Malestar de la Custodia de Tierra Santa por el voto de EEUU sobre Jerusalén

Declaraciones del padre David Jäger, portavoz

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JERUSALÉN, 7 octubre 2002 (ZENIT.org).- La Custodia franciscana de Tierra Santa ha criticado la decisión del Congreso de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital de Israel por considerar que no respeta las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos.

El presidente Bush, aún firmando la normativa, sin embargo ha precisado que no quiere modificar el estatus de Jerusalén y ha condenado la interferencia en sus prerrogativas.

En declaraciones a «Radio Vaticano», el padre David Jäger, portavoz de la Custodia di Terra Santa, aclara: «Es evidente que la iniciativa de los diputados estadounidenses no agrada a la Administración Bush que ha hecho saber que seguirá ateniéndose al derecho internacional en esta materia».

«Jerusalén, antes que nada, tiene una relevancia mundial –sigue explicando–. Por tanto, deberían responderse a las exigencias de Naciones Unidas, en el respeto de la dimensión internacionalmente relevante de Jerusalén».

«El tipo soberanía territorial dependerá de las negociaciones entre israelíes y palestinos, que ya se comprometieron en 1993 a negociar sobre la ciudad –aclara el padre Jäger–. Se puede luego prever que se sigan los criterios ordinarios sobre autodeterminación de las poblaciones que viven en la ciudad».

«Como se sabe, la Santa Sede, en perfecta sintonía con Naciones Unidas, reivindica desde siempre el estatuto especial internacionalmente garantizado para Jerusalén», explica.

«Es motivo de especial satisfacción que, en 1997, la Asamblea General de Naciones Unidas haya confirmado esta perspectiva», recuerda el franciscano.

Gracias a esta ley, las negociaciones de paz podrán garantizar los derechos de los creyentes de las tres religiones, subraya.

Explicando el sentido de la propuesta vaticana para Jerusalén y de la resolución de la ONU, concluye «ya que los santos lugares afectan a una parte tan grande de la humanidad, no es posible que su suerte dependa de una u otra nación. Es necesario que la responsabilidad la asuma la comunidad internacional, mediante un organismo representativo».

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ZENIT Staff

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