Un preso cuenta su experiencia del Camino de Santiago

 “Esto es para mí más que una bendición”

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ESTELLA, martes, 28 octubre 2008 (ZENIT.org).- «Después de todo lo que he sufrido, esto es para mí una bendición y más que una bendición, después de cinco años y pico sin pisar la calle», ha declarado hoy 28 de octubre a ZENIT I.H, un joven canario de 27 años que realiza seis etapas del Camino de Santiago, en compañía de otros once compañeros del Centro Penitenciario de Nanclares de Oca, en Vitoria, País Vasco, por iniciativa de la Pastoral Penitencia de la diócesis de Vitoria y del sacerdote Txarly Martínez de Bujanda.

Como se viene haciendo desde hace siete años, un grupo de internos del citado centro están en este momento haciendo varias etapas del Camino de Santiago. La acción es una de las actividades consolidadas por su éxito.

El padre Txarly explica a ZENIT que, en 2002, trabajaba con jóvenes en Santiago de Compostela y desde la cárcel, el capellán le propuso esta actividad que suelen hacer en octubre. En el mes de mayo proponen otra peregrinación desde Nanclares a Santiago, y se ha hecho también el Camino con mujeres, pasando por Álava.

El objetivo de este proyecto es atender al mandato constitucional de orientar la pena privativa de libertad hacia la reeducación y reinserción social del penado.

La selección de estos doce internos del penal de Nanclares, el padre Txarly la ha dejado a los mismos directivos del centro penitenciario, que han propuesto hasta veinte nombres para que, al final, la Junta de Tratamiento seleccionara doce.

¿Incidentes? «Casi nunca –dice el sacerdote– pero ¡qué casualidad!, si alguna vez viene el director, hay problemillas, pero sin importancia, como que no llegan a almorzar, que se entretienen comprando, pero al final de la etapa nos encontramos con que están allí esperándonos, y han avisado al hotel que estamos llegando». Nada que no sea normal en grupos de peregrinos o turistas.

Naturalmente al sacerdote no le falta un pellizco en el estómago cuando ocurre, y una preocupación, pero al final todo termina en risas. Es el riesgo de la libertad.

I.H. es feliz. «Estoy muy orgulloso de ser canario y de ver todo esto, la naturaleza, todo, estamos empezando, se lo aconsejo a toda la juventud, se conoce a otra gente…»

«¿Te ha servido también para ti, para tu persona por dentro?». «Sí mucho –reconoce–, hacia dentro, después de todos los sufrimientos, lo mal que lo he pasado, esto es una bendición y más que una bendición., después de cinco años y pico son pisar la calle».

A I.H Le faltan sólo 73 días para volver a Canarias y ver a su hijos, a sus padres, a sus abuelos.

La iniciativa trata de alcanzar su objetivo, poniendo a disposición de los internos los recursos necesarios para superar los aspectos de su personalidad, entorno social y familiar que les llevaron a desviarse de las normas, y preparar la vuelta a la vida en libertad.

«Para ello necesitamos que vivan experiencias positivas en cuanto a valores, formas de relación prosociales y el aprender a respetar las normas que rigen toda colectividad social. Por ello creemos firmemente que este proyecto fomenta todo lo anteriormente descrito y apostamos por el cambio de esos aspectos negativos que les llevaron a delinquir», destacan los responsables de la Pastoral Penitenciaria de la diócesis de Vitoria.

El proyecto equipara la etapa de la cárcel a «comenzar un camino», cuya meta es preparar la posterior vuelta a la sociedad. Por este motivo, eligieron realizar algunas etapas del Camino de Santiago, con el fin de preparar a los encarcelados a la vida en libertad.

Los destinatarios del proyecto son internos clasificados en segundo grado de tratamiento (régimen ordinario). La participación en la actividad es voluntaria.

Otros objetivos son: fomentar valores positivos; impulsar y reforzar las relaciones interpersonales en un medio diferente al penitenciario; impulsar y mejorar habilidades sociales; potenciar el respeto hacia uno mismo (autoestima) y hacia al grupo (cohesión grupal) y otros colectivos; observación y conocimiento en mayor profundidad de los problemas específicos de los internos; fomentar el conocimiento del medio cultural y artístico de la zonas que se visitan; mejorar las capacidades físicas y potenciación de hábitos saludables, (mejora de la salud a través del deporte); convivencia entre internos y profesionales.

Del 27 de octubre al 1 de noviembre, en esta experiencia participan, además de los doce internos, el capellán del centro, varios voluntarios de la Pastoral Penitenciaria y miembros del Equipo de Tratamiento. La asociación Gizabidea colabora en la experiencia con dos furgonetas de apoyo para las etapas. En cada una de las ciudades del Camino realizan visitas a los lugares de relieve cultural e histórico.

La primera etapa de ayer día 27, iba de Lorca a Estella (10 kilómetros); hoy, día 28, de Estella a Los Arcos (21 kilómetros); al día siguiente, de Los Arcos a Viana (20 kilómetros) el día 30, de Viana a Navarrete (23 kilómetros); el día 31, de Navarrete a Azofra (21 kilómetros); la sexta etapa será de Azofra a Santo Domingo (16 kilómetros) y posterior regreso en autobús al centro penitenciario.

En total unos cien kilómetros a campo abierto, asombrados ante la belleza del arte, la verdad de la historia, un regalo para quien sólo ha tenido hasta ahora, por años, la perspectiva de unos cientos de pasos, atrás y adelante, siempre las mismas caras, en un patio, ante el muro de una libertad soñada.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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