ROMA, 23 oct (ZENIT.org).- «Racismo en los estadios, dopaje, pasaportes falsos, excesos multimillonarios. Y luego dicen que no hay necesidad de un deporte de los valores». Edio Constantini, 48 años, uno de los encargados de la organización del Jubileo del deporte, que tendrá lugar el próximo fin de semana en Roma, está convencido: hacía falta un gran encuentro jubilar de los deportistas.
«Una misión que parecía imposible pero gracias al Jubileo podrá realizarse», añade Constantini, quien es presidente del Centro Deportivo Italiano (CSI), un organismo de promoción del deporte y sus valores promovido por la Iglesia italiana, con 750.000 socios y 12.700 sociedades deportivas.
A Roma ya han comenzado a llegar los atletas que el próximo 29 de octubre se encontrarán con el Santo Padre en el estadio Olímpico de Roma (Cf. «Juan Pablo II, primer Papa que asistirá a un partido de fútbol»).
«Desde el lunes abriremos una ciudad deportiva en Castel Sant´Angelo, junto al Vaticano, –explica Constantini–. Se trata de una serie de campos para baloncesto, fútbol y balón volea. Además de partidos habrá reflexiones, en forma breve pero incisiva, en las que se discutirá sobre los grandes temas del deporte, escuela y sociedad multirracial, nuevas tecnologías, parroquias, etc. Participarán grandes campeones y atletas conocidos y no tan conocidos, dirigentes, técnicos, políticos y periodistas. Y gente del mundo del espectáculo».
—Zenit:¿Qué deportistas participarán?
–Intervendrán el entrenador del equipo nacional de fútbol italiano Giovanni Trappattoni.
Y, su predecesor en el cargo, Arrigo Sacchi. Participarán varios futbolistas, entre quienes se encuentra el jugador del Roma Eusebio Di Francesco. Estarán algunos de los campeones olímpicos de Sydney 2000 que serán premiados con nuestro Discóbolo de Oro, un reconocimiento que, independientemente de las medallas recibidas, reconocer la vivencia de valores que parecen pertenecer más a la base que a la cumbre, es decir, saber ganar, aceptar la derrota, respetar a los adversarios…».
—Zenit: «En liza por el Jubileo» es el eslogan de estos actos. ¿Pero de qué partido están hablando?
–Un partido fundamental, una ocasión única para acercar la cumbre a la base. El Jubileo encarna los valores importantes de un deporte que es encuentro con los demás, juego de equipo, paciencia y fatiga en el entrenamiento, conocimiento de los propios límites pero también descubrimiento de los
propios recursos. Es sobre todo promoción del hombre. Hoy, en cambio, lo que destaca es el mercado. Pero mientras los reflectores están siempre encendidos sobre el producto fútbol, el deporte de base corre el riesgo de desaparecer entre la desatención general: falta financiación, leyes, instalaciones.
—Zenit: Pero también el fútbol profesional estará presente en este Jubileo. Una selección de futbolisas italianos jugará contra un equipo de futbolistas extranjeros. Y, además, por primera vez el Papa será espectador…
–No quiero demonizar a nadie. La idea de la Ciudad deportiva nació, sin embargo, para evitar que el partido Italia contra el Resto del Mundo aplastase a todas las actividades de este Jubileo de categoría. Este partido no debe representar todo el deporte y de hecho no lo representa. De acuerdo con las oficinas de la Conferencia Episcopal Italiana que se ocupan de la pastoral juvenil, del tiempo libre y de la escuela, hemos querido presentar al público y a los medios de comunicación la actividad deportiva en todos sus aspectos. Es algo que surge del esfuerzo y de la pasión de tantos voluntarios, donde nacen entre otras cosas los campeones de los que la cumbre se enorgullece.
—Zenit: ¿Hay esperanza de acercar dos mundos tan distantes?
— El Jubileo es conversión y la gran apuesta es reanudar el lazo entre la cumbre y la base. Si no se ofrecen motivaciones a los jóvenes, si no se trabaja con seriedad en las pequeñas realidades, cuando instalaciones y dinero son insuficientes, no habrá recambio y no se garantizarán nuevas generaciones de deportistas y dirigentes.
—Zenit: Excesos aparte, parece que en cuanto a resultados el deporte goza de buena salud
–Pero los jóvenes están cada vez menos implicados y cada vez más seleccionados. ¿Quién piensa en quien es excluido antes de tiempo, a los 9-10 años, porque no sabe driblar a un adversario en velocidad? ¿Quién educa a los padres a no oprimir a sus hijos con el deseo exagerado de afirmación y de éxito que no roza ni siquiera a los niños? Y, ¿qué pasa con los sectores débiles, el deporte de periferia, entre los extracomunitarios marginados, en las cárceles? ¿Quién se ocupa de ellos?
—Zenit: Tantas preguntas que piden respuestas concretas
–Para los cristianos el deporte es un instrumento de frontera y punto de encuentro de todos. Desde el punto de vista religioso, es un momento de maduración del hombre que puede abrirse a la trascendencia. No he sido nunca sólo hombre de deporte. Desde que era dirigente deportivo n mi diócesis, cuando era joven, he luchado por promover una actividad deportiva que no se centre en el crecimiento de los músculos sino en el de la personalidad.
—Zenit: Habla de ello como de una misión
–Lo es, no tengo miedo de decirlo. Educar a los jóvenes para la vida, a través del deporte, para el diálogo, para el respeto de todos es el trabajo cotidiano. Los cristianos tenemos un plus de valores que podemos ofrecer y poner en juego y nuestra actividad tiene una exigencia de acogida y no de discriminación. Muchos jóvenes y también adultos vienen a nuestras sociedades deportivas porque buscan algo más respecto a la simple práctica deportiva.
—Zenit: ¿Cree de verdad que el deporte estelar y millonario podría arrepentirse y volver a no renegar de sus orígenes?
–Si se quiere hacer algo bueno con el deporte de nuestro país, hay que dejar de pensar que existe un deporte de primera división y uno de segunda división. Si un sector muere o se enferma también muere o se enferma el otro. Es también cuestión de humildad, lo digo a todos los componentes. Nadie debe permanecer enrocado en sus propias posiciones más o menos privilegiadas. En nombre de nuestros jóvenes no perdamos esta gran ocasión de encuentro que ofrece el Jubileo.