ROMA, 5 nov (ZENIT.org).- Prohibir cualquier forma de discriminación es el compromiso contenido en el Protocolo anexo número 12 a la Convención Europea de Derechos Humanos, firmado ayer en Roma, en el Capitolio, por parte de 25 de los 41 países miembros del Consejo de Europa.
La firma tiene lugar al cabo de dos días de trabajos de la Conferencia ministerial por el 50 aniversario de la Convención (firmada justamente en Roma el 4 de noviembre de 1950), en la que han tomado parte además de
numerosos ministros de los 41 estados, cuatrocientos delegados provenientes de toda Europa.
Una firma –ha dicho el titular del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, Lamberto Dini– con la cual «se expresa una voluntad política clara, correspondiente a radicales convicciones».
La adhesión se producía mientras al mismo tiempo, a poca distancia, en el Aula Pablo VI del Vaticano, se celebraba el Jubileo de los gobernantes y parlamentarios, y los participantes aprobaban una moción por el respeto a los derechos humanos.
Un día antes, el 3 de noviembre, Juan Pablo II se reunión con delegados del Consejo de Europa. En el encuentro denunció una de las grandes contradicciones que tienen lugar en los países europeos. Por una parte, se reconoce y se exige el respeto de los derechos humanos y; sin embargo, por otra, se niega el más fundamental, el derecho a la vida en el seno materno (Cf. «Derechos humanos: El Papa denuncia contradicciones en el Consejo de Europa»).
El Protocolo –ha explicado el ministro Dini, en calidad de presidente de turno de la Comisión de ministros del Consejo de Europa– es «una lucha de progreso y de emancipación de nuestras sociedades de la herencia de concepciones anticuadas, de prejuicios arraigados, de fobias irracionales, que a menudo han introducido barreras y obstrucciones respecto a seres humanos sobre la base de discriminaciones de sexo, raza, color, lengua, religión, opinión política, origen nacional o social, asociación a una minoría nacional, propiedad y nacimiento».
Además «es urgente la lucha contra el racismo, la intolerancia y contra cualquier forma de discriminación», añadió Walter Schwimmer, secretario general del Consejo de Europa. Se mostró convencido, además, de que la firma del Protocolo («El resultado de muchos años de esfuerzo»), cincuenta años después de la Convención de Derechos Humanos, demuestre el empeño político de los países europeos en este campo.
Los dos días de trabajo de la Conferencia, incluso más allá de la firma del Protocolo, han sido «útiles», según el ministro Dini, sobre todo porque han demostrado la «vitalidad» del Consejo de Europa. Y porque hace falta prestar mucha atención «a los problemas y a los obstáculos que se interponen, todavía hoy, a reglas de convivencia y de recíproco respeto, entre nuestros pueblos y aquellas vastas masas de inmigrantes que en los últimos años, con ritmo apremiante, están llegando a Europa».
En resumen, la entera comunidad de los estados «está llamada –dijo Dini– a realizar pronto un poderoso esfuerzo de comprensión y de gestión; para hacer de modo que los flujos migratorios no se desarrollen en desorden del cual, en definitiva, es la persona humana la que paga el precio más elevado».