«Una comprensión equivocada del ecumenismo ha llevado en ocasiones al relativismo»

Discurso del cardenal Walter Kasper durante su investidura de doctor «honoris causa» por Comillas

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MADRID, martes, 30 marzo 2004 (ZENIT.orgVeritas).- El ecumenismo ha avanzado más lentamente en los últimos años a causa de problemas de identidad de comunidades cristianas que ha llevado al relativismo, considera el cardenal Walter Kasper.

En su investidura como doctor «honoris causa» por la Universidad Pontificia de Comillas, este martes, el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, hizo un balance del estado en que se encuentra en estos momentos el ecumenismo.

Comenzó su intervención preguntándose «¿por qué razón ahora el movimiento ecuménico avanza más despacio?» y encontró la respuesta en «los interrogantes actuales acerca de la identidad».

«La cuestión de la identidad se plantea en los individuos así como en las culturas, en los grupos étnicos y en las religiones; se plantea finalmente dentro de las Iglesias cristianas, donde una comprensión equivocada del ecumenismo ha conducido en ocasiones al relativismo y al indiferentismo», subrayó.

«Entendida de forma correcta, la cuestión de la identidad resulta fundamental y constitutiva para la persona humana, para la Iglesia y también para el diálogo ecuménico –reconoció–. Sólo unos socios (partners) con una identidad definida pueden emprender un diálogo sin miedo a perder en ello su identidad».

Sobre el ecumenismo con las Iglesias orientales, indicó que «podemos comprobar que somos muy cercanos los unos a los otros en la fe y en la vida sacramental, pero tenemos dificultades para entendernos a nivel de cultura y de mentalidad».

Señaló que «la única cuestión teológica seriamente debatida» con la Iglesia ortodoxa es la cuestión del primado romano. A este respecto indicó que el Papa Juan Pablo II en su Encíclica «Ut unum sint» (1995), ha invitado a iniciar un diálogo fraterno acerca del futuro ejercicio del primado, y recalcó: «¡Se trata de un gesto bastante revolucionario para un Papa!».

Tras «los cambios políticos que se han producido en la Europa Central y Oriental en los años 1989-1990 –reconoció–, las relaciones con las Iglesias ortodoxas se han vuelto más difíciles».

«Aunque en el futuro nos enfrentemos a dificultades y problemas, tengo la impresión de que nos encontramos al principio de una nueva y prometedora etapa», reconoció.

En referencia a las relaciones con las Iglesias de tradición de la Reforma, reconoció que mientras se están tratando de superar diferencias tradicionales, «se dan actualmente nuevos problemas en el campo ético».

«El mundo protestante y anglicano está profundamente dividido sobre la cuestión de problemas éticos que se debaten en nuestra cultura occidental: el aborto, la homosexualidad, la eutanasia y otros –informó–. Todo esto genera un nueva divergencia que hace más difícil y en ocasiones incluso imposible ofrecer aquel testimonio común que el mundo tanto necesita», aclaró.

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ZENIT Staff

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