El Vaticano a la ONU: El mensaje de Belén es pisoteado por la violencia

El «embajador» del Papa explica el sentido del Jubileo ante la asamblea

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 nov (ZENIT.org).- Belén no es sólo una ciudad, es un mensaje de paz y esperanza. Lo recordó el 7 de noviembre pasado el embajador de Juan Pablo II ante LV Sesión de la Asamblea General que afrontaba precisamente la resolución «Belén 2000».

Esta resolución constituye un indudable éxito del «embajador» del Papa ante el palacio de cristal de la ONU en Nueva York, el arzobispo Renato Martino. La iniciativa pretende destinar ayudas a la ciudad palestina que hace dos mil años fue testigo del nacimiento de Jesús, para que sea capaz de ofrecer una acogida adecuada a los millones de peregrinos que la están visitando en estos 12 meses del Jubileo.

Por desgracia, los grupos de peregrinación, que a inicios de año batieron records por su afluencia, ahora han suspendido prácticamente sus visitas, ante el miedo que suscita el nuevo estallido de violencia entre palestinos e israelíes.

En el marco de las celebraciones de «Belén 2000», recordó el nuncio apostólico, los líderes de los 190 países congregados en la Asamblea del Milenio celebrada en septiembre pasado, firmaron una declaración en la que se pronuncian en cierto sentido a favor de una renovada proclamación de la buena nueva, anunciada a los pastores hace precisamente dos mil años.

En este sentido, «las celebraciones del milenio y, para los cristianos, del gran Jubileo –afirmó monseñor Martino– constituyen esencialmente el núcleo de nuestro debate sobre Belén 2000. Y esta discusión continúa recordándonos que Belén es una ciudad para todos los hombres de todo tiempo. Es una ciudad que habla de tradición, de dolor, de alegría y de una visión global de esperanza para todos los pueblos».

El discurso de este misionero de la diplomacia vaticana se convirtió, a continuación, en una proclamación inesperada de la belleza del mensaje de Cristo ante la asamblea de las naciones. Un mensaje de salvación y de paz que en estos momentos sufre el abierto desafío de la violencia.

Por eso, el arzobispo manifestó su deseo de que «podamos seguir esperando en el progreso del proceso de paz en Oriente Medio, en la garantía de libertad de movimientos y de libertad de acceso a los Santos Lugares en Belén y en toda la región para los fieles de todas las religiones y de todas las naciones, y que la solución de las disputas dé lugar a una atmósfera de paz y reconciliación para todos los pueblos, especialmente para aquellos que desean un tercer milenio en el que todos puedan vivir en armonía, guiados por la luz, no de una estrella sino de la esperanza para los hombres de buena voluntad».

Asimismo, el nuncio recordó los numerosos llamamientos de Juan Pablo II para que se restablezca el clima de diálogo y cesen los enfrentamientos armados en Oriente Medio.

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ZENIT Staff

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