ROMA, 9 julio 2001 (ZENIT.org).- Roma se ha visto invadida durante unos días por más de un millar de sacerdotes provenientes de todo el mundo y de diversas tradiciones cristianas. En Castel Gandolfo, a unos kilómetros de la ciudad eterna, se han reunido presbíteros, diáconos, seminaristas y ministros de otras Iglesias y comunidades eclesiales: ortodoxos, anglicanos, evangélico luteranos de 44 países de los cinco continentes, para dialogar sobre «Los movimientos eclesiales para la nueva evangelización» los días 26 a 28 de junio pasado.
El congreso, promovido por el movimiento de los Focolares se propone profundizar en el nuevo rostro de la Iglesia del tercer milenio, en la dirección de una comunión entre la dimensión petrina-institucional y la mariana-carismática.
Han participado en él los cardenales Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, James Francis Stafford, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos y François Xavier Nguyên Van Thuân, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz. En el encuentro, han intervenido también los fundadores y responsables internacionales de los diversos movimientos, comunidades y caminos eclesiales: Schönstatt, Comunión y Liberación, Comunidad de San Egidio, Camino Neocatecumenal, Renovación en el Espíritu y Movimiento de los Focolares.
El padre Silvano Cola, responsable de los sacerdotes del movimiento focolar explica a Zenit que el congreso ha sido pensado para responder a las exigencias en el campo pastoral de los sacerdotes. «Es evidente -añade- que nos encontramos ante una crisis bastante fuerte porque la Iglesia como institución no logra -al menos en el mundo secularizado- llegar a determinados sectores».
En este sentido, señala el padre Cola, «ya el cardenal Ratzinger dijo que, tras el Concilio Vaticano II, en lugar de tener lugar una explosión de vida, tuvo lugar una helada, hasta el momento en el que el Espíritu Santo volvió a soplar y crear los carismas conocidos como nuevos movimientos».
«Sobre el mismo tema, cita el padre Cola, el cardenal James Francis Stafford indicó que los movimientos son la vanguardia de la nueva evangelización querida por Juan Pablo II, por lo que hay que dar a los sacerdotes, que a veces parecen presionados por la gran cantidad de dificultades, un poco de esperanza. Está cambiando el rostro de la Iglesia. Mientras que antes todo se concentraba en las diócesis y en los párrocos, ahora está naciendo en el laicado una verdadera fuente de evangelización».
El padre Cola recuerda que fue un padre salesiano el que, con motivo de la reunión de superiores mayores italianos, reunidos en Collevalenza, hizo una síntesis de la situación, diciendo «desde hace 17 años hemos alentado una rama de vida consagrada, hemos producido chispas apagadas, no ha nacido nada. Estábamos buscando leña para nuestra chimenea, cada uno por su cuenta, pero era leña verde y no se encendía ningún fuego, y no nos hemos dado cuenta del incendio que el Espíritu Santo ha encendido con los movimientos».
«El Papa -explica el padre Cola-, ha insistido mucho en el perfil mariano, que es esencial al perfil petrino. El perfil mariano implica una vida de santidad que es esencial para cada cristiano. En términos teológicos, antes toda la estructura estaba basada en la actuación, se confiaba en los sacramentos que actúan por sí, y se miraba mucho menos a las formas actuantes, es decir a la santidad interior. El cardenal Darío Castrillón Hoyos ha subrayado que primero hace falta santidad personal, para poder evangelizar. Éste es el significado más claro de todo el congreso. Vemos en los jóvenes la fe mariana, que no está en competencia con el perfil petrino. Al contrario, el perfil mariano vive por el perfil petrino, mientras que el petrino vive para la santidad del perfil mariano y no está en contradicción, no hay oposición sino unidad, pureza, maternidad y coherencia. Hay que vivir con María como ejemplo a seguir siempre».
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