La música, puente ecuménico entre Roma y Moscú

Concierto de la orquesta sinfónica rusa en la residencia del Papa

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CASTEL GANDOLFO, 9 septiembre 2002 (ZENIT.org).- La música se convirtió este domingo en puente de diálogo entre el Papa de Roma y el patriarca ortodoxo de Moscú, quienes mantienen difíciles relaciones tras el resurgimiento católico en tierras rusas.

La ocasión para el intercambio de mensajes de estima recíproca la ofreció el concierto de la Orquesta Sinfónica de Estado Rusa dirigida por Valery Gergiev, con el Coro de Niños de la UNESCO y el Coro de la Academia del Arte, ambos dirigidos por Victor Popov.

Al saber que esta extraordinaria manifestación de arte y cultura rusos se exhibiría ante Juan Pablo II, el patriarca de Moscú, el patriarca Alejo II, envió al pontífice un mensaje. El obispo de Roma, ante los mismos artistas, devolvió este gesto dirigiendo palabras de afecto al líder de la Iglesia ortodoxa rusa.

El concierto, que tuvo lugar en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros al sur de Roma, fue definido por el Papa como una «sugerente velada musical» y una oportunidad para subrayar el papel de la música como puente entre pueblos y culturas.

En un discurso pronunciado en ruso al final del concierto, el pontífice auspició este tipo de iniciativas para «difundir los valores humanos y espirituales que constituyen la base indispensable de todo auténtico progreso, moral, civil y cultural».

En el concierto sinfónico, participaron altos representantes del gobierno ruso –entre otros Medvedev Dimitry, vicejefe de la administración del presidente Vladimir Putin–, así como el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El encuentro tiene lugar tras la expulsión por parte de las autoridades rusas del obispo católico de San José en Irkutsk (Siberia oriental), monseñor Jerzy Mazur, así como de dos sacerdotes.

«Es un signo de gran esperanza –afirmó el cardenal Kasper tras el concierto–. Hemos podido ver que hay una grandísima cultura en Rusia, así como una gran tradición religiosa cristiana. Y necesitamos este lazo».

Los pasajes musicales, interpretados con «extraordinario talento» (son palabras textuales del Papa) ofrecieron una rica antología de emociones. Desde Verdi a Vivaldi, pasando por Tchaikovski, Puccini, y Mascagni, hasta llegar a Leoncavallo.

La velada concluyó con las notas del «Lacrymoso» del Requiem n.7 di Mozart que conmovieron profundamente a los protagonistas: la soprano Angela Gheorghiu y el tenor Roberto Alagna.

«Cantar para Su Santidad ha sido un gran honor y una gran conmoción –confesó Alagna poco después–. Tengo que reconocer que me ha sorprendido la luz que se ve en su mirada. Me ha impresionado profundamente. Me siento verdaderamente privilegiado. Esta velada ha sido mística: una velada santa».

El concierto fue organizado por el Programa «Mil Ciudades del Mundo» y por la Fundación «Mundo del Arte» de Moscú.

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ZENIT Staff

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