Primeros signos del papa Francisco

Una forma diferente de presidir la Iglesia

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Ofrecemos a los lectores la habitual colaboración del obispo de San Cristóbal de Las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel que continúa sus comentarios sobre la novedad que está viviendo la Iglesia en este momento de gracia.

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SITUACIONES

Gratas sorpresas nos ha dado el Espíritu Santo con la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como 265 Sucesor de Pedro. Destacan los motivos para escoger el nombre de Francisco, y sus primeros cambios en los protocolos; no lo hace por pose publicitaria, sino que son su modo de ser. Reflejan el estilo pastoral de nuestra América Latina. No pretende romper costumbres y tradiciones sólo por romperlas, ni es acusación contra estilos de papas anteriores, sino que es una forma diferente de presidir la Iglesia.

¿Promoverá este Papa la anhelada reforma de la Iglesia? Esta ya empezó con el Concilio Vaticano II, hace cincuenta años, aunque falta continuarla en algunos puntos. Pero si algunos siguen suponiendo que dicha reforma implica cambiar las leyes y las actitudes de la Iglesia ante el celibato sacerdotal, ante el aborto, ante el sacerdocio femenino, ante la estructura jerárquica, se van a decepcionar.

ILUMINACION

El nuevo Papa ya nos empezó a trazar algunas líneas de lo que considera necesario tener en cuenta. Señalo sólo algunas. En primer lugar, su insistencia en que el centro de la Iglesia es Jesucristo, no el Papa: “Si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG asistencial, pero no en la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la mente la frase de Léon Bloy: “Quien no reza al Señor, ora al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio”.

Todos juntos, pastores y fieles, nos esforzaremos por responder fielmente a la misión de siempre: llevar Jesucristo al hombre y conducir al hombre al encuentro con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, realmente presente en la Iglesia y contemporáneo de cada hombre”. “Cristo es el Pastor de la Iglesia, pero su presencia en la historia pasa a través de la libertad de los hombres: entre estos, uno viene elegido para servir como su Vicario, Sucesor del Apóstol Pedro, pero Cristo es el centro, no el Sucesor de Pedro: es Cristo. Cristo es la referencia fundamental, el corazón de la Iglesia. Sin Él, Pedro y la Iglesia no existirían ni tendrían razón de ser. Como ha dicho en varias ocasiones Benedicto XVI, Cristo está presente y conduce a su Iglesia. En todo lo que sucede el protagonista es, en última instancia, el Espíritu Santo. Él ha inspirado la decisión de Benedicto XVI por el bien de la Iglesia; Él ha dirigido en la oración y en la elección a los cardenales”.

Cuando ponemos en el centroa Cristo, la cosa va…Pero algunos lo marginan, lo ocultan, lo presuponen, no lo consideran el punto central de referencia para asumir criterios y actitudes. Nos dejamos aprisionar por los criterios de este mundo…

En segundo lugar, la naturalidad con que da a los pobres la preferencia que Dios mismo les tiene: ¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!” Y entiende su servicio como “abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado”.

En tercer lugar, la conciencia ecológica: “Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, un hombre que ama y cuida la creación. En este tiempo no tenemos una relación tan buena con la creación, ¿verdad? Custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos”.

Quisiera pedir, por favor, a todos: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”.

COMPROMISOS

La reforma espiritual y estructural depende de todos. Si nosotros, que somos la Iglesia, no nos renovamos y no nos convertimos más al Evangelio, es poco lo que un Papa puede hacer.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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