Las "stock options" bajo sospecha

Los ejecutivos caen en conflictos de intereses

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WASHINGTON, 4 mayo 2002 (ZENIT.org).- Las grandes concesiones de stock options (opciones de compra de acciones) a ejecutivos son, cada vez más, el blanco de las críticas de los analistas financieros. El comité financiero del senado de Estados Unidos está examinando una ley, puesta en marcha por el colapso de Enron, que podría aumentar los costes de las empresas que concedieran estas opciones.

“Las stock options son una forma de disimular remuneraciones que, bajo la actuales reglas contables, no deben mostrarse como un gasto en los libros de la compañía”, indicaba el senador Carl Levin. “El resultado es una imagen engañosa de las finanzas de una compañía”, explicaba Levin en un artículo publicado el 8 de abril en el Christian Science Monitor.

Las opciones se pensaron, originariamente, como algo positivo, dando a los gestores la oportunidad de apostar en el futuro de la compañía, y haciendo que, yendo más allá de ser meros gestores, su bienestar económico estuviera ligado al bienestar de la compañía.

Una opción normalmente da, a quien la tiene, el derecho de comprar en fecha futura, o durante un periodo de tiempo, una cantidad determinada de acciones de la compañía, a un precio fijado el día en que fueron emitidas. De esta manera, en los últimos años, cuando los precios de las acciones subían continuamente, una opción garantizaba, a quienes eran ejecutivos, altos y generosos beneficios. Por el contrario, si los precios de las acciones caían, las opciones perdían todo su valor.

El auge que tuvo el mercado en los años 90 convirtió a muchos ejecutivos en multimillonarios, gracias a las opciones. Pero el desencanto que supone la creación de una nueva clase de ejecutivos super-ricos condujo a cuestionar los métodos usados para garantizar que las acciones tuvieran un valor siempre alto, algo necesario para que las opciones fueran económicamente atractivas.

Una obsesión por los precios de las acciones que ha conducido a algunos ejecutivos a actuar “de modo incorrecto, y quizás ilegal”, observaba en Washington Post en un análisis sobre las opciones publicado el 24 de marzo. El Post afirmaba que ,incluso en las compañías donde no se ha ido tan lejos, los ejecutivos han mostrado una “fijación general en seguir los movimientos diarios y semanales del precio de las acciones”, que conduce a concentrarse en estrategias a corto plazo, “sacrificando el interés a largo plazo de los accionistas y empleados”.

En la última década, observaba el Post, las opciones pasaron, de representar un 5% de las acciones disponibles, hasta un 15%. El año pasado, las opciones sumaron el 60% de todo lo que se paga a un típico ejecutivo jefe de una compañía.

Muchas compañías defienden las opciones, observaba el Wall Street Journal el 26 de marzo. Entre las ventajas citadas, estaba el hecho de que se da a los empleados un interés económico en asegurar el éxito de sus compañías.

Pero los escándalos de Enron han dado como resultado que las opciones tengan mala prensa. Se ha sabido que el Director de Enron, Kenneth Lay, ganó 123.4 millones de dólares al hacer efectivas sus opciones de compra el año 2000. Menos suerte tuvo la gran mayoría de los accionistas y empleados que perdieron la mayor parte de sus inversiones en Enron y sus pensiones de jubilación.

El Journal también indicaba algunos problemas relacionados con las opciones. Cuando las compañías dan a los empleados una gran parte de sus sueldos en opciones, las reglas contables actuales no les exigen que recojan esto como un coste, como ocurre con otras formas de remuneración. Las compañías podrían entonces dar a sus ejecutivos sustanciosos paquetes de opciones, sin reducir sus beneficios. El senado de Estados Unidos está debatiendo una medida que podría cambiar esta situación, al obligar a la compañías a tratar las opciones como si fueran un gasto.

El no contar las opciones como un gasto ha subido significativamente los beneficios de las compañías, al menos sobre el papel. Según Bear Stearns, los ingresos de funcionamiento de Oracle, en el año 2000, fueron 933 millones de dólares más altos que lo que hubiera resultado si, en vez de dar opciones a sus empleados, les hubieran dado dinero. Y Citigroup, cuyo jefe, Sanford I. Weill, hizo efectivas el año pasado sus 15,9 millones de dólares en opciones, hizo que subieran los ingresos de funcionamiento para el año en 919 millones de dólares, al no incluir las opciones como gasto.

“Efectos perversos”
Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, ha terciado en el tema, al decir que el uso actual de las opciones tiene “efectos perversos” en la contabilidad de las empresas, algo que reformarse, informaba el 23 de marzo el Financial Times.

Estudios de la Reserva Federal estiman que, desde 1995 al 2000, la sustitución de los sueldos en metálico tradicionales y las primas por la concesión de opciones, añadió cerca de un 2,5% de ganancias a las empresas más grandes de Estados Unidos.

Hablando sobre las normas contables, Warren Buffett, conocido por sus éxitos en cosechar ganancias en los mercados de acciones, admitía que las opciones pueden tener un efecto positivo al motivar a los empleados. “Sin embargo, deberían tratar este gasto como cualquier otro”, escribía en el Washington Post el 9 de abril.

Buffett declaró que normalmente él ha estado en contra de la intromisión del Congreso en asuntos de contabilidad. Pero en este caso, afirmó “el Congreso generó una forma de contabilidad impropia – y sugiero que vuelva a la escena del crimen”.

Otro problema que tiene que ver con la opciones es la tentación de manipular la información para permitir que los ejecutivos puedan cobrar sus opciones. Algunas compañías han hecho públicas relaciones de ganancias no del todo correctas, para que sus ejecutivos pudieran vender grandes cantidades de acciones como resultado de sus altos precios. Sólo después se proporcionaba la información financiera correcta. Esto ha ocurrido en compañías como Oracle, Sun Microsystems, Xerox y muchas otras de las más importantes firmas de tecnología, informaba el New York Times el 7 de abril.

“Los intereses de los gestores no han coincidido en muchos casos con los intereses de los inversionistas”, afirmaba Alan Beller, el director de la división financiera en la Comisión de Seguridad y Cambio.

En Xerox, por ejemplo, en 1998 y en 1999, el entonces jefe ejecutivo, Paul A. Allaire, hizo cerca de 16 millones de dólares vendiendo acciones de la compañía que se negociaban en unos 50 dólares cada una. Pero, apenas unas semanas después, Xerox decidió corregir su inexacta contabilidad. Para entonces el precio de cada acción se vendía a 10,52 dólares.

En el 2001, el jefe ejecutivo de Oracle, Lawrence J. Ellison, hizo su primera venta de acciones de la compañía después de casi cinco años, con unas ganancias de casi 900 millones de dólares. Sólo cinco semanas después, admitió que había fallado en su estimación del beneficio de la compañía, y el valor de las acciones cayó en un 21% en sólo un día.

El debate sobre las soluciones
No todo el mundo está de acuerdo con las propuestas del senado sobre leyes para regir las opciones. Damon B. Ansell, vicepresidente para la política en Americanos por la Reforma de los Impuestos, defendía que llevarían, en vez de en ganancias para las empresas, a penalizaciones de impuestos, sin distinción de buenas y malas.

Escribiendo en el Washington Post del 18 de abril, Ansell mantenía que cualquier medida que reduzca los beneficios de las compañías dañará a las compañías, y a las inversiones hechas por los accionistas. Impuestos más altos sólo reducirían el número de puestos de trabajo y la calidad de los beneficios ofrecidos a los trabajadores americanos, continuaba Ansell.

El Financial
Times precisaba, el 19 de abril, que los partidarios de los cambios en las normas contables, tenían diferencias sobre qué cambios se deberían hacer. No había acuerdo de opiniones sobre si las opciones se deberían reflejar cuando se hacían públicas o cuando se ejercitaban.

Una posible solución, según el Financial Times, sería que el cambio viniera de quienes fijan los formularios de contabilidad, particularmente del International Accounting Standards Board. Este organismo planea publicar pronto una propuesta de formulario global que sirva para saber cómo tratar contablemente las stock options.

Además de fijar las reglas contables sobre las opciones, también surgen preguntas sobre justicia social. Juan Pablo II observaba en su encíclica “Centessimus Annus” que la Iglesia ha defendido con firmeza el derecho a la propiedad privada. El Papa también ha reconocido el papel positivo de la capacidad emprendedora, de la libertad de los negocios y del mercado.

Pero también ha llamado la atención sobre un principio a largo plazo, a saber, que los bienes materiales tienen una dimensión social y los propietarios de la propiedad privada no puede permanecer indiferentes ante las necesidades de los demás.

Las stock options pueden jugar un papel positivo en la economía actual. Pero las últimas experiencias demuestran que mucha gente ha pasado por alto sus responsabilidades sociales en el juego del mercado. Ahora es una buena oportunidad para repensar cómo alcanzar un mejor equilibrio entre la remuneración a los ejecutivos por un buen trabajo y la búsqueda de los intereses de la comunidad en general.

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ZENIT Staff

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