Uganda se desangra ante el desinterés internacional

El LRA está cometiendo un genocidio impunemente

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GULU, 29 junio 2003 (ZENIT.org).- Representantes religiosos y políticos están lanzando llamamientos a la comunidad internacional a fin de lograr una intervención en la «angustiosa» situación que atraviesa el norte de Uganda tras 17 años de conflicto.

En una nota difundida el miércoles pasado, el parlamentario europeo Mario Mauro constató: Joseph Kony «es un loco visionario al frente de un movimiento rebelde formado en gran parte por niños secuestrados en los pueblos del norte de Uganda».

«La guerra civil –denunció– se está convirtiendo en un lento genocidio de las poblaciones nilóticas. De una población de 1.400.000 habitantes de etnia Acholi y Lango, aproximadamente 850.000 han sido desplazados y viven en condiciones humanitarias desesperadas».

Según el diputado –presidente de la Comisión de Cultura en el Parlamento Europeo y ex vicepresidente para los derechos humanos en la asamblea paritaria Acp-Ue–, «urge una intervención política coordinada tanto en Europa como en el continente africano», recogió la agencia «Misna».

Igualmente afirmó que tanto el gobierno ugandés como el de Sudán «deben hacerse cargo» del peligro que pesa sobre los civiles y las misiones cristianas de la región ugandesa

Por ello reclamó que se garantice en mayor medida la seguridad de los misioneros presentes en las regiones septentrionales del país, a quienes los rebeldes de Kony han amenazado y atacado en repetidas ocasiones.

Líderes religiosos toman la palabra una vez más
Los líderes religiosos católicos, anglicanos, ortodoxos y musulmanes parecen ser, hasta el momento, los únicos que en los martirizados distritos del norte de Uganda reclaman la paz para la población civil.

En Gulu, en declaraciones a la prensa el miércoles pasado, el arzobispo católico John Baptist Odama –presidente de ARLPI, una organización interreligiosa que promueve la paz en el norte, poblado por la etnia Acholi– se dirigió a la comunidad internacional.

«¿Por qué el Consejo de Seguridad de la ONU no ha introducido la cuestión del norte de Uganda en su agenda?», cuestionó ante los presentes denunciando también la dejación de la Unión Africana (UA).

Por su parte, el obispo anglicano del norte de Uganda, Nelson Onono-Onweng, recordó que el ejército ugandés hace poco o nada para defender a la población, en especial a los niños, principales víctimas del conflicto.

Baker Ochola, obispo anglicano emérito de Kitgum, pidió a los rebeldes el cese de la violencia y denunció igualmente «la arrogancia del gobierno de Kampala, que debe tener el valor de pedir ayuda al extranjero si quiere garantizar la seguridad de los civiles».

En nombre de la comunidad islámica, el jeque Musa Khali recordó finalmente que la etnia Acholi, duramente probada por la guerra que estalló a finales de los ochenta, no tiene vínculo alguno con el movimiento de Joseph Kony, líder del LRA a sueldo del gobierno sudanés, como subrayó recientemente ARLPI.

Por otro lado, tras una reunión de tres días en Gulu, monseñor Odama, el obispo Paride Taban, de la diócesis de Torit –al sur de Sudán– y otros 50 obispos calificaron de intolerable la situación en el norte de Uganda.

«Estamos haciendo un fuerte llamamiento a las Naciones Unidas para que pongan rumbo en el norte de Uganda, a fin de que se establezcan todas las medidas necesarias para la protección de los civiles», se lee en el comunicado difundido por el CISA –«Catholic Information Service for Africa»–.

«Pedimos a diferentes organismos internacionales, a las misiones diplomáticas, a la Comunidad de África Oriental, a la Unión Africana, a la Unión Europea, a la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo –IGAD– y a la Liga Árabe que respalden nuestra propuesta», concluyen.

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ZENIT Staff

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