©Mons. Ulises Antonio Gutiérrez Reyes, Arzobispo de Ciudad Bolivar, Venezuela

©Mons. Ulises Antonio Gutiérrez Reyes, Arzobispo de Ciudad Bolivar, Venezuela

Venezuela: “Sabemos que cerca del 90% de la población quiere y pide a gritos un cambio”

Entrevista a Mons. Ulises Antonio Gutiérrez Reyes, Arzobispo de Ciudad Bolivar

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(ZENIT – 5 marzo 2019).- “La pastoral juvenil y el trabajo con los jóvenes se ha afianzado más”, afirma Mons. Ulises Antonio Gutiérrez Reyes, Arzobispo de Ciudad Bolivar.
Una de las cuestiones desde que comenzó la “crisis de Venezuela” es la de una posible intervención militar de los Estados Unidos. Según la BBC, el presidente Donald Trump ya se refirió en 2017 a «una posible opción militar si es necesaria» en el país sudamericano.
Aunque desde que que la nación cuenta con el “presidente interino” Juan Guaidó se ve más cercana esta posibilidad. Nicolás Maduro lo llamó “intento de golpe de Estado” organizado por EEUU.
El presidente americano dice que están “todas las opciones están sobre la mesa”. Se le ha preguntado a Juan Guaidó la posibilidad de una intervención y dijo que “no descarta esta opción”.
El jueves pasado en el Consejo de Seguridad de la ONU, hubo un choque entre Rusia y Estados Unidos por las propuestas presentadas por ambos.
La propuesta americana que pide elecciones presidenciales libres y el ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela fue vetada por Rusia y China.
A continuación, ofrecemos la entrevista concedida por el Arzobispo Ulises Antonio Gutiérrez Reyes, de Ciudad Bolivar, Venezuela, en exclusiva a la agencia Zenit.
***
ZENIT: ¿Qué acciones está realizando la Iglesia de Venezuela respecto a la sociedad?
Mons. Gutiérrez: La voz de los obispos venezolanos a través de las exhortaciones, comunicados, cartas pastorales, ha sido constante y unánime en elevar la voz para denunciar la destrucción de los valores democráticos, la violación de los Derechos Humanos, la ideologización de niños y jóvenes en la escuelas, la destrucción del aparato productivo y la consecuente dependencia de la población de las dádivas del estado. Su palabra se ha elevado para denunciar la tortura, las detenciones arbitrarias, presos políticos y de conciencia, la emigración forzosa y el asesinato de líderes de la oposición. Se ha elevado la voz frente a la corrupción generalizada en todos los estamentos del Estado. Lo mismo se puede afirmar de la poca o nula libertad de expresión. Los medios de comunicación que se atreven a elevar su voz en contra de las políticas del régimen son cerrados o están secuestrados.
Z. ¿Y humanitariamente?
M. G: La Iglesia se ha mantenido de forma más decidida al lado del pueblo que sufre. A través de Cáritas nacional, diocesana y parroquial, ha desarrollado muchos programas de atención a la población más vulnerable: ollas solidarias, bancos de medicinas, programas de atención a la población infantil con desnutrición severa.
Z: ¿Cómo están los jóvenes?
M. G:Los jóvenes es tal vez el sector poblacional que más sufre las consecuencias de la crisis: su futuro lo ven incierto, muchos jóvenes han tenido que emigrar para ser sustento de sus familias que han quedado atrás. Se calcula que más de las dos terceras partes del total de los casi 4 millones de venezolanos que han emigrado son jóvenes. Desde la Universidad el Movimiento Estudiantil mantiene una constante lucha contra el régimen. Los líderes más destacados y con mayor credibilidad son jóvenes. Siento que su lucha ha sido esperanzadora.  La pastoral juvenil y el trabajo con los jóvenes se ha afianzado más. La repuesta del mundo juvenil en la vivencia de la fe y en el compromiso cristiano ha crecido y se nota en la participación de la Eucaristía dominical, en las vigilias juveniles, etc.
Z- ¿Cómo ve la situación?
M. G: A pesar de que la crisis se ha agravado en estos últimos años, con una hiperinflación que sobrepasa el 1.000.000 %, devaluación que ya no dan los números para cuantificarla, y que la represión cada día aumenta más y más, veo el momento actual con mucho optimismo, siento que estamos llegando al llegadero, al final del túnel y que una nueva Venezuela, de paz, de reencuentro de todos los venezolanos, de progreso y bienestar está a las puertas. Los ojos de la comunidad internacional por fin están mirando a Venezuela y sentimos su apoyo, sentimos que no estamos solos. Los actos religiosos de oración por la paz se han multiplicado en toda Venezuela. En toda la población y en todos los ambientes se percibe un ambiente de alegría y esperanza. Todas las corrientes de oposición se han aglutinadoen torno a la Asamblea Nacional (única institución pública que goza de legitimidad) y a su Presidente, a quien se percibe como un líder joven sin el lastre de la vieja política y que ha sido proclamado Presidente Encargado y es reconocido como tal  por más de 60 países.
Z: ¿Existe libertad religiosa?
M. G: La libertad religiosa, en general, se respeta. La población, mayoritariamente católica, mantiene su fe y participación con libertad. Se pudiera pensar que la asistencia a las celebraciones ha aumentado. La  Iglesia es la institución con mayor credibilidad y esto se ha mantenido a lo largo de estos últimos 20 años. Aunque siempre ha habido ataques  y ofensas a algunos obispos y a personalidades del mundo eclesial se puede afirmar que no es lo común y obedece a los momentos en que la denuncia se ha hecho más visible. Hasta el presente ningún obispo o sacerdote ha sido detenido, sí uno que otro sacerdote ha debido exiliarse.
Z: ¿Qué opina de la carta filtrada del Papa?
M. G: Hasta hace poco tiempo la estrategia del régimen fue tratar de dividir la percepción de la población sobre la Iglesia: El Papa y el Vaticano como proclive al régimen y los obispos como los enemigos. Esa percepción caló en muchos católicos, periodistas y población en general. La voz de los pastores afirmando de muchas maneras que nuestra palabra y nuestro pensamiento coincide con el pensamiento del Papa y viceversa, no terminaba de ser escuchada. Esta carta del Papa ayudó mucho para que al menos se pararan los ataques al Papa por las redes sociales y comenzaran a ver al Papa cercano al pueblo sufriente y nunca apoyando a un régimen opresor y delincuente. El tiempo ayudará a que esa imagen negativa vaya desapareciendo y aflore la verdad.
Z: ¿Cree usted que el Papa tuvo que haber sido directo y claro ante la petición que le hizo Maduro para que mediara?
M. G: Ser claro y directo en materias tan delicadas nunca ha sido la política de la Santa Sede, el lenguaje diplomático nunca cierra puertas a una posible salida. La mediación, el diálogo, la negociación, siempre han sido y son el camino para solucionar de forma pacífica conflictos de esta naturaleza. Las condiciones deben ser aceptadas y asumidas por las partes en conflicto. La realidad es que el régimen nunca lo asumió y hasta se pudiera decir que se trató de manipular a la Santa Sede, cosa  que desde aquí fue visto como una burla. El resultado fue precisamente la repuesta del Santo Padre a la nueva solicitud de mediación.
Z- ¿Qué opina de la Iglesia venezolana sobre las “dádivas” que les entrega Maduro a través de las caja clap?
M. G: La Iglesia, aunque ve con muy buenos ojos la ayuda humanitaria y de alguna manera la hace a través de Cáritas, siempre ha visto con mucha desconfianza esa ayuda con bonos, cajas clap, etc.  Porque es el medio para crear la total dependencia de la población al Estado. Y tras esa dependencia la sumisión al proyecto socialista – comunista.
Z- ¿Podría compartir algo de su testimonio personal?
M. G: Recuerdo cuando en febrero de 2004, el Señor Nuncio Apostólico André Dupuy, a raíz de mi nombramiento como Obispo de Carora, me decía: “Hoy en Venezuela no es fácil ser obispo”. Sabía porque lo decía. Siempre he visto y sentido mi condición de obispo, además de ser un instrumento evangelizador,  como un llamado al servicio del pueblo de Dios.
En estos 15 años recién cumplidos como obispo se ha afianzado mi vocación de servicio y mi entrega al Pueblo de Dios, sobre todo ese pueblo que sufre, ese 94% de la población que está en pobreza crítica, que no tiene voz. Acompaño al pueblo en las marchas de protesta y en la solicitud de respeto a los valores democráticos. La gran mayoría, por no decir todos, sacerdotes y miembros de la Vida Consagrada están muy claros que su lugar es con el pueblo que sufre, sin olvidar las obligaciones inherentes a su condición. Se han multiplicado en los templos  los momentos de oración por la paz y la reconciliación y al mismo tiempo los programas sociales de ayuda a los más necesitados. Mi fe y confianza en Jesucristo, el Señor de la historia cada día se reafirma más.
No podía quedar callado ante semejante injusticia y violación de los Derechos Humanos. Una guerra entre hermanos es muy peligrosa y nunca la podemos apoyar. Creo que eso no está planteado en Venezuela. Sabemos que cerca del 90 % de la población quiere y pide a gritos un cambio. La escalada que ha hecho el régimen al violentar la entrada de la ayuda humanitaria es sumamente peligrosa,pues estaría justificando una intervención militar que no queremos ni deseamos. Sabemos las consecuencias que eso puede traer. Queremos una salida pacífica.
En mi tweet afirmaba que esa conducta violenta del régimen plantea un nuevo escenario que traerá consecuencias muy graves para el régimen. Sabemos que una intervención militar significa muerte, detenciones, destrucción. Pareciera que el régimen no está midiendo las consecuencias de sus actos.
El Basta Ya significa que no se puede seguir aceptando tanta injusticia, que ya basta de tanta mentira y sufrimiento, que se hace necesario dar paso a la nueva Venezuela que está llegando.
Y por último, una palabra de gratitud a tantos hermanos latinoamericanos y de otras latitudesque han acogido a los millones de venezolanos, que han emigrado y que sólo desean, que al cambiar la condición país, regresar de nuevo para ser factores de cambio. Gracias a tantos hermanos que están mirando el dolor de nuestro pueblo y nos están tendiendo la mano. Gracias a todos por su oración y apoyo.

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Ana Paula Morales

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