Estados Unidos: Una madre de familia lanza una red de Internet alternativa

Dedicada a la familia y con un software especial que tutela a los menores

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ROMA, 28 nov (ZENIT.org).- A los 67 años, El St. John, californiana, con siete hijos y un buen número de nietos, se ha lanzado a un aventura cuyo inicio ha costado 15 millones de dólares. El lanzamiento de una red segura en Internet.

Descendiente de inmigrantes, eslavos e italianos, tras estudiar psicología y marketing, llega a trabajar a Bell Labs, uno de los grandes recolectores de invenciones de la alta tecnología estadounidense. Y allí vive la larga carrera de la microelectrónica doméstica hasta llegar a Internet. Se obstina por resolver el problema de los problemas: el acceso seguro a una red que se ha revelado como un campo minado para familias y niños.

Al verificar que las barreras electrónicas para bloquear a los piratas cibernéticos, tarde o temprano muestran sus puntos débiles, St. John concluye que «el único sistema para evitar la manipulación de sitios «honestos» es la de crear otra Internet, como un reflejo pero separada de la primera».

Se trata de reconstruir un espacio cibernético que tiene en común con la red normal todo y sólo lo que le interesa. Sitios, contenidos, noticias y gráfica. Cada detalle filtrado y vuelto a ofrecer a quien no se fía de la red y busca un espacio protegido.

«La vulnerabilidad de Internet –explica El St. John– puede tener efectos preocupantes sobre los niños: cuando comprenden que cualquiera puede introducirse en su casa pierden la tranquilidad, no se sienten respetados y crecen con la idea de que abusar del prójimo es normal. Si luego se introduce cualquier malintencionado piensan que es culpa suya y se cierran».

Cuando deja Bell Labs, la señora St. John decide crear con su marido una sociedad, la Silvertech, que comienza a crear redes «cerradas» para empresas e instituciones, experimentando la eficacia del verdadero secreto de todo el proyecto: los «Private Internet Engines» (PIE), los «motores de búsqueda» para la Internet privada.

Se trata de software de criptografía que impiden a los extraños el ingreso en los nuevos mundos enteramente albergados en el servidor de Silvertech y por tanto inaccesibles a quien carece de las claves criptografiadas, proporcionadas por la empresa.

La patente de PIE es del año pasado y desde entonces la lanzada californiana se ha dedicado a su proyecto para la infancia: «E-Kids Internet», poniendo en juego no poco dinero de sus ahorros y el resto obtenido de algunas grandes empresas, convencidas por ST. John de que poner su marca en la nueva red para familias podía ser un negocio.

«En nuestra red –explica la empresaria– sólo pueden entrar contenidos pedagógicamente irrefutables. Nuestra «constitución» es la Carta de la ONU para los derechos de la infancia».

Garantizan la diaria operación de filtrado un ejército de maestros, psicólogos, pedagogos, colaboradores a tiempo parcial que se suman a los 62 técnicos.

«E-Kids» se convierte pronto en algo contagioso y son ya casi tres millones las peticiones de inscripción sólo en Estados Unidos y con buenos contactos para abrir este espacio protegido a las familias europeas.

La señora St. John ha llegado a Italia buscando socios tecnológicos, invitada por la asociación milanesa «Digital Kids» que está preparando un «libro blanco» sobre Internet para niños en este país.

Las inscripciones por ahora son gratuitas. «En nuestro sito la familia registra la petición y nosotros le enviamos un cd-rom con el software de criptografía. Sólo a través de aquél programa es posible conectarse por módem, a nuestro servidor. Y desde ahí el niño puede navegar con toda tranquilidad entre los servicios y los juegos de «E-Kids» pero también por sus sitios preferidos diariamente verificados, a los cuales puede pedirnos añadir otros que nos señala. Nosotros les damos una ojeada y después decidimos. Pero ya algunas empresas nos proporcionan cada día versiones de su sito adecuadas a los niños».

A los niños se les piden sólo dos compromisos: comportarse bien (navegaciones e intercambios de correo son controlados y si el niño usa palabrotas, primero es advertido amigablemente y luego suspendido) y cada seis meses dar el nombre de un amigo al que puede interesar «E-Kids». Este es el secreto de la rápida expansión de esta red alternativa y familiar.

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ZENIT Staff

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