Expectativas en Moscú y el Vaticano ante la visita de Putin al Papa

La audiencia al presidente ruso debería promover el diálogo ecuménico este martes

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 12 marzo 2007 (ZENIT.org).- Ha suscitado esperanzas ecuménicas tanto en Moscú como en el Vaticano la primera visita que realizará este martes el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, a Benedicto XVI en el Vaticano.

La audiencia «contribuirá al fortalecimiento de la relación entre la Santa Sede y la Federación Rusa», considera el padre Igor Kovalevski, secretario general de la Conferencia Episcopal Católica en Rusia.

En declaraciones a Zenit, el padre Kovalevski, manifestó que «tanto el Vaticano como la Federación Rusa comparten muchos puntos en común sobre problemas que afectan a la humanidad» y en este sentido, el encuentro será muy enriquecedor.

Sin embargo, consideró que «el mejoramiento de la relación entre la Iglesia católica y ortodoxa, así como la resolución de sus problemas, son tareas que competen exclusivamente a ambas Iglesias».

Al preguntarle sobre si el encuentro ayudaría a resolver algunos puntos «delicados» que conciernen directamente a las leyes del Estado ruso, como es el caso del otorgamiento de visas y permisos de estancia a servidores del clero católico en el país, el padre Kovalevski afirmó que en este aspecto «los trámites y la relación han mejorado notablemente».

«Últimamente no hemos tenido ninguna dificultad dentro del territorio de la Federación Rusa para que nos sean otorgados los visados y permisos correspondientes y, aunque sea a un alto nivel, la relación en este sentido ha mejorado mucho», apuntó el secretario general de la Conferencia Episcopal.

Por su parte, el secretario para las relaciones intercristianas del Patriardo de Moscú, el padre Igor Vyzhanov, manifestó a Zenit, que la Iglesia ortodoxa «esperaba que en este encuentro hubiera un diálogo de civilizaciones y que, como dos jefes de Estado, se tocaron temas como los valores universales y la igualdad en el mundo».

Al cuestionarle si la reunión ayudaría al acercamiento entre la Iglesia católica y ortodoxa, el padre Vyzhanov señaló que este era un encuentro entre representantes de Estado y no entre confesiones.

«Ambas Iglesias disponemos de los medios para hablar en un contexto abierto. Me parece que cada uno debe actuar dentro de su área: la Iglesia mantener un diálogo con otras Iglesias, y el Estado con otros Estados».

«Van a tener lugar cambios positivos en las relacione entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa durante este pontificado», ha afirmado por su parte el obispo Hilarion de Viena, representante de la Iglesia ortodoxa rusa ante las instituciones europeas, según publicaba este lunes Interfax.

Según ha podido saber Zenit, tras la visita al Vaticano, al día siguiente, en nombre del Patriarcado Ortodoxo Ruso, Putin debería pedir al Ayuntamiento de Bari, ciudad tradicionalmente querida por los ortodoxos rusos, que entregue a éste en propiedad la iglesia Rusa de esa ciudad dedicada a San Nicolás.

Por su parte, en declaraciones a Zenit, Robert Moynihan, director de la revista «Inside the Vatican», también considera que la visita de Putin «puede ser de ayuda».

«Rusia afronta los mismos problemas que se han extendido por Occidente: una crisis demográfica, una crisis familiar, un sentido de la pérdida de la identidad nacional. Y Putin está poniendo su mirada al cristianismo, la fe que ha tenido tanta influencia para modelar la historia, la identidad y la cultura de Rusia, como una ayuda para resolver problemas», indica el experto.

«Creo que él quiere mejorar las relaciones entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica». «Ve los problemas de las familias, de la sociedad, problemas como el alcoholismo o la droga, y piensa que las Iglesias pueden ayudarle a afrontarlos», añade.

«Por tanto, creo que personalmente quiere un progreso en las cuestiones específicas que dividen a los ortodoxos de los católicos, si es teológicamente posible», asegura.

Moynihan recuerda que la última visita de Putin al Vaticano, tuvo lugar en 2003. Juan Pablo II le presentó el icono de la Madre de Dios de Kazan, que posteriormente entregaría al patriarca ortodoxo Alejo II, lo bendijo, y Putin lo besó.

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ZENIT Staff

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