LIMA, 4 septiembre (ZENIT.org).- Del 30 de agosto al 3 de septiembre Perú ha celebrado su primer Congreso Eucarístico Nacional después de 35 años.
La misa de clausura, presidida ayer por el cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston y delegado especial del Papa para el Congreso, se convirtió en una ocasión para hacer un llamamiento a los peruanos a vivir la reconciliación, inspirándose en el amor que mana de la Eucaristía.
Varias decenas de miles de personas se encontraban reunidos en el Campo de Marte en Lima. La celebración se convirtió también en la despedida del enviado papal que, según constató el presidente del episcopado peruano, monseñor Luis Bambarén, «se robó el corazón de todos».
Antes de finalizar la misa, se leyó el mensaje especial enviado por Juan Pablo II, en el que explica que «el acercamiento sincero a la Eucaristía será el pilar más firme para un renovado impulso a la fe en ese país y un renacer vigoroso de la esperanza, en unos momentos en que no faltan dificultades que pueden hacer flaquear su vitalidad».
En efecto, escribe el Papa, «al celebrar la Eucaristía, la comunidad cristiana aúna la liturgia y la caridad, la conmemoración del sacrificio de Cristo y el compromiso de imitar su amor sin límites. Los que «sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos» encontramos, pues, en Jesús Sacramentado la «fuente de agua que brota para vida eterna», la generosidad para compartir los bienes con los hermanos, el vigor para llevar el Evangelio a cada rincón de la tierra y el tesón necesario para construir día a día, a pesar de las dificultades, la civilización del amor».
Durante los 5 días del Congreso tuvieron lugar adoraciones eucarísticas, procesiones, presentaciones folclóricas y musicales, un Simposio Teológico y misas por categorías.
El 31 de agosto, por ejemplo, el cardenal Law se encontró con unos 90 chicos y chicas con motivo de la misa de la juventud. Provenían de todas los rincones del país. Los muchachos pidieron al purpurado que comunicara al Papa el profundo amor que siente por él la juventud peruana.
Al concluir el Congreso Eucarístico, monseñor Bambarén dio gracias al arzobispo de Lima, monseñor Juan Luis Cipriani, y a sus «silenciosos colaboradores» por la extraordinaria organización del Congreso.