EE UU aprueba el uso de la píldora abortiva RU-486

Conferencia Episcopal: Una manera de aletargar las conciencias

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WASHINGTON, 29 sep (ZENIT.org).- Después de doce años de discusiones sobre la conveniencia de su uso, la Agencia de Evaluación de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos (EEUU) aprobó ayer la utilización de la píldora abortiva RU-486 en ese país.

La píldora, desarrollada hace 20 años por la compañía francesa Roussel UCLAF, produce la interrupción casi inmediata del embarazo, y ya es usada por millones de mujeres en trece países.

Por el momento, el FDA no ha precisado en qué condiciones podrá recetarse la píldora, aunque cabe la posibilidad de que los médicos que la prescriban deban estar registrados en la lista de facultativos habilitados para practicar abortos.

En EE UU la importación de la píldora RU-486, conocida también como mifepristona, estuvo prohibida hasta que la administración Clinton la autorizó en 1993. Hasta entonces los gobiernos de los republicanos Bush y Reagan se habían opuesto a su distribución.

En 1996, la misma compañía distribuidora de la píldora renunció a su introducción en EEUU a causa de los efectos secundarios que tiene que hubieran podido provocar denuncias legales.

Posición de la Conferencia Episcopal
En una declaración de prensa de Gail Quinn, directora ejecutiva del Secretariado para las Actividades a favor de la Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, se puede leer que «muchos han promovido de manera tergiversada la mifepristona como si fuera una panacea. En realidad, el aborto químico es un sistema que prevé entre tres y quince días de visitas a un establecimiento y una combinación de drogas con las posibilidad de complicaciones que ponen en peligro la vida».

«Lo peor de todo –continúa diciendo Gail Quinn– es que la aprobación del aborto químico aletargará nuestra conciencia ante la violencia del aborto y ante la eliminación una vida humana inocente. La Iglesia y la comunidad que está a favor de la vida continuará a anunciar la verdad sobre este fármaco de muerte, y continuará asistiendo a las mujeres que se encuentran en crisis o que sufren después de un aborto».

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ZENIT Staff

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