Los discapacitados mentales, «testigos de la ternura de Dios»; según el Papa

Pide que se les deje el lugar que les corresponde en la Iglesia

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CASTEL GANDOLFO, 26 septiembre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo un llamamiento a aprender de los discapacitados –«testigos particulares de la ternura de Dios»– y pidió que se les deje el lugar que les corresponde dentro de la Iglesia.

La petición del Santo Padre tuvo lugar este jueves, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, al recibir a delegados procedentes de 75 países de la Asociación internacional «Fe y Luz».

Este movimiento [http://www.foietlumiere.org] surgió en 1971 en la primera peregrinación en Lourdes para discapacitados mentales organizada por sus dos fundadores: Marie-Hélène Mathieu, educadora especializada, y Jean Vanier, fundador en 1964 de las comunidades del Arca.

La asociación se compone hoy día de 1400 comunidades en 75 países de los cinco continentes y tiene por objetivo ofrecer un camino espiritual a personas con discapacidades mentales y a sus familiares y amigos. <br>
«Al acoger a todos esos «pequeños» marcados por la discapacidad mental, vosotros habéis reconocido en ellos a testigos particulares de la ternura de Dios, de los que debemos aprender mucho y que ocupan un lugar específico en la Iglesia», afirmó el Papa en su encuentro con los miembros del movimiento.

«Su participación en la comunidad eclesial abre el camino a relaciones sencillas y fraternas, y su oración filial y espontánea nos invita a todos a volvernos a nuestro Padre de los cielos», afirmó explicando las lecciones que todo cristiano debe aprender de los discapacitados mentales.

El Papa agradeció asimismo a «Fe y Luz» el trabajo que realiza para acoger a estas personas y promover su integración en la vida social, reconociendo que en este sentido «queda mucho por hacer para que se respete realmente la dignidad de cada ser humano y para que no se atente jamás contra el don de la vida, especialmente cuando se trata de niños afectados por la discapacidad».

Jóvenes discapacitados de «Fe y Luz» conmovieron del 25 al 28 de julio en Toronto a Juan Pablo II y a medio millón de jóvenes al participar en varios de los momentos culminantes de las Jornadas Mundiales de la Juventud, con su testimonio y con varios espectáculos en los que ofrecieron una estupenda coreografía.

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ZENIT Staff

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