Financiación de medios católicos, un problema urgente; según CAMECO

Entrevista con su directora ejecutiva, Daniela Frank

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 26 de octubre de 2009 (ZENIT.org) .- Desde su observatorio privilegiado, Daniela Frank, directora ejecutiva del Consejo Católico de Medios de Comunicación (CAMECO), puede comprender como pocos los desafíos que la Iglesia católica tiene en estos momentos en la era de la comunicación.

CAMECO, con sede en Aquisgrán (Aachen), Alemania, es una oficina de consulta y asesoramiento en el campo de las comunicaciones para África, América Latina, Asia y el Pacífico y Europa del Este.

El Consejo lleva 40 años de servicio brindando asesoramiento directo a los encargados de proyectos de comunicación y colaborando con las agencias de cooperación de la Iglesia en Europa y América del Norte que ofrecen ayuda a medios de comunicación.

Daniela Frank traza un balance y perspectivas en esta entrevista concedida a ZENIT en Roma con motivo de su participación en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, de la que es consultora.

–Ustedes analizan cientos de proyectos de comunicación católicos. ¿Podría señalarnos el «pecado original» de los medios católicos, desde el punto de vista profesional y técnico? ¿Por qué en el escenario mundial, en la televisión por ejemplo, hoy no hay un gran medio católico a pesar de que tiene una audiencia potencial de mil millones de personas?

–Daniela Frank: Es muy difícil tener una respuesta que cubre la gran diversidad de las realidades de los medios católicos en contextos tan distintos como África, América Latina, Asia o Europa del Este. Un problema me parece ser que muchos responsables subestiman el dinamismo, la complejidad y el profesionalismo del mundo de las comunicaciones en el cual también los medios católicos tienen que moverse y competir. Ya no basta el simple «ser católico» para atraer (y mantener) al público. Incluso aquellas las audiencias que tienen interés en las posiciones de la Iglesia, que quieren ver y escuchar programas religiosos o los mensajes que surgen desde la doctrina social de la Iglesia y que comparten nuestra visión del ser humano buscan programas atractivos e interesantes, que son capaces de competir con los productos profesionales de muchos medios comerciales. No basta la buena voluntad del sacerdote o de laicos comprometidos para gestionar y sostener una revista, una radio o una estación de televisión católica. Hacer comunicación es una tarea profesional y por eso tenemos que aumentar nuestras capacidades para poder ofrecer lo nuestro en una forma atractiva.

Otro «peligro» en las comunicaciones católicas – según nuestro parecer – es que pensamos más en «medios» que en «comunicación». Con frecuencia, lo importante es establecer y tener un medio propio, una imprenta, una radio, un canal de televisión… y sólo después se piensa en programas, en la financiación de las operaciones, en la capacitación del personal. En lugar de eso, se podría reflexionar primero sobre los destinatarios con los cuales queremos comunicarnos y los contenidos que podrían atraerles y después definir los canales y formatos más adecuados. Pensar más «estratégicamente» sigue siendo una gran reto para nosotros comunicadores católicos.  

–Un problema importante de los medios de comunicación católicos es la autofinanciación. No es lo mismo una información religiosa que un medio de información económica, deportiva, o de entretenimiento. En el segundo caso es más fácil pagar por utilizar o disfrutar. ¿Hay una solución a este problema?

–Daniela Frank: La financiación de las comunicaciones católicas es un tema urgente en todo el mundo. Para los medios electrónicos, publicidad es casi la única manera para generar ingresos significativos, una opción que con frecuencia los superiores eclesiales rechazan o que (en varios países) la ley no permite. Otra opción son donaciones individuales o (para los medios en el Sur o en partes de Europa del Este) subsidios puntuales de parte de las agencias de cooperación. También hay diócesis que dedican una parte de su presupuesto a la radio o a otros medios de comunicación diocesanos porque tienen una papel pastoral esencial.

Sin duda, sostener un medio católico es una reto enorme y es un reto para crecer en «responsabilidad compartida», una responsabilidad de incluye la jerarquía local, los fieles y otros que se identifican con este medio. No hay soluciones fáciles y no hay soluciones que funcionan en cualquier contexto. Pero podemos observar que iniciativas con producciones creativas, grupos destinatarios bien definidos y bases sociales sólidas enfrentan este reto más fácilmente. Tenemos que ser más creativos, tenemos que crecer en compromiso (que sólo es posible si estamos convencidos de que nuestro medio realmente ofrece un servicio importante y calificado) y tenemos que librarnos de los prejuicios contra el mundo comercial. Podemos aprender mucho de los medios comerciales exitosos sin simplemente copiar sus operaciones.

–En países en vías de desarrollo hay muchas iniciativas de comunicación católicas y pocos medios. ¿Pueden estas realidades aprovechar su actividad profesional de consejo y ayuda? ¿Cómo?

–Daniela Frank: Asesorar a las Iglesias locales de África, América Latina, Asia y Europa del Este es de hecho la razón de ser de CAMECO. Se fundó hace 40 años para apoyar a las agencias de cooperación de Europa Occidental y en América del Norte en su toma de decisiones sobre solicitudes de iniciativas de comunicación. Y el margen de proyectos incluye casi toda la diversidad de comunicaciones desde teatro de títeres hasta plataformas de Internet y televisión por satélite. Entretanto, asesoramos alrededor de 500 proyectos por año, y más de 40% nos mandan directamente encargados de proyectos que  buscan nuestro apoyo en la planificación estratégica de sus iniciativas, en consultorías sobre el desarrollo organizacional o la capacitación del personal o para coordinar asesoramientos y evaluaciones en situ. Muchos contactos se realizan sobre todo por correo electrónico o Skype, pero también visitamos a proyectos o – en el caso de la necesidad de una consultoría más amplia y detallada – buscamos expertos externos que pueden facilitar talleres correspondientes y acompañar procesos de cambio.

Cada encargado de una iniciativa de comunicación que quiera consultarnos puede contactar directamente a CAMECO, por ejemplo, por correo electrónico. Para más detalles, les invitamos consultar nuestra página web www.cameco.org 

–Vivimos en la era de la sociedad de información y comunicación, pero muchos piensan que la Iglesia sigue en la era Gutenberg. Desde su experiencia, cómo es posible hacer descubrir a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos la gravedad de la situación?

–Daniela Frank: Entretanto hay una gran apertura para los cambios en el mundo de las comunicaciones. Creo que como Iglesia, entramos ya hace muchos años al mundo de la comunicación audiovisual –radio, vídeo, televisión–. En América Latina, ya desde los años 50 y 60, en muchos países la Iglesia ha sido una de las instituciones más activas en radio, en comparación, en África sólo desde hace 10 ó 15 años, hay posibilidades legales de establecer radios de la Iglesia. Queda muy claro, que en la gran mayoría de las regiones del mundo, hay que estar presente en los medios audiovisuales para comunicarse con la gente por el analfabetismo, por los problemas de transporte de los periódicos impresos, por las tradiciones orales etc. Y la Iglesia responde fuertemente a esta situación, sin olvidar el papel de los medios escritos en varias culturas para ciertos grupos de destinatarios. El gran reto de hoy son los nuevos medios interactivos, sobre todo Internet, y las perspectivas de interconectar varios canales como radio, TV y plataformas Internet. Hay que tomar en cuenta que
aquellos que son responsables de las comunicaciones de la Iglesia no son «nativos digitales», sino a lo mejor «nativos migrantes», descubriendo paso por paso las dinámicas de las nuevas tecnologías. Siempre hay un cierto riesgo de que ante todo estemos «en contra» de lo nuevo, desconocido,  pero también hay un creciente número de obispos que se mueven fácilmente en este mundo y de esta manera abren las puertas de la Iglesia para aprovechar todos los canales de comunicación para cumplir con nuestra misión en el mundo de hoy. 

Más información en www.cameco.org 

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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