Los obispos europeos piden que se mejore la Carta de Derechos Fundamentales

Rueda de prensa de la COMECE al final de su sesión plenaria

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BRUSELAS, 26 nov (ZENIT.org).- Los obispos no se desaniman y siguen haciendo presión para que se mejore la redacción de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, embrión de lo que un día debería ser, según algunos, la Constitución del viejo continente.

La Carta debería ser aprobada en la próxima cumbre de Niza el 7 de diciembre, pero lo más seguro es que sea adoptada sin ningún carácter vinculante, como una simple declaración de buenas intenciones.

Los obispos, entre otras cosas, denuncian el que se haya cancelado en el texto cualquier referencia a la herencia cristiana del viejo continente, nexo de unión que históricamente sirvió para cimentar la identidad europea.

«Es increíble esta cancelación –comentaba monseñor Attilio Nicora, representante de la Conferencia Episcopal italiana en la Comisión de los Episcopados de la Unión Europea (COMECE) en declaraciones realizadas ayer a la prensa–. Es increíble sobre todo porque negar la historia es una acción que no es ni culturalmente válida, ni democráticamente positiva».

Los obispos de la COMECE lo han escrito ya en un mensaje enviado por su presidente, monseñor Josef Homeyer, a los jefes de Estado y de Gobierno que se reunirán en la cumbre de Niza. De este modo, han unido su voz a la del CCEE (Consejo de las Conferencias Episcopales de toda Europa).

En la rueda de prensa convocada ayer tras la sesión plenaria de la COMECE, particparon, junto con el obispo italiano, el mismo presidente Homeyer y el vicepresidente holandés, monseñor Adrianus van Luyn.

¿Qué piensan hacer lo obispos ante la cita de Niza?, preguntó un periodista. «Sabemos que es muy difícil –responde monseñor Nicora– que el texto se pueda modificar. Pero deseamos que nuestras observaciones sean tenidas en su debida cuenta, sobre todo si esta Carta se convierte en la base para la Constitución europea. En este sentido subrayar valores y defectos no es inútil».

«Sobre todo –añade– el hecho de que en el preámbulo se haya cancelado la expresión que hablaba de la herencia humanista y religiosa para hacer referencia a un más genérico patrimonio espiritual».

De los artículos emergen también algunas «lagunas o insuficiencias». En el artículo 3, por ejemplo, se condena solo la clonación reproductiva «lo que –observa monseñor Nicola– podría abrir la puerta a la clonación mal llamada terapéutica».

El artículo 9, con sus distinción entre el derecho a casarse y el derecho a constituir una familia, es una especia de caballo de Troya para las uniones de hecho (incluso homosexuales). «Y esto es muy grave –comenta el obispo– porque contradice no sólo la tradición judeocristiana sino también la civil que se remonta al derecho romano».

Por último, el artículo 10, que habla del derecho a reconocer la dimensión institucional de las realidades confesionales. «Una anomalía tanto más evidente –indica monseñor Nicora– si se la confronta con el espacio dado, por otra parte con razón, a los partidos políticos y a los sindicatos, representantes institucionales respectivamente de la libertad de asociación política y de los trabajadores».

Estos trazos críticos no comportan sin embargo un juicio negativo para la Carta en cuanto tal. «Todos nosotros –afirmó mondseñor Homeyer– estamos contentos de que exista este documento. Querríamos sin embargo que fuera mejorado también con vistas a una ampliación al Este de la Unión Europea».

Argumento éste que ha salido a la luz varias veces en la sesión plenaria de la COMECE, en la que han tomado parte también representantes de los episcopados de algunos países que han pedido el ingreso en la Unión Europea: Polonia, Hungría y República Checa.

«La ampliación –indica el comunicado de prensa final– es una vocación histórica para Europa». En este sentido se ha decidido mantener una de las próximas reuniones en un estado candidato a formar parte de la unión.

Además, la COMECE invita a todas las Universidades católicas del Este y del Oeste a «profesar juntas los valores de base de la integración europea».

«Demasiado a menudo el proyecto continental –dicen los obispos– es presentado sólo como una pura iniciativa económica».

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ZENIT Staff

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