende que, en este horizonte, no es fácil realizar un itinerario hacia una identidad madura, incluso desde el punto de vista de la identidad de género: el don del padre y la capacidad de cuidar y acoger a la madre, es el último de los valores si no sirve para vender un coche más grande o algún cosmético.

–Hay cursos que preparan al matrimonio pero ninguno que prepara de manera específica a la paternidad o a la maternidad. ¿No cree que se necesita una pastoral familias más eficaz e incluso de una educación al respecto?

–Vanni: Efectivamente, es difícil encontrar ayudas destinadas a la preparación al matrimonio que traten la cuestión de la paternidad de manera profunda (existen más sobre la maternidad).

Pero sería muy importante dedicar en este curso un mayor espacio a la paternidad y a la relación del padre con la vida, para combatir la irresponsabilidad, el materialismo y el hedonismo que banalizan la sexualidad y la deforman moralmente.

Sin embargo existen espacios en los que se podrían incluir una perspectiva educativa de este tipo. Por ejemplo en mi diócesis, Milán, existe una guía de preparación a estos cursos en la que sería muy fácil tratar estos temas de tipo antropológico.

–¿Hay instituciones políticas y científicas comprometidas en esta línea?

–Vanni: Lamentablemente tengo la impresión de que muchos Estados no hacen mucho por facilitar el desarrollo de un sentimiento maduro de paternidad y de relación conyugal sino que parece ir justamente en dirección contraria.

Pensemos en las propuestas de «divorcio exprés», de concesión de la tutela de los hijos con poca consideración de la importancia del papel educativo paterno y de los olvidos de la política económica y laboral. Hay padres dignos de admiración y estima por el amor que tienen a sus hijos pero que, sometidos a las vejaciones de las nuevas formas de contratación temporales, deben buscar desesperadamente una cantidad de trabajo suficiente para dar de comer a los hijos, y no les queda tiempo para educarlos.

El futuro para ellos es una pesadilla, mientras miran los ojos de los niños al volver a casa, no saben si el próximo año tendrán el mismo contrato.

En cuanto a las instituciones científicas, hemos hecho una primera propuesta a la Pontificia Academia de la Vida para que inicie una seria investigación sobre las causas que han alejado al padre de la vida concebida, así como de los graves efectos familiares y sociales provocados por este alejamiento.

–¿Cuál es su propuesta?

–Vanni: La de testimoniar sin temor el amor a la vida y a la familia, con la misma fuerza, confianza y atención con la que, cada día, el Padre sigue nuestra vida en el palmo de su mano.

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ZENIT Staff

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