La nueva evangelización ha encontrado nuevos caminos en París

Habla el secretario general de los nuevos congresos internacionales misioneros

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PARÍS, jueves, 18 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Cientos de miles de parisinos han participado del 23 de octubre al 1 de noviembre en el segundo congreso internacional de evangelización (el primero se celebró en Viena), proyecto pionero de misión en las calles, plazas e iglesias.

Durante esos días la catedral de Notre-Dame y 150 iglesias de la capital francesa estuvieron abiertas para proponer encuentros, debates sobre el sentido de la vida y la felicidad, conciertos, momentos de fiesta o de silencio y oración.

Durante todos los días de la semana, según informan sus organizadores –la archidiócesis junto a nuevos movimientos y comunidades–, tuvieron lugar vigilias en las que participaron unas 100.000 personas, de las cuales 50.000 se congregaron el viernes en torno a las reliquias de santa Teresita de Lisieux.

Los conciertos de pop-rock cristiano congregaron a más de 80.000 jóvenes; las conferencias y debates a 15.000 personas; y las obras de teatro y los espectáculos sobre la vida de santos contaron con más de 7.000 espectadores.

En cada iglesia, se puso a disposición un «Libro de Vida» en el que se podían escribir intenciones particulares de oración. Se recogieron unas 300.000.

Las parroquias consideran que la mitad de las personas que participaron en «París – Todos los Santos 2004», como se llamó familiarmente a la misión, no van a la iglesia.

El proyecto ha contado con la ayuda de unos 10.000 voluntarios (1.000 para la organización general y el resto en las parroquias).

Para hacer un balance del acontecimiento, Zenit ha entrevistado a Jean-Luc Moens, miembro de la Comunidad del Emanuel, y secretario general del equipo internacional encargado de la organización de estos congresos que, tras Viena y París, en los próximos años se celebrarán en Lisboa, Bruselas y Budapest.

–¿Cuál es la impresión que le ha dejado el congreso?

–J. L. Moens : Hacer un balance, pocos días después del congreso y de la semana de evangelización «París – Todos los Santos 2004», es muy difícil, pues sucedieron un montón de cosas y se necesita algo de tiempo para descubrir los puntos fuertes, los que dejarán frutos a largo plazo. Lo que sí se puede decir es que todos los organizadores han quedado totalmente sorprendidos, como creo que ha sido el caso de muchos parisinos que participaron en el acontecimiento.

–Desde su punto de vista, ¿qué ha sido lo más interesante o positivo de la misión?

–J. L. Moens: Quisiera subrayar dos puntos.

El primero es el formidable compromiso de las parroquias parisinas en la misión. Miles de personas del tejido parroquial cotidiano de la Iglesia se movilizaron para promover actividades misioneras multiformes: acogida en las iglesias, en los atrios, evangelización casa por casa, exposiciones artísticas, servicios a los más pobres… La lista es impresionante y no se limita al tiempo de duración del congreso. La misión continúa más allá del mismo…

En segundo lugar, el congreso propiamente dicho, se ha centrado en reflexionar sobre los fundamentos de la evangelización. Es un aspecto importante. Es necesario que los cristianos de base comprendan qué es la evangelización, por qué Cristo y la Iglesia nos llaman a evangelizar.

Esta comprensión es una de las claves de su compromiso en la misión. En el fondo, la clave fundamental es el amor: el amor de Cristo que arde en nosotros nos lleva a anunciar al Buena Nueva por amor a nuestros hermanos.

En este sentido, el congreso de París ha ofrecido su contribución a la reflexión y se ha hecho un capital de experiencia con la publicación del conjunto de las conferencias dictadas durante la semana en un libro que lleva por título «Seréis mis testigos» («Vous serez mes témoins»).

–¿Puede indicar algunos frutos concretos de esta semana de evangelización?

–J. L. Moens: Como sucede con frecuencia en el campo de la evangelización, lo esencial no se puede ver con los ojos. Pero se han podido apreciar numerosos testimonios, como por ejemplo, peticiones de bautismo.

Me permito citar un simple hecho que tuvo lugar durante la semana. Dos «misioneros» enviados por una parroquia estaban visitando casa por casa. La joven que les abrió la puerta reconoció que se estaba suicidando en ese mismo momento y que su llegada detuvo sus intenciones. Obviamente la chica y los dos misioneros pudieron tener una conversación sumamente profunda.

–Algunos tienen miedo de que el intento de relegar la religión a la vida privada en Francia paralice a la Iglesia. ¿Comparte este miedo?

–J. L. Moens: Nos ha sorprendido la bienvenida de los parisinos así como la acogida que han tenido el conjunto de actividades del congreso. Parecía que la ciudad estaba esperando este acontecimiento. Por tanto, no creo que se dé el riesgo de que la Iglesia quede paralizada por las condiciones externas. Vivimos ya en un mundo en el que lo religioso queda relegado en buena parte a la esfera privada. Para mí, el mayor peligro está en que los cristianos dejen de ser testigos, con su vida en primer lugar, así como con sus palabras.

Independientemente de los condicionamientos de la sociedad, siempre es posible encontrar un camino para el Evangelio, pues –como dice san Juan Crisóstomo– para el cristiano debería ser imposible no testimoniar como es imposible para el sol no brillar.

«París – Todos los Santos 2004» ha sido organizado por la diócesis con la participación de cristianos de diferentes movimientos, comunidades, parroquias… ¿Es difícil trabajar juntos?

–J. L. Moens: Se puede decir que la colaboración entre parroquias, y nuevos movimientos y comunidades ha sido uno de los puntos fuertes del congreso. Es uno de los objetivos que perseguimos desde el inicio, desde Viena hasta Budapest, pues como usted sabe, el congreso de París se enmarca en un conjunto de encuentros que comenzó en Viena y que continuará en Lisboa, Bruselas y Budapest.

Como subrayaba monseñor Jean-Yves Nahmias, responsable de «París – Todos los Santos 2004», al final de la semana: «El congreso ha manifestado la capacidad de las nuevas comunidades y de una diócesis de trabajar juntos. Es una bella demostración de cómo es posible ponerse al servicio de un proyecto común».

Personalmente me ha impresionado la armonía en la que todo esto ha tenido lugar. Es quizá uno de los aspectos de la espiritualidad de comunión a la que Juan Pablo II nos llama en su carta «Novo Millenio Ineunte».

–¿Hay iniciativas concretas en París para dar continuidad al trabajo de esta semana?

–J. L. Moens: Como le decía, «París – Todos los Santos 2004» ha sido concebido como un momento fuerte en un esfuerzo misionero a largo plazo. Por tanto, la misión continúa en París y las parroquias proponen otras actividades.

De hecho, se está preparando ahora un nuevo congreso en Lisboa. La experiencia de París contribuirá a promover ese proyecto para que la evangelización de nuestras grandes ciudades sea cada vez más en un asunto de todos los cristianos.

[Más información en http://www.paris-toussaint2004.org.]

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ZENIT Staff

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