Asunción de la Virgen © Patrizio Righero/Cathopic

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Oración a María en tiempos de dificultad

Pontificia Academia Mariana Internationalis

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Oración a María en tiempos de dificultad

PAMI – Pontificia Academia Mariana Internationalis

 

Oh María, mujer de Nazareth,

Virgen y Madre, toda Santa e Inmaculada,

Virgen, porque eres Madre de mi Dios y Señor Jesucristo,

Madre, porque en ti realmente Dios se hizo hombre,

y lo llevaste en tu vientre,

has vivido íntimamente con Él,

compartiendo la carne y el corazón,

en la unidad de sentimientos, alegrías y preocupaciones,

en fe y esperanza para la realización del Reino de Dios,

con victoria sobre el mal y la muerte.

Te ruego, corazón inmaculado,

perfectamente conformado al Corazón de Jesús

cual, amante de la humanidad, se ha entregado todo por nosotros,

y al morir en la cruz, para vencer de esta manera el pecado y la muerte,

confiamos nuestro corazón y todo nuestro ser humano,

nuestra vida, las personas que amamos, nuestros planes, nuestras alegrías y las tristezas,

las muchas buenas obras, pero también nuestros fracasos;

te confiamos a todas las personas que hemos conocido

y que encontramos en nuestra vida cotidiana:

los amigos para que tú los confirmes en nuestro afecto,

y también a los enemigos los encomendamos a ti para encontrar el perdón y el ritmo;

te confiamos la Iglesia, nuestra Nación y el mundo entero,

seguro de que tu Inmaculado Corazón, tu Corazón de Madre amorosa,

Continúa la competencia que Jesús te reveló desde la cruz: ¡la de ser nuestra Madre!

Gracias Jesús por este don que inmensamente grandioso has hecho:

además de habernos hecho hijos por adopción de tu único Padre celestial,

también nos hiciste dignos de compartir con tu propia Madre terrenal.

Por esto te pedimos, o Jesús nuestro Salvador, de infundirnos el Espíritu Santo,

También guíanos a vivir plenamente nuestra vocación cristiana en este mundo,

El mundo que Maria ha llevado fielmente con su fe y su amor.

Y tú, Madre nuestra, cuídanos,

Proteje nuestras vidas de todos los hombres, también ayúdanos, ya que siempre has estado llena del Espíritu Santo, para que nosotros también podamos entender y realizar la voluntad de Dios por el bien de nuestro hogar común, que es la Iglesia y el mundo entero!

Oh María, con un corazón inmaculado,

abre nuestros corazones a todo el amor de Dios, no tenemos miedo de comprometernos a luchar contra todos los males de este mundo, confiando en que tú y tu Hijo nunca nos dejarán solos.

Santo Padre, Hijo amado, Espíritu Consolador, bendice y protege de todo mal nuestros corazones, nuestras familias, nuestros hogares y nuestros trabajos, toda nuestra nación y el mundo entero, a fin que el mal no pueda infundir tristeza en nuestros corazones y la muerte no pueda vencer sobre la alegría de nuestra vida. ¡Conviértenos a Ti y seremos siempre tuyos!

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ZENIT Staff

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