Llamamiento del Papa: El mundo no puede ser indiferente a las guerras en África

Manifiesta su preocupación por la situación en Uganda y Sudán

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CASTEL GANDOLFO, domingo, 25 julio 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó este domingo un llamamiento para que se ponga punto final a los conflictos que en estos momentos desangran al continente africano, especialmente en Uganda y Darfur (Sudán).

El pontífice exigió para ello, antes de rezar la oración mariana del Ángelus, un mayor compromiso de los gobiernos locales, de la comunidad internacional, y alentó las oraciones y la solidaridad concreta de los católicos de todo el mundo.

En su encuentro con unos mil peregrinos reunidos en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, el Papa comenzó reconociendo que «durante estos días de descanso, mi pensamiento se dirige con frecuencia a las dramáticas condiciones por las que atraviesan diferentes regiones del mundo».

Recordó que «desde hace más de dieciocho años, el norte de Uganda ha quedado sacudido por un conflicto inhumano que involucra a millones de personas, sobre todo niños. Muchos de ellos, atenazados por el miedo y sin futuro, se sienten obligados a «hacerse soldados»».

«Me dirijo a la comunidad internacional y a los responsables políticos nacionales para que acabe este trágico conflicto y se ofrezca una perspectiva real de paz a toda la nación ugandesa», exhortó.

Para el obispo de Roma también es sumamente preocupante «la situación en la que se encuentran las queridas poblaciones de Darfur, la región occidental de Sudán, fronteriza con Chad. La guerra, que se ha intensificado en estos meses, trae consigue siempre más pobreza, desesperación y muerte».

«Dos décadas de duros enfrentamientos ha producido en Sudán un número ingente de muertos, de desplazados y refugiados. ¿Cómo podemos quedar indiferentes?», se preguntó.

Por este motivo, dirigió «un sentido llamamiento a los responsables políticos y a las organizaciones internacionales para que no se olviden de estos hermanos nuestros que tanto sufren».

Por último, Juan Pablo II se dirigió de manera particular a los cristianos para que recen por estas poblaciones y demuestren concretamente su solidaridad.

«En Uganda, los obispos, ayudados por otras diócesis del mundo y por organizaciones de voluntariado, trabajan con generosidad a favor de la reconciliación nacional y para socorrer a las personas en dificultad», constató.

«A Darfur he querido enviar precisamente en estos días al presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», monseñor Paul Josef Cordes, para que lleve a esas poblaciones atribuladas la solidaridad espiritual y material de la Santa Sede y de la Iglesia universal», explicó.

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ZENIT Staff

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