Mensaje vaticano a los budistas con motivo de la fiesta de «Vesakh»

«Cristianos y budistas: educar a las comunidades a vivir en armonía y en paz»

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 25 abril 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje –distribuido este miércoles por la Oficina de Prensa de la Santa Sede- que ha enviado el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso a los budistas con motivo de la fiesta de Vesakh, la más importante para los seguidores de esta religión, pues conmemora los principales acontecimientos de la vida de Buda.

En países como Sri Lanka, Tailandia, Malasia o Corea la fiesta es móvil y este año se celebra entre el 2 y el 31 de mayo. En Japón y Taiwán tuvo lugar el 8 de abril.

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Cristianos y budistas: educar a las comunidades a vivir en armonía y en paz

Queridos amigos budistas:

1. Con ocasión de la fiesta de Vesakh, tengo el gusto de dirigirme a las comunidades budistas de distintas partes del mundo para presentar los mejores deseos de mi parte y del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

2. Nosotros, católicos y budistas, mantenemos buenas relaciones y nuestros contactos, colaboración y realización de diversos programas nos han ayudado a profundizar en nuestro conocimiento recíproco. El diálogo es el camino seguro para tener fructíferas relaciones interreligiosas, dado que profundiza en el respeto y alimenta el deseo de vivir en armonía con los demás.

3. El Concilio Vaticano II enseña que todo el género humano comparte un origen y un destino común: Dios, nuestro Creador y fin último de nuestra peregrinación terrena. De forma similar, el Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, subrayó: «Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse libremente y de entrar en comunión con otras personas» (n. 2).

4. Construir una comunidad requiere gestos concretos que reflejen el respeto por la dignidad de los demás. Además, como personas religiosas, estamos convencidos de que «hay una lógica moral que ilumina la existencia humana y hace posible el diálogo entre los hombres y entre los pueblos» (Ibíd., n. 3).

Sin embargo, existen personas que tienen aún necesidad de aprender algo sobre los demás y sobre sus creencias, para superar prejuicios e incomprensiones. Esta triste realidad, si quiere ser superada, requiere mucho compromiso por parte de los líderes tanto civiles como religiosos. También en los lugares donde la gente experimenta diariamente los daños provocados por la guerra, alimentados por sentimientos de odio y de venganza, se puede restablecer la confianza. Juntos podemos ayudar a crear los espacios y las oportunidades para que las personas puedan hablar, escuchar, compartir su disgusto y ofrecer perdón los unos a los otro por los errores del pasado.

5. La Educación para la paz es una responsabilidad que debe ser sostenida por todos los sectores de la sociedad. Naturalmente, empieza en los hogares donde la familia, el pilar fundamental de la sociedad, se esfuerza por transmitir valores tradicionales y sanos a los niños con el deliberado compromiso de formar sus conciencias. Las generaciones más jóvenes merecen crecer, y de hecho maduran, con una educación fundada en valores, que refuerza el respeto, la acogida, la compasión y la igualdad. Es importante, por lo tanto, que las escuelas, tanto públicas como confesionales, hagan todo lo posible por apoyar a los padres en el delicado pero satisfactorio deber de educar a sus hijos en el aprecio de todo lo que es bueno y verdadero.

6. El poder de los medios de comunicación para modelar las mentes, especialmente de los jóvenes, no puede subestimarse. Mientras se toma cada vez más conciencia de aquello que son por los elementos irresponsables que transmiten, se ve también que se pueden realizar muchas cosas buenas a través de producciones de calidad y programas educativos. Cuando las personas que trabajan en los medios de comunicación utilizan su conciencia moral, es posible disipar la ignorancia y transmitir conocimiento, preservar los valores sociales y presentar la dimensión trascendente de la vida que nace de la naturaleza espiritual de cada individuo. Los creyentes sirven a la sociedad de forma admirable colaborando en tales proyectos para el bien común.

7. En último análisis, el objetivo de la verdadera educación es guiar a cada a uno a encontrarse con el fin último de la vida. Esto motiva a la persona a servir a la humanidad desalentada. Deseo que juntos podamos continuar contribuyendo a la paz y a la armonía en nuestras sociedades y en el mundo. Los católicos nos unimos a vosotros con nuestros cordiales saludos mientras celebráis esta fiesta y os reitero mi deseo de una feliz festividad de Vesakh.

Cardenal Paul Poupard
Presidente

Arzobispo Pier Luigi Celata
Secretario

[Traducción del original en inglés realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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