Misa Crismal: El Papa pide a los cristianos ser “personas de paz”

“Debemos oponernos a la violencia y fiarnos del poder del amor”

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 1 de abril de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI afirmó, durante la homilía de la Misa Crismal celebrada esta mañana en la Basílica de San Pedro, que los cristianos “deberían ser personas de paz”, una paz que nace de la “lucha por la justicia”.

En esta celebración solemne en la que se bendicen los santos óleos, el Papa quiso recordar, junto con los cardenales, obispos y sacerdotes presentes en Roma, el simbolismo sacramental del aceite n la fe cristiana, que simboliza la unción del Espíritu Santo, y que habla de paz y, al mismo tiempo, de lucha y de misericordia.

El ramo de olivo y, por extensión, el aceite, es signo de paz en la Escritura, recordó.

“Los cristianos de los primeros siglos solían adornar las tumbas de sus difuntos con la corona de la victoria y el ramo de olivo, símbolo de la paz. Sabían que Cristo había vencido a la muerte y que sus difuntos descansaban en la paz de Cristo”.

Esa paz, “que el mundo no era capaz de ofrecerles, estaba esperándoles”, afirmó el Papa. Cristo “lleva, por así decir, el ramo de olivo, introduce su paz en el mundo. Anuncia la bondad salvadora de Dios. Él es nuestra paz”.

“Los cristianos deberían ser, pues, personas de paz, personas que reconocen y viven el misterio de la cruz como misterio de reconciliación”, ya que “Cristo no triunfa por medio de la espada, sino por medio de la cruz. Vence superando el odio. Vence mediante la fuerza más grande de su amor”.

En este sentido, añadió, “la cruz de Cristo expresa su ‘no’ a la violencia. Y, de este modo, es el signo de la victoria de Dios, que anuncia el camino nuevo de Jesús”.

Por esto, añadió dirigiéndose a los sacerdotes, “estamos llamados a ser, en la comunión con Jesucristo, hombres de paz, estamos llamados a oponernos a la violencia y a fiarnos del poder más grande del amor”.

Al mismo tiempo, explicó, el aceite es “el que fortalece para la lucha”.

“Esto no contradice el tema de la paz, sino que es parte de él”, aclaró. “La lucha de los cristianos consistía y consiste no en el uso de la violencia, sino en el hecho de que ellos estaban y están todavía dispuestos a sufrir por el bien, por Dios”.

Por tanto, añadio, los cristianos, “como buenos ciudadanos, respetan el derecho y hacen lo que es justo y bueno. Consiste en que rechazan lo que en los ordenamientos jurídicos vigentes no es derecho, sino injusticia”.

“También hoy es importante que los cristianos cumplan el derecho, que es el fundamento de la paz. También hoy es importante para los cristianos no aceptar una injusticia, aunque sea retenida como derecho, por ejemplo, cuando se trata del asesinato de niños inocentes aún no nacidos”.

Bondad de Dios

El óleo, presente en varios sacramentos, “es signo de la bondad de Dios que llega a nosotros”, “nos acompaña durante toda la vida: comenzando por el catecumenado y el bautismo hasta el momento en el que nos preparamos para el encuentro con Dios Juez y Salvador (unción de enfermos)” y el sacerdocio.

“Ya desde la antigüedad, en la etimología popular se ha unido la palabra griega «elaion«, aceite, con la palabra «eleos«, misericordia. De hecho, en varios sacramentos, el óleo consagrado es siempre signo de la misericordia de Dios”, afirmó el Papa.

Respecto al orden sacerdotal, explicó, “la unción para el sacerdocio significa también el encargo de llevar la misericordia de Dios a los hombres”.

“En la lámpara de nuestra vida nunca debería faltar el óleo de la misericordia”, añadió.

Por último, ese aceite es “signo de júbilo”, un júbilo que “es distinto de la diversión o de la alegría exterior que la sociedad moderna anhela”.

“La diversión, en su justa medida, es ciertamente buena y agradable. Es algo bueno poder reír. Pero la diversión no lo es todo. Es sólo una pequeña parte de nuestra vida, y cuando quiere ser el todo se convierte en una máscara tras la que se esconde la desesperación o, al menos, la duda de que la vida sea auténticamente buena, o de si tal vez no habría sido mejor no haber existido”.

Sin embargo, subrayó el Papa, “el gozo que Cristo nos da es distinto. Es un gozo que nos proporciona alegría, sí, pero que sin duda puede ir unido al sufrimiento. Nos da la capacidad de sufrir y, sin embargo, de permanecer interiormente gozosos en el sufrimiento”.

“El aceite de júbilo, que ha sido derramado sobre Cristo y por él llega a nosotros, es el Espíritu Santo, el don del Amor que nos da la alegría de vivir. Ya que conocemos a Cristo y, en Cristo, a Dios, sabemos que es algo bueno ser hombre. Es algo bueno vivir, porque somos amados. Porque la verdad misma es buena”, concluyó.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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