NUEVA YORK, 31 oct (ZENIT.org).- El representante de la Santa Sede ante las Naciones Unidas volvió a repetir ayer ante un comité especial de la asamblea general que la solución de la cuestión de Jerusalén, decisiva para la paz, requiere la aprobación de un estatuto internacionalmente garantizado que regule los Santos Lugares.
El arzobispo Renato Martino, observador permanente ante las Naciones Unidas, presentó su propuesta en una reunión dedicada a las actividades de la Agencia de la ONU para las Ayudas a los refugiados palestinos en Oriente Medio (OOPS).
El prelado confesó la «grave preocupación» de la delegación vaticana por la reciente explosión de violencia en muchas áreas de la región, e hizo mención tanto de los muertos como de los heridos, la disgregación de los servicios sociales vitales, las necesidades y los sufrimientos de tantas familias, así como la urgencia de destinar más recursos a las agencias que tratan de ofrecer un nivel normal de vida a los refugiados que todavía se encuentran en los campos de Jordania, Siria, Líbano y en las zonas administradas por la Autoridad Palestina.
«La Santa Sede --afirmó monseñor Martino-- dirige un llamamiento a la comunidad internacional para que continúe asistiendo a los israelíes y palestinos a la hora de acabar con la violencia y de afrontar los temas fundamentales de la justicia y de la libertad, como solicita Juan Pablo II».
Las ayudas humanitarias de la Agencia de la ONU y de la Misión Pontificia para Palestina, añadió, «no deberían ser entendidos como un sucedáneo de solución justa, estable y definitiva de los problemas de la región».
En este contexto, el prelado renovó el auspicio de que esta solución definitiva del conflicto de Oriente Medio incluya la cuestión de la ciudad de Jerusalén.
«A la luz de la reciente violencia --dijo en este sentido-- la Santa Sede renueva su acuciante llamamiento para un estatuto internacionalmente garantizado que salvaguarde los lugares sacros para los judíos, los cristianos y los musulmanes» con «el reconocimiento apropiado del patrimonio espiritual de las tres religiones monoteístas. Mas aún, mi delegación cree que los Santos Lugares deberían protegerse de su utilización para fines políticos».
El nuncio concluyó citando las palabras del Santo Padre a los trabajadores y voluntarios del campo de refugiados de Deheisheh, durante su peregrinación en marzo a Tierra Santa. «¡Creed en la tarea que lleváis a cabo! La solidaridad práctica y genuina con los necesitados no es un favor concedido, es una exigencia de nuestra humanidad compartida y un reconocimiento de la dignidad de todos los seres humanos».
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Oct 31, 2000 00:00