En Argentina extrañan a Bergoglio y lo encuentran rejuvenecido

Cómo gobernaba la archidiócesis y sus prioridades. Los cartoneros y las villas. Salió ‘limpio’ de los años terribles

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Eduardo Woites, periodista y administrador de la Agencia de Información Católica Argentina (AICA), dependiente de la Archidiócesis de Buenos Aires, hasta hace dos semanas presidida por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, cuenta a ZENIT en esta entrevista cómo gobernaba la archidiócesis y hace algunas confidencias de aquella etapa y de la impresión que tienen en Buenos Aires las personas al ver ahora en la televisión al pontífice.

“No digo que cambió la personalidad –afirma–, pero lo vemos más sonriente, con ojos de fe vemos que el Espíritu Santo le conforta. Cuando se fue lo vimos cansado, como una persona de 76 años y ahora nos parece que tuviera diez años menos. Es real, es el comentario que hacen en la curia, aquí en AICA, en todos lados”.

¿Les va a faltar?

–Eduardo Woites: Sí, ya lo están lamentando, aunque veo en otros obispos, siguiendo sus pasos, que un par de veces al mes van a las villas en los diversos obispados del cono urbano, las que están en el cinturón fuera de la ciudad de Buenos Aires. Porque en sus calles angostas la policía no logra entrar, y se vende droga, el ‘paquete’, hay deserción escolar, etc. Los obispos misionan adentro de las villas, sin mucha prensa, porque ese es el estilo Bergoglio. Tantas veces nos enterábamos cuando había terminado todo.

¿Cuál es la situación de los más pobres, de los cartoneros etc?

–Eduardo Woites: Argentina ha tenido un ingreso de inmigrantes en los últimos años de gente que vino de países limítrofes, Perú, Bolivia, Paraguay, etc. Y se formaron estas villas o barrios de emergencia. Muchas pertenecen a países determinados, por ejemplo la villa 21 es de los paraguayos.

¿Y la archidiócesis en la que Bergoglio trabajaba?

–Eduardo Woites: Buenos Aires tiene 200 kilómetros cuadrados y tres millones de habitantes, de los cuales el 85% son católicos, 190 parroquias, 70 iglesias, 4.800 sacerdotes diocesanos y 380 religiosos. La Argentina, entre la capital que es la archidiócesis, y el gran Buenos Aires que son las diócesis y varios millones más de habitantes, constituyen el 50% del país.

¿Cómo era el estilo de gobierno del arzobispo de Buenos Aires?

–Eduardo Woites: Era madrugador, después de sus oraciones, a las 7 de la mañana ya iniciaba a recibir a la gente, recibía a todos, a veces tenían que esperar un poco pero les recibía. Estaba bien organizado y delegaba algunas funciones, de manera de tener tiempo para la oración, para recibir a la gente y lograr visitar las parroquias y en donde lo invitaban.

¿Cómo gestionaba su trabajo en la diócesis?

–Eduardo Woites: Si bien todos dicen que estaba en los detalles mínimos, Bergoglio tenía cuatro obispos auxiliares a cargo de las cuatro vicarías, en las que está dividida la diócesis de Buenos Aires. En su sede como arzobispo tenía dos manos derechas. El vicario general Joaquín Sucunza.

Siguiendo la idea del arzobispo Bergoglio de salir a la calle tenía también un provicario general: monseñor Eduardo García, vicario pastoral, de los jóvenes, quien preparaba la fiesta del Corpus, la misa de los niños, la procesión de Luján, la salida de Ramos por la calle, etc. Y quien fue a Roma a saludarlo personalmente en nombre de toda la archidiócesis.

¿Qué le permitía este sistema de delegar funciones?

–Eduardo Woites: Sin esta organización, no hubiera podido ni tomar el colectivo, porque se pierde mucho tiempo, ni preocuparse de darle la casa a los pobres. Tenía una vez por mes reunión de consejo presbiteral, unos 30 presbíteros elegidos por sus padres, cerca de 500 sacerdotes diocesanos, o sea una parte colegiada de la administración archidiocesana.

¿Qué prioridades tenía desde el punto de vista económico?

–Eduardo Woites: Su mano derecha en esa área era monseñor Sucunza. Inclusive porque tiene un cargo en el episcopado como vicario para los asuntos económicos de la Conferencia Episcopal. Pero, si había que hacer cortes, la tijera la ponía Bergoglio.

Por ejemplo él tenía un auto que no lo usaba nunca, no había coche oficial, fue siempre austero. El edificio del arzobispado enfrente a la Casa Rosada, pero no es un edificio de lujo, en el piso donde que él atendía no tenía un despacho grande, sino que atendía al lado de la secretaria, en una silla chiquita y en el borde de la silla.

¿Y en su vida personal?

–Eduardo Woites: Desde las 7 de la mañana daba audiencias, así que pasaba mucho tiempo dando audiencias, muy pastoral, comía muy frugalmente, dormía unos 40 minutos y por la tarde visitaba las parroquias. No aceptaba reuniones grandes, foros, sino que prefería encuentros de sacerdotes, aniversarios patronales, trataba de tener contacto con la parroquia. Por eso sorprendía, porque llegaba en colectivo, y estaban poniendo la alfombra y él entraba por la puerta de al lado en sacristía. Y siempre trataba de saludara todos. Lo hacía aquí en la catedral en la puerta cuando terminaba la misa.Lo hemos visto también muchas veces rezando en un asiento en una parroquia.

En Argentina existe una fuerte deserción escolar…

–Eduardo Woites: Sí, y el problema lo conocía y creo la Vicaría de la Educación, que se suma a otras vicarías: de jóvenes, social, caritativa, etc. Un vicario más para las villas que para la capital.

¿Y en qué sectores incentivó la solidaridad?

–Eduardo Woites: El impulsó el “Gesto solidario archidiocesano”, una colecta de Jueves Santo. A cada feligrés se le entrega un sobre y lo que se junta va a las iniciativas que decide el Consejo Presbiterial. Los últimos años fueron destinados a la gente en situación de extrema pobreza, a gente que la rescatan de la droga, la construcción de capillas en las villas, etc.

Vayamos un poco hacia atrás, a la época terrible, cuando todo estaba muy polarizado entre los favorables a la represión militar y los que apoyaban la teología de la liberación

–Eduardo Woites: El no era obispo, era provincial, no tenía acceso a la cúpula militar que gobernaba el país. Ahora la gente empieza a saberlo, cuidaba uno por uno de sus seminaristas. Ayer veía un reportaje en televisión que era una doctora que estaba en derechos humanos, que tenía a sus hijos en el colegio de El Salvador, y él la hacía entrar escondida para que pudiera ver a sus hijos.

El colegio de El Salvador estaba bajo la mira ¿verdad?

–Eduardo Woites: Sí, porque los jesuitas, digamos unos 40 sacerdotes, cada uno estaba en lo suyo, a diferencia de otras congregaciones en las que van todos juntos. Entre ellos mismos había personas contrapuestas de pensamiento, y estaban en la mira tanto El Salvador como la Universidad Católica de Córdoba.

Parecería que logró mantener una posición de debido equilibrio

–Eduardo Woites: Realmente lo ha logrado, ha salido sin mancha, tengamos en cuenta que hoy te buscan todo y, aunque han tratado de mancillarlo, salieron a defenderlo las mismas personas de los derechos humanos. Hay que reconocer que a veces hay gente que es de afuera de la Iglesia, y no atacan a Bergoglio sino que son ataques a la Iglesia. Lo hizo muy bien, siempre mirando con los ojos de la fe, asistido con esa profunda oración que siempre la tuvo, y Dios ayuda en las decisiones.  

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Sergio Mora

Buenos Aires, Argentina Estudios de periodismo en el Istituto Superiore di Comunicazione de Roma y examen superior de italiano para extranjeros en el Instituto Dante Alighieri de Roma. Periodista profesional de la Associazione Stampa Estera en Italia, y publicista de la Orden de periodistas de Italia. Fue corresponsal adjunto del diario español El País de 2000 a 2004, colaborador de los programas en español de la BBC y de Radio Vaticano. Fue director del mensual Expreso Latino, realizó 41 programas en Sky con Babel TV. Actualmente además de ser redactor de ZENIT colabora con diversos medios latinoamericanos.

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